Llibert Tarrag¨®, agitador cultural
"Fue al morir mi madre, en 1993, cuando sent¨ª la necesidad de regresar a Catalu?a", explica Llibert Tarrag¨® sentado en una mesa de Casa Leopoldo. Hace una pausa, sonr¨ªe y se corrige: "Es curioso, he dicho regresar y no es correcto, ya que, aunque soy hijo de exiliados catalanes, nac¨ª en Francia y me siento franc¨¦s. De todos modos, fue entonces cuando experiment¨¦ la urgencia de viajar a la tierra de mis padres y de hacer algo por la cultura catalana. Por eso, hace un a?o fund¨¦ en Francia la editorial Tinta Blava, que publica en franc¨¦s libros traducidos del catal¨¢n. Me considero un agitador cultural y he montado la editorial como una inversi¨®n personal, porque quiero que los franceses sepan que existe la literatura catalana. En general, los franceses saben qu¨¦ es Barcelona y que existe una lengua catalana, pero ignoran que Catalu?a es una naci¨®n sin Estado y que tiene una literatura de calidad".
Tarrag¨® vive entre Francia y Barcelona implicado en la organizaci¨®n Triangle Bleu, que agrupa a refugiados espa?oles en Francia
Tinta Blava publica entre seis y ocho libros por a?o, alternando autores hist¨®ricos y contempor¨¢neos. El primer libro de la editorial fue Pedra de tartera, de Maria Barbal, y han seguido t¨ªtulos de Merc¨¨ Rodoreda, Merc¨¨ Ibarz, Mart¨ª Rossell¨®, Jaume Fuster y Albert Salvad¨®. Para el pr¨®ximo a?o est¨¢ prevista la publicaci¨®n en franc¨¦s de Incerta gl¨°ria, de Joan Sales, y de El carrer de les Cam¨¨lies, de Rodoreda. "Empec¨¦ con Pedra de tartera", apunta Tarrag¨®, "porque es una novela que pasa bien la frontera. Esto es lo que pido a los libros que edito: que sean de temas universales. El escritor portugu¨¦s Miguel Torga dice: 'Lo universal es lo local sin paredes'. Pues eso. No me interesa publicar los premios, sino a autores que me gusten".
La historia de los padres de Llibert da para una novela, aunque ¨¦l de momento no piensa escribirla. Joan Tarrag¨®, fallecido en 1979, naci¨® cerca de Montblanc y, como militante del PSUC, luch¨® durante la guerra a favor de la Rep¨²blica. Tras la derrota vino el exilio en Francia y, entre 1941 y 1945, la deportaci¨®n al campo nazi de Mauthausen. All¨ª, como l¨ªder de una organizaci¨®n clandestina de espa?oles, cre¨® una biblioteca para poder resistir. "?l dec¨ªa que un hombre solo no pod¨ªa aguantar aquel horror y que hac¨ªa falta organizaci¨®n y solidaridad", recuerda su hijo. Robaban los libros de los convoyes y los ocultaban para poder leerlos a hurtadillas. En medio de aquel horror, los espa?oles del campo hicieron un pacto: si sal¨ªan vivos de all¨ª, al primer hijo que tuvieran le pondr¨ªan por nombre Llibert o Llibertat.
Una vez liberado de Mauthausen, Joan Tarrag¨® estableci¨® contacto con la que hab¨ªa sido su novia, que segu¨ªa viviendo en Vilavert, en Catalu?a. Tras ocho a?os de separaci¨®n, en 1946 ambos se reunieron en Andorra, despu¨¦s de que ella pasara clandestinamente la frontera. Se casaron y naci¨® Llibert. "Mi padre estuvo marcado por el exilio y por la deportaci¨®n", cuenta. "Sufri¨® tanto en Mauthausen que cada noche, hasta el final de su vida, ten¨ªa pesadillas sobre el campo. No me hablaba de Catalu?a, pero escuchaba L'emigrant, veneraba a Pau Casals y segu¨ªa los partidos del Bar?a. Se daba cuenta de que morir¨ªa en Francia y lo aceptaba sin amargarse. A menudo ven¨ªan a casa otros refugiados espa?oles y le o¨ªa contar historias de Mauthausen. Era terrible. En cierta ocasi¨®n, estando escondido, o¨ª que explicaba que hab¨ªa visto a los SS matar a una madre y a su hijo reci¨¦n nacido".
Cuando, a los tres a?os, Llibert fue a la escuela, s¨®lo hablaba catal¨¢n, pero creci¨® en un ambiente triling¨¹e, entre el catal¨¢n de la familia, el castellano de los refugiados espa?oles y el franc¨¦s de la escuela. M¨¢s tarde trabaj¨® como periodista para L'?quipe y Le Monde, y posteriormente se convirti¨® en empresario de comunicaci¨®n. Un d¨ªa, cuando ya hab¨ªa muerto su madre, escuch¨® en France Culture una lectura en franc¨¦s de una novela de Rodoreda. Hasta entonces no sab¨ªa nada de la literatura catalana. Se compr¨® La pla?a del Diamant en franc¨¦s, la ley¨® y le encant¨®. Despu¨¦s le encargaron una gu¨ªa sobre Barcelona para la editorial Autrement y el reencuentro con Catalu?a le determin¨® a crear una editorial para publicar obras catalanas.
"Cada verano ¨ªbamos de vacaciones a Colliure y entonces mi madre se escapaba a Portbou para poder comer una paella", recuerda. "Yo entonces no comprend¨ªa su emoci¨®n. La primera vez que vine a Catalu?a fue en 1960, con mi madre. Todo el pueblo de Vilavert sali¨® a recibirnos, pero conservo en la memoria aquellos vagones s¨®rdidos. Era todo tan gris... Me ech¨¦ a llorar cuando vi un guardia civil".
Desde hace cinco a?os, Tarrag¨® vive la mitad del a?o en Francia y la otra mitad en Barcelona. Implicado en la organizaci¨®n Triangle Bleu, que agrupa a refugiados espa?oles en Francia, apost¨® por el color azul cuando puso nombre a su editorial, Tinta Blava. "La editorial soy yo", se?ala. "Soy un hombre orquesta, pero s¨¦ delegar en gente competente y cuento con la ayuda de amigos editores y del Institut Ramon Llull. No quiero crecer demasiado y todo lo que gane lo reinvertir¨¦ en la editorial. Quiz¨¢ soy un idealista, pero lo ¨²nico que me interesa es difundir en Francia la cultura catalana. S¨®lo tengo una bandera, que es la literatura".
Como ejemplo de la extra?a relaci¨®n freudiana que mantiene Llibert con la Catalu?a de sus padres, cuenta que hace s¨®lo unas semanas se despert¨® a las cinco de la madrugada, se sent¨® ante el ordenador y, de un modo autom¨¢tico, se puso a escribir en catal¨¢n sin poder detenerse. "Lo curioso es que no s¨¦ escribir catal¨¢n", se?ala. Al cabo de tres horas ten¨ªa ante s¨ª un texto que no se atreve a releer y que lleva por t¨ªtulo S¨®c un convidat a la vostra taula. "El exilio", concluye, "es una historia muy dura, pero en algunos momentos fascinante".
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