"Me hubiese gustado que Mozart compusiera para m¨ª"
Es musa, y como tal ejerce. No lleva la cuenta de cu¨¢ntos conciertos, piezas de c¨¢mara, sonatas..., de toda la m¨²sica que ha inspirado. "No lo s¨¦, de verdad", dice Anne Sophie Mutter (Rheinfelden, Alemania, 1963), esa cara glamourosa y atractiva del viol¨ªn, la int¨¦rprete alemana magn¨ªfica, reconocida como una de las mejores del mundo, inspirada y vers¨¢til en los estilos, que provoca pasiones all¨¢ por donde va. No ha catalogado la explosi¨®n creativa que acarrea, el impacto que produce en muchos su presencia arrebatadora, siempre sensual, elegante y entregada al lenguaje de un instrumento m¨¢gico, ¨¦se que habla su Stradivarius de 1710, su aliado desde hace 20 a?os, que se expresa con una dicci¨®n parecida a la que deb¨ªan utilizar los dioses. "El n¨²mero de obras que me dedican no importa, todas son ¨²nicas para m¨ª", dice, muy diplom¨¢tica.
"Lo que dice Ratzinger sobre las mujeres no s¨®lo es ir contra un g¨¦nero, es ir contra la humanidad"
"No es direcci¨®n lo que hago propiamente, juego m¨¢s un papel de 'primus inter pares"
"Los compositores necesitan inspirarse, pero considerarme musa me parecer¨ªa algo poco modesto"
"Las sonatas de Mozart para viol¨ªn y piano son fascinantes; sin ellas, Beethoven no habr¨ªa hecho las suyas"
Pero hay un hueco entre todos sus compositores que jam¨¢s podr¨¢ llenar, y lo lamenta: "Me hubiese gustado que Mozart hiciera m¨²sica para m¨ª", dice, "pero, obviamente, me equivoqu¨¦ de siglo". Es una frase que contiene la medida de su ambici¨®n, un punto de divismo, sentido del humor y el pulso de quien lo ha sido todo ya en el mundo de la m¨²sica y que recala hoy y ma?ana en Madrid para ofrecer dos conciertos en el ciclo de Juventudes Musicales, patrocinado por EL PA?S, para el que, por cierto, todav¨ªa quedan algunas entradas.
Se la podr¨¢ ver, adem¨¢s, al frente de la Orquesta de C¨¢mara de Londres con un programa consagrado por entero a Mozart, con cinco conciertos para viol¨ªn y orquesta y la Sinfon¨ªa concertante Kv 216, en la que tambi¨¦n intervendr¨¢ Youri Bashmet con su viola.
"Dirigiendo la orquesta no, lider¨¢ndola", puntualiza. As¨ª se evita que la incluyan en ese club del int¨¦rprete que salta a la direcci¨®n, un paso que no quiere dar, al menos todav¨ªa. Para justificarse, responde por tel¨¦fono desde Alemania: "No es direcci¨®n propiamente, juego m¨¢s un papel de primus inter pares. Mozart lo hac¨ªa tambi¨¦n en su ¨¦poca y yo lo practico con ese repertorio y con conciertos de Bach desde hace cinco a?os aproximadamente", asegura. Entonces, en esa ¨¦poca en la que el barroco se cruz¨® con el neoclasicismo, no exist¨ªa la figura del director tal y como se conoce hoy, y muchas veces los solistas asum¨ªan ese papel.
Di¨¢logo
?Qu¨¦ visi¨®n tiene Mutter de Mozart? "Visi¨®n, ninguna. La m¨²sica se oye", dice ella, dando cuenta de un rigor ling¨¹¨ªstico que no admite ambig¨¹edades. "El p¨²blico escuchar¨¢ una aproximaci¨®n abierta al di¨¢logo con los m¨²sicos y en la que quiero que prime la espontaneidad y una simbiosis entre la orquesta y el viol¨ªn", dice la artista.
Habr¨¢ naturalidad y color, emociones fuertes y virtuosismo. "Creo que son conciertos que deben hacerse con car¨¢cter", afirma, pero sin olvidar la delicadeza suprema que Mozart hac¨ªa florecer en sus obras para cautivar al m¨¢s zopenco. "De su m¨²sica hay que sacar varios colores, las din¨¢micas van del fort¨ªsimo a un triple piano", asegura Mutter. Por eso conviene, por ejemplo, haber practicado mucha m¨²sica de c¨¢mara para captar todo tipo de matices, de sutilezas: "Es muy importante conocer esa dimensi¨®n".
Ella explorar¨¢ ese campo m¨¢s adelante, la pr¨®xima temporada, cuando regrese a Madrid en oto?o, dentro del mismo ciclo, para hacer la integral de sonatas para piano y viol¨ªn del m¨²sico austriaco, eterno y genial, del que en 2006 se conmemoran los 250 a?os de su nacimiento en Salzburgo. Fue all¨¢ por 1756 cuando vino al mundo el ni?o prodigio, milagro de todas las cortes de Europa, por donde se pase¨® como un mono de feria junto a su padre haciendo exhibiciones y que despu¨¦s muri¨® joven y despojado de la gloria de su talento, en 1791, tras haber legado una obra inmensa, riqu¨ªsima y muy variada. "Las sonatas son unas obras fascinantes; sin ellas, Beethoven no habr¨ªa escrito las suyas de esa manera. En estas piezas, el piano y el viol¨ªn est¨¢n al mismo nivel, el segundo no es un mero sirviente del primero todav¨ªa. Luego todo se centra m¨¢s en el piano, ese monstruo al que todo el mundo quiere hacer hablar, en detrimento de otros instrumentos, como el m¨ªo".
Pero es el programa de este fin de semana del que Mutter quiere explicar m¨¢s cosas: "Es muy curioso ver la evoluci¨®n del Concierto n¨²mero uno -en el programa de hoy- a la Sinfon¨ªa concertante. Los primeros est¨¢n muy influidos por el estilo italiano, debido a sus viajes por ese pa¨ªs. Despu¨¦s se observa un toque parisino, hasta que, en la Concertante, se nota su regreso a Salzburgo".
Se aprecia que ha estudiado la obra en relaci¨®n con el contexto, que ha le¨ªdo la m¨²sica con los ojos de aquel tiempo. "Es importante conocer sus cartas. En las que escribe a su padre habla de la emoci¨®n y la belleza del sonido". Pero tampoco quiere cerrarse a los dogmas que predican muchas veces algunos puristas. "No me considero especialista de ninguna ¨¦poca ni de ning¨²n compositor. Intento tocar con conocimiento de lo que hago, pero cuando salgo a escena soy consciente de que debo hacer revivir y dejar que se exprese la m¨²sica de un tiempo pasado para un p¨²blico de hoy", dice.
Aunque eso no implica quedarse anclado en ortodoxias: "No creo que podamos reproducir los mismos conceptos del pasado. No veo tampoco la necesidad de tener que imitarlo. Vivimos en otro tiempo. Podemos transportarnos, pero debemos ser siempre modernos".
Y eso vale tambi¨¦n para el nuevo Papa, su compatriota Joseph Ratzinger, de quien no le deslumbra tanto el hecho de que sea su paisano como para dejarse llevar sin decir cuatro cosas claras sobre su discurso: "?Ser¨¢ posible lo que dice sobre las mujeres? Eso, hoy, no s¨®lo supone ir contra un g¨¦nero, es ir contra la humanidad, contra todos, y es peor que lo haga en nombre de Dios, porque para m¨ª, ¨¦l no tiene sexo, ni color, no es ni hombre ni mujer, ni blanco ni negro".
Dicen que a Ratzinger le gusta Mozart. "Ya, pero si lo hubiese conocido en vida seguro que no pensar¨ªa lo mismo", afirma Mutter. Lo dice porque, seg¨²n ella, para penetrar en su obra hay que tener bien claro y ser muy consciente de la temperatura a la que herv¨ªa su sangre: "Era un hombre apasionado, controvertido, un ser humano carnal pese a que a veces nos despistara y se hayan hecho interpretaciones de su m¨²sica angelicales. Eso nos la hace distante. No creo que haya que aproximarse a ¨¦l as¨ª, con tanta frialdad".
Predilecci¨®n por Rilke
Pasi¨®n irredenta y visceral por Mozart es, pues, lo que destila la violinista, que considera al compositor uno de los mayores personajes de la Historia, con may¨²scula, lo mismo que declara su preferencia por el color rojo, predilecci¨®n por poetas fundamentales como Rainer Maria Rilke, y admiraci¨®n por figuras como Herbert von Karajan, que la descubri¨® en 1977, cuando ella era muy joven, o por el director y compositor Andr¨¦ Previn, con quien est¨¢ casada ahora y que, por supuesto, le ha escrito ya varias piezas.
Lo mismo que han hecho otros grandes nombres de la creaci¨®n musical de hoy, como Penderecki, Lutoslawski o Sofia Gubailudina. "Los compositores necesitan inspirarse en alguien m¨¢s que en ellos mismos, pero considerarme musa me parecer¨ªa algo poco modesto", afirma. Eso s¨ª, interpreta todo lo que le componen en exclusividad por un tiempo y despu¨¦s lo suelta. "Llega un momento en que debes dejar que tus criaturas caminen por su propio pie", afirma. Es un trance delicado, de sensaciones encontradas: "Por una parte, sientes curiosidad por escuchar c¨®mo lo hacen otros y, por otra, le pones pegas, pero no debemos ser ego¨ªstas".
Lo que no suelta es su viol¨ªn, una joya de la marca m¨ªtica Stradivarius. "Pertenece al periodo dorado de su creador. Tiene vida propia, la madera es flexible y debes adaptarte a lo que exige. Yo lo cuido mucho, le llevo a su m¨¦dico en Par¨ªs y le soy fiel", confiesa.
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