Poemas de un joven que no muri¨®
EL POETA Joaqu¨ªn Pasos muri¨® muy joven, quiz¨¢ demasiado joven. Es inevitable hablar de su muerte. Cuando muri¨® era m¨¢s joven que Rimbaud. Vivi¨® unos pocos a?os m¨¢s que Kurt Cobain. Pasos, ni?o precoz y joven iconoclasta, fue autor de ensayos, proclamas, ficciones y, sobre todo, poemas. "Tom¨® el mapamundi o la esfera de cart¨®n en sus manos y la hizo girar como un tiovivo de paisajes, ciudades, seres y costumbres" (Julio Valle-Castillo). En el tobog¨¢n de sus 33 a?os, tuvo una eternidad.
Por haber vivido poco tiempo, dej¨® de hacer cosas: nunca public¨® un libro, pero dej¨® listo el t¨ªtulo de su ¨²nico poemario -Poemas de un joven-. Bajo este nombre, sus amigos reunieron casi toda la poes¨ªa suya que encontraron entre sus papeles o en los peri¨®dicos. Se public¨® por primera vez en M¨¦xico, quince a?os despu¨¦s de su muerte. En Centroam¨¦rica lo fuimos conociendo por pedazos, hasta 1983, cuando sus paisanos publicaron completo su libro.
Joaqu¨ªn Pasos naci¨® en una comarca favorecida con una legi¨®n de extraordinarios poetas. Descontando a Dar¨ªo, cuyo entrecejo adorna los billetes de cien c¨®rdobas, algunos de los mejores poetas en lengua espa?ola del siglo veinte nacieron all¨ª. Por una inexplicable raz¨®n, los poetas nicarag¨¹enses de nuestros d¨ªas, hartos de tanto prodigio, parecen haber perdido el o¨ªdo. Pablo Antonio Cuadra, amigo y contempor¨¢neo de Pasos, escribi¨® algo que podr¨ªa ser una profec¨ªa bufa: "Si hacemos versos malos, los hacemos malos de ex profeso. Quisi¨¦ramos hacerlos m¨¢s malos a¨²n, genialmente malos".
Los nicarag¨¹enses no son los ¨²nicos en padecer esta sordera. En febrero, decenas de malos poetas, algunos genialmente malos, nos dimos cita en Granada, para rendir homenaje a Pasos. ?Pu?ados de malos poetas, de Am¨¦rica y Espa?a, cantamos como gallos desafinados! Correteando por la ciudad donde descansan, en cruz, sus huesos; leyendo malos, mal¨ªsimos versos (algunos buenos, quiz¨¢) en las iglesias y en las aulas. Uno de los mejores momentos del festival fue, sin duda, el acto privado que tuvo cada uno y cada una de nosotros, al tomar la nueva edici¨®n del libro de Joaqu¨ªn Pasos, que los organizadores diseminaron subrepticiamente en las habitaciones con una botella de ron.
Ya que hemos hablado de su vida es inevitable volver a su fin. Enfermo por su existencia disoluta, Pasos organiz¨® este libro con la muerte rond¨¢ndolo como una mosca. A la parte de sus poemas de viajes, todos imaginarios, porque nunca sali¨® de Nicaragua, la llam¨® 'Poemas de un joven que no ha viajado nunca'; 'Poemas de un joven que no ha amado nunca', a sus poemas de amor, y as¨ª, el resto de secciones est¨¢n embargadas con esa dulce monoton¨ªa juvenil.
La ¨²ltima parte est¨¢ constituida por el estremecedor 'Canto de guerra de las cosas', uno de los grandes poemas jam¨¢s escrito por poeta alguno, y que seg¨²n Ernesto Cardenal, el primado del grupo de geniales malos poetas convocados en aquel encuentro, bien pudo titularse como 'Poema de un joven que nunca fue a la guerra'.
Decir que comenz¨® a escribirlo antes de su muerte temprana es una redundancia. Pero as¨ª fue. Estaban desatados los fuegos de la II Guerra Mundial. En muchos sentidos, los horrores de esa guerra no han podido ser superados. Pasos se enteraba por los peri¨®dicos. No necesitaba m¨¢s. El 'Canto...' fue escrito contrarreloj. En poco m¨¢s de 200 versos admirables, habla de los estragos de la guerra, de la imposibilidad de la vida en medio de la destrucci¨®n. Y de la estupidez de una humanidad que anhela ser cuchillo.
Las "cosas" (metales, vidrios, puentes, piedras, animales y plantas) han sido aniquiladas haciendo m¨¢s honda la ausencia humana. "Vuestras casas de porcelana, vuestros trenes de mica, vuestras l¨¢grimas envueltas en celof¨¢n, vuestros corazones de bakelita, vuestros risibles y hediondos pies de hule, todo se funde y corre al llamado de guerra de las cosas". Se impone, pues, la in¨²til
... ?nada! "?Qu¨¦ dieras hoy por tener manchado de sangre el vestido!", exclama. Antinorteamericano y anticapitalista, contempl¨® horrorizado el triunfo de los Aliados. Se dice que ¨¦sta fue la verdadera enfermedad que lo mat¨®. Tras su muerte, el 20 de enero de 1947, Carlos Mart¨ªnez Rivas le dijo: "Redoblaremos nuestro rencor habitual... T¨², desde el Orco, gallo, despi¨¦rtanos".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.