Los laboristas pierden el apoyo de los estudiantes
Las nuevas tasas universitarias y la guerra de Irak restan votos a Tony Blair en Cambridge
La vida ya no le sonr¨ªe a Tony Blair en las casas y calles de Cambridge. La bella ciudad universitaria que un d¨ªa se adelant¨® a los tiempos votando a los laboristas en 1992 est¨¢ hoy d¨¢ndoles la espalda. El perfil laborista de este templo de los intelectuales se ha ido desdibujando y los liberal-dem¨®cratas, que ya conquistaron la alcald¨ªa hace un a?o, desaf¨ªan seriamente al laborismo en las elecciones del pr¨®ximo jueves. "?C¨®mo van las cosas por aqu¨ª?", se preguntan dos grupos de militantes que se cruzan mientras tratan de cazar el voto laborista en un barrio de estudiantes. Todos se intercambian una mirada arrugada y hacen un gesto con la mano que viene a decir algo como: "As¨ª as¨ª". La campa?a les ha tra¨ªdo este a?o m¨¢s hostilidad que en otros tiempos y encuentran a su paso much¨ªsimos vecinos enfadados, decepcionados y dispuestos a cambiar de partido por dos razones. La guerra en Irak es una; y las tasas universitarias, con un impacto directo en los bolsillos de Cambridge, es la otra. As¨ª que no hay gran simpat¨ªa en las ventanas.
"Vamos a la bancarrota y ya no podemos financiarnos", asegura un veterano profesor
"Est¨¢n enfadados por la guerra", afirma Ann Campbell, diputada laborista por Cambridge
"Para muchos estudiantes, es su primera votaci¨®n, y su llegada a la pol¨ªtica se produce justo cuando el Gobierno laborista va a empezar a aplicar las tasas universitarias", cuenta un joven profesor de poes¨ªa brit¨¢nica de la Universidad de Cambridge. "Los estudiantes est¨¢n muy informados, concienciados y tampoco van a perdonar una guerra que nunca debi¨® llevarse a cabo".
El Gobierno laborista iniciar¨¢ en septiembre el cobro de unas tasas de 3.000 libras al a?o (4.500 euros), que el estudiante deber¨ªa pagar cuando empiece a trabajar. Forma parte del plan para que las viejas universidades comiencen a financiarse y salgan de una crisis m¨¢s antigua que los hermosos claustros que alberga. "Vamos a la bancarrota y ya no nos podemos financiar", cuenta el venerable John Adkins, profesor ya retirado de f¨ªsica y a¨²n presidente de la Sociedad Musical del Jesus College. "El problema es que los criterios econ¨®micos te hacen perder a personas, departamentos y hasta equipos deportivos que tej¨ªan la atm¨®sfera tan particular de esta Universidad de Cambridge".
Pero la tradici¨®n ya no tiene fondos. Los edificios tambi¨¦n se van cayendo y no hay donaciones privadas ni p¨²blicas suficientes para sostener el gasto. Obligada por los nuevos tiempos, la universidad ha desempolvado antiguos inmuebles y est¨¢ abriendo centros comerciales a la ¨²ltima para ingresar m¨¢s dinero. Pero nada, ni las protestas protagonizadas por los estudiantes ni las franquicias que alquilan los locales les evitar¨¢n a partir de septiembre empezar a cobrar por sus estudios. Es por eso que, seg¨²n los datos que publicaba ayer Financial Times, el 47% de los estudiantes votar¨¢ a los liberal-dem¨®cratas el jueves, frente al 29% que lo har¨¢ a favor de Blair. En el c¨ªrculo de profesores, el voto laborista bajar¨¢ del 65% que registr¨® en 2001 al 41% actual.
Ann Campbell es la diputada que en 1992 logr¨® conquistar el esca?o de Cambridge en la C¨¢mara de los Comunes por s¨®lo 500 votos de diferencia, mientras el conservador John Major se impon¨ªa en las generales. En 1997 se vio aupada por la corriente blairista y ampli¨® esa victoria a los 14.000. En 2001 ya s¨®lo fueron 8.000 de diferencia, y esta vez teme lo peor. "Est¨¢n enfadados por la guerra y quieren expresar su enfado cuando me ven. Yo quiero desviarles a otros temas, hablar de los logros econ¨®micos, pero no hay manera. As¨ª que les digo que yo vot¨¦ contra la guerra", cuenta Campbell mientras hace campa?a por uno de los barrios m¨¢s pobres de la ciudad. "Est¨¢ siendo muy dif¨ªcil esta vez. Mucho m¨¢s dif¨ªcil". Una chica de cabeza afeitada y tatuajes en los brazos se acerca a la diputada: "Ann, quiero decirte que has hecho un gran trabajo y que has sido estupenda. Pero que voy a votar a los lib-dem". "Pues si no me votas no me volver¨¢s a tener", replica la diputada, el gesto cansado. "Correr¨¦ ese peligro".
Un estudiante confiesa que no va a votar. "Hay gente que muere por el derecho a votar", le dice una militante laborista. "Y otros mueren en Irak por defender su libertad". Los laboristas han hecho un gran esfuerzo por invertir en la educaci¨®n en este segundo mandato, subiendo el gasto dedicado a esta materia desde un 5% hasta un 5,4% del PIB, y han fijado una enorme cantidad de promesas en su manifiesto electoral: renovar 6.000 colegios, crear 1.500 escuelas secundarias especializadas, 200 academias o mejorar los niveles de matem¨¢ticas e ingl¨¦s en general. Pero los n¨²meros y objetivos est¨¢n pasando inadvertidos en una campa?a extra?a que no est¨¢ centrada en los programas, sino en la desilusi¨®n.
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