Desde el Mediterr¨¢neo

AUNQUE EL ingl¨¦s es el centro del mundo y el alem¨¢n y sus vecinos son el centro de Europa, la periferia tiene algo que decir. En el extremo atl¨¢ntico del Mediterr¨¢neo, el portugu¨¦s Ant¨®nio Lobo Antunes acaba de publicar Yo he de amar una piedra (Mondadori) mientras que de su paisano Miguel Torga se ha traducido el in¨¦dito El se?or Ventura (Alfaguara). Hacia el este, en Francia, reaparecieron el huidizo pero torrencial Pascal Quignard -Vida privada (Espasa), El sexo y el espanto (Min¨²scula) y La frontera (Funambulista)-, Am¨¦lie Nothomb -Antichrista (Anagrama)- y Jean Echenoz -Al piano (Anagrama)-. De Italia llegaron las nuevas novelas de Umberto Eco -La misteriosa llama de la reina Loana (Lumen)- y Antonio Tabucchi -Tristano muere (Anagrama)-. Y junto a ellos, dos cl¨¢sicos de la posguerra nunca antes traducidos al castellano: Beppe Fenoglio, con Un asunto privado (Barataria), y Raffaele La Capria, con Herido de muerte (Part¨¦nope), en un volumen que incluye un ep¨ªlogo de Claudio Magris. Finalmente, en la costa oriental del Mare Nostrum, dos escritores israel¨ªes se detuvieron a narrar su propia memoria, marcada por el Holocausto: Amos Oz -Una historia de amor y oscuridad (Siruela)- y Aharon Appelfeld -Historia de una vida (Pen¨ªnsula) y V¨ªa F¨¦rrea (Losada)-. R. B.