Las autoridades rusas impiden las muestras de solidaridad con el magnate Jodorkovski

Alarmadas por las revoluciones democratizadoras en los pa¨ªses vecinos, las autoridades rusas se esfuerzan por controlar cualquier muestra de disidencia ciudadana, por m¨ªnima que sea. Ayer les toc¨® el turno a los simpatizantes del magnate Mija¨ªl Jodorkovski, a quienes la polic¨ªa impidi¨® acercarse al juzgado donde por segundo d¨ªa consecutivo se le¨ªa la sentencia contra el hombre que, adem¨¢s de ser el m¨¢s rico de Rusia, se atrevi¨® a desafiar al Kremlin. A lo largo de la calle donde se aloja el juzgado se instalaron varios puestos de control con detectores de metales.

Los agentes que impidieron el paso a los partidarios del magnate Jodorkovski se lo facilitaron, en cambio, a grupos de ciudadanos de aspecto ap¨¢tico y aburrido que portaban pancartas en contra del reo y lemas de car¨¢cter social.

La manifestaci¨®n, que recordaba a muchos las puestas en escena propagand¨ªsticas de la ¨¦poca sovi¨¦tica, recibi¨® sus consignas de los servicios de seguridad, seg¨²n la periodista rusa Marina Litvinovich. ?sta dijo haber sido testigo casual de c¨®mo varias personas con pancartas -entre ellas, una en la que pon¨ªa "Jodorkovski, devu¨¦lvenos nuestro dinero"- sal¨ªan del Servicio Federal de Seguridad en el centro de la capital y desaparec¨ªan despu¨¦s en un veh¨ªculo.

Para completar el cuadro, los tel¨¦fonos m¨®viles fueron interferidos, con excepci¨®n de los administrados por una compa?¨ªa pr¨®xima a los servicios de seguridad. Adem¨¢s, fueron arrestados varios simpatizantes de Jodorkovski, que intentaron manifestarse.

La sentencia tiene 1.000 p¨¢ginas y su lectura puede durar hasta 15 d¨ªas, opinaban ayer los abogados del empresario, a la vista del ritmo del tribunal, que interrumpi¨® hasta hoy su sesi¨®n despu¨¦s de tres horas de trabajo. Hasta ayer, los jueces asumieron las tesis del fiscal, pero omitieron el episodio de la compra supuestamente fraudulenta del 20% de una empresa de fosfatos en 1994, seguramente por haber prescrito, aunque no as¨ª sucesos posteriores relacionados con esa empresa.

A Jodorkovski se le acusa de siete delitos, supuestamente cometidos en 11 episodios, desde la organizaci¨®n de una banda delictiva al incumplimiento de sentencias, pasando por evasi¨®n fiscal y estafa. El fiscal le pide 10 a?os de c¨¢rcel. El tribunal no ha considerado ninguno de los testimonios de la defensa, seg¨²n dec¨ªa ayer el abogado Yuri Schmidt.

A diferencia de otros oligarcas enriquecidos como ¨¦l en los turbulentos a?os noventa, Jodorkovski se mostr¨® reacio a apoyar los proyectos pol¨ªticos del Kremlin, y ¨¦se es uno de los motivos por los que, seg¨²n muchos analistas, es perseguido por la justicia.

"La mayor¨ªa de los oligarcas que no est¨¢n en la c¨¢rcel de momento han entendido que hacen mejor en no exhibirse y en compartir su riqueza con la gente adecuada en el momento adecuado, financi¨¢ndolos y apoy¨¢ndolos", se?alaba Ant¨®n Orej en el Eco de Mosc¨².

Preocupaci¨®n por el futuro

Preocupada por su futuro, la Administraci¨®n de Vlad¨ªmir Putin se esfuerza hoy en crear realidades virtuales pol¨ªticamente correctas para difundirlas en la televisi¨®n estatal, que, en provincias, es hoy la principal fuente informativa sobre los asuntos del Estado. Con el fin de transmitir una imagen de estabilidad y apoyo a Putin, los ide¨®logos oficiales organizan manifestaciones y actos paralelos, a modo de ant¨ªdoto, dondequiera que creen advertir el veneno de la disidencia, ya sea en una jornada de protesta contra las reformas sociales, ya sea en una manifestaci¨®n de solidaridad con Jodorkovski como la del lunes.

La estrategia del Kremlin contra el contagio democratizador incluye tambi¨¦n la escenificaci¨®n de su propia revoluci¨®n rusa. Con este fin, se ha fundado la organizaci¨®n juvenil Nashi (los nuestros), que el pasado domingo trajo a Mosc¨² a 50.000 j¨®venes de provincias, contentos de obtener un viaje gratis a la capital, para manifestarse con los veteranos de la II Guerra Mundial y corear consignas patri¨®ticas. Nashi se constituy¨® en abril con un inquietante mensaje en el que los liberales y los fascistas son medidos con el mismo rasero.