Carod, Atutxa y las chicas malas
?Qu¨¦ hace un buen patriota cuando viaja a una zona en conflicto con m¨¢s de 50 a?os de violencia y un bagaje de miles de muertos, y sin soluci¨®n a corto plazo? Pues montar un pollo, en la tumba de Rabin, por la bandera catalana. S¨ª se?or. Como somos incapaces de mantener los s¨ªmbolos tranquilos y hemos demostrado nuestra absoluta nulidad para resolverlo en casa, exportamos la guerra de banderas a Israel y as¨ª importamos un gesto ¨¦pico-heroico-festivo para que el corazoncito bisexual de los catalanes se hinche un ratito. ?Para qu¨¦ habr¨¢ ido Carod Rovira a Tierra Santa?, preguntaban las almas ingenuas, buscando respuestas de orden dom¨¦stico. Maragall y sus detallitos. Nuestro ilustre pol¨ªtico necesitaba una excursi¨®n, dec¨ªan las lenguas b¨ªfidas, para sentirse algo querido, y pap¨¢ Pasqual lo mont¨® en el avi¨®n. Avi¨®n privado, por cierto. Sin embargo, no. Bajo ese bigote republicano palpitaba una intenci¨®n almog¨¢var, ¨¦mula de Pere el Gran, cuando todos los peces del Mediterr¨¢neo llevaban en su cola la bandera catalana. Y as¨ª viaj¨® hacia Eretz-Israel dispuesto a ser Roger de Ll¨²ria en tierra b¨ªblica, ya que en Catalu?a no consigue ser ni Marta Ferrusola. Despu¨¦s nos dir¨¢n que no los tomamos en serio, que nos entretenemos en ret¨®ricas esenciales y que perdemos el tiempo con pol¨¦micas simb¨®licas cuya ¨²nica utilidad es imitar a Jordi Pujol cuando sub¨ªa a Queralbs y se transformaba en el Maci¨¤ del complot de Prats de Moll¨®. Claro que despu¨¦s Pujol bajaba de la monta?a...
Lo dir¨¦ de manera suscinta para rematar el tema. Si Catalu?a tiene un problema de s¨ªmbolos no resueltos con el Estado al cual pertenece, ser¨ªa hora de que se hiciera mayor, planteara de forma adulta la cuesti¨®n, hiciera servir su capacidad de presi¨®n-negociaci¨®n y se atuviera a las consecuencias del ¨¦xito o del fracaso. Al fin y al cabo, el diputado Puchi se lleva a las mil maravillas con los socialistas malos de Madrid. ?O son buenos? Sea como fuere, lo que no es de recibo a estas alturas, con ZP en las Espa?as y con el tripartito socialista-republicano-biodiverso en las Catalu?as, es que a¨²n estemos con guerritas de banderas. ?No ten¨ªan que salvarnos los progres del discurso nacionalcat¨®lico esencial del pujolismo? ?No qued¨® claro que lo nuestro no era una religi¨®n? ?No hab¨ªamos criticado hasta la afon¨ªa el coraz¨®n part¨ªo de Pujol, cuya lengua de Jaume I armonizaba perfectamente con el bolsillo de Fomento del Trabajo? Y sobre todo, ?Israel y Palestina son el escenario para montar el numerito simb¨®lico? O sea que Sharon y Abbas, aparte de resolver el l¨ªo de terrorismo de Ham¨¢s, Yihad, la nuclearizaci¨®n de Ir¨¢n, el belicismo de Siria y etc¨¦tera, tienen que salvar a la senyera de la voracidad espa?ola. Vamos bien. Vamos bien para el rid¨ªculo.
Quienes tambi¨¦n marchan a las mil maravillas son los del Parlamento vasco, improvisados pero cualificados protagonistas del D¨ªa de la Marmota en versi¨®n gudari. Con la diferencia de que, mientras que un perplejo Bill Murray se esforzaba por cambiar detalles de ese d¨ªa mal¨¦fico que se repet¨ªa una y otra vez con el despertador de las seis de la ma?ana, nuestros diputados vascos, impert¨¦rritos, no modifican ni una coma de nada, y as¨ª vamos repitiendo votaciones exactas e in¨²tiles para jolgorio de los inventores de chistes de vascos. ?C¨®mo era aquel que explic¨® Artur Mas en Las cerezas, de Julia Otero? "T¨² que eres vasco, ?d¨®nde naciste?". "En Vic". "Pero ?no eras vasco?". "?Qu¨¦ pasa!, los vascos nacemos donde nos da la gana". Y porque les da la gana, lejos de resolver con sabidur¨ªa pol¨ªtica las dificultades que la pol¨ªtica engendra, se van dando de cabezazos con la urna, en un ritual de tozudez que nos permite intuir por qu¨¦ son campeones levantando piedras. Todo esto mientras en el mundo mundial ocurre lo m¨¢s importante que ha ocurrido en d¨¦cadas: la voluntad de la mayor¨ªa cualificada de la C¨¢mara espa?ola de dialogar con ETA. Un apunte al respecto. El concepto de unidad est¨¢ sobrevalorado, sobre todo porque hay unidades que se convierten en c¨¢rceles de pensamiento y acci¨®n. La famosa unidad contra el terrorismo del PP fue eso, una manera de silenciar palabras heterodoxas, de maniatar alternativas y de usar, para bien del partido, un problema de todos. Personalmente, no me asusta ni me preocupa que el PP est¨¦ fuera de la unidad. En democracia, lo valioso no es conseguir unidades asfixiantes, sino garantizar s¨®lidas mayor¨ªas.
Volviendo al Parlamento vasco y a la parada t¨¦cnica que padece, lo m¨¢s sonoro que ocurre, desde mi punto de vista, es el veto ad hominem que se ha producido contra la candidatura de Atutxa. Como todo pol¨ªtico de riesgo -la pol¨ªtica vasca es de una extraordinaria complejidad, por motivos obvios-, Atutxa presenta una biograf¨ªa contradictoria. Pero ha sido y es un hombre de inequ¨ªvoca adscripci¨®n democr¨¢tica, cuyo nacionalismo, tambi¨¦n inequ¨ªvoco, nunca se ha planteado en t¨¦rminos integristas. Y en una sociedad estresada como la vasca, su papel es relevante. Que la nueva legislatura empiece con aires de cacer¨ªa a la persona nos informa de la mala salud que tiene con solo nacer. Esta legislatura vasca asoma la cabecita y ya presenta s¨ªntomas de infarto. Creo que es de recibo censurar la actitud del socialismo vasco, sin complejos para evidenciar listas negras que no responden a altas razones, sino a bajas pasiones. La l¨®gica pol¨ªtica permite entender el deseo socialista de presidir el Parlamento, pero no es comprensible la pura y dura censura a la persona.
De comer aparte son las chicas malas del partido puente entre el comunismo glorioso y la gloria batasuna. Que los primeros pasitos de esta sorprendente criatura sean para ejercer el veto personal y demonizar a Atutxa nos da informaci¨®n interesante. Es pronto para saber si su vocaci¨®n de censura les viene por tradici¨®n estalinista o por iluminismo patri¨®tico, o por ambas corrientes, pero se est¨¢n cubriendo de gloria. Es cierto que est¨¢n consiguiendo un notorio protagonismo y que, con el veto, ense?an la patita para recordar que el lobo existe. Pero, teniendo en cuenta la configuraci¨®n de la C¨¢mara, el protagonismo est¨¢ garantizado. Ejercerlo desde la caza al hombre es, ciertamente, una forma de empezar, pero convendr¨¢n que es perversa. Aunque quiz¨¢s s¨®lo es cuesti¨®n de homenaje hist¨®rico a su corriente ideol¨®gica. Al fin y al cabo, las chicas vienen de la noble tradici¨®n que invent¨® el comisariado pol¨ªtico y la dictadura del proletariado.
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