El pecado
No puedo ser anticlerical porque no me sale. Lo he intentado varias veces, y no me sale. Lo siento. A lo m¨¢s que llegu¨¦ fue a silbar La Marsellesa en la plaza del Obradoiro de Santiago, pero fui de inmediato arrollado por trescientos gaiteros a las ¨®rdenes de Fraga y de Gea Escolano, que ven¨ªan de presentar en Mondo?edo el Syllabus de P¨ªo Nono. Hay que conformarse. Ya me gustar¨ªa que alg¨²n gaitero tocara un d¨ªa La Marsellesa, o, en su defecto, el tango Cuesta abajo: "S¨®lo quiero que comprendan / el valor que representa / el coraje de querer". ?El tango! No fue P¨ªo IX, que fue P¨ªo X quien lo conden¨®. Y la canci¨®n corr¨ªa ir¨®nica por salones, conventillos y arrabales: "Dicen que el tango es de una gran languidez / y que por eso lo prohibi¨® P¨ªo Diez".
Necesitan enemigos, necesitan anticlericales y no me extra?ar¨ªa que la emisora del Santo Oficio convoque un casting de diablos. Pero no hay. Se vac¨ªan los seminarios, pero tambi¨¦n las escuelas de demonios. En Lisboa, el verano pasado, se convoc¨® un Congreso Internacional de Ateos y s¨®lo asistieron treinta personas, la mayor¨ªa infiltrados del Opus. Van a tener que recurrir a los dom¨¦sticos. Creo, con toda sinceridad, que da mejor demonio Jim¨¦nez Losantos que Jos¨¦ Blanco. Alfonso Guerra a¨²n ten¨ªa algo de alegre Lucifer en sus mejores tiempos, pero cada d¨ªa que pasa se parece m¨¢s al Inocencio X de Vel¨¢zquez. Y los creyentes atienden con menos turbaci¨®n las homil¨ªas del padre Bono, el ministro de Defensa, no el de U2, que las hip¨¦rboles de algunos obispos que recuerdan la invocaci¨®n del padre Verd¨ªn en el Ruedo Ib¨¦rico: "?Hace falta que estalle el trueno gordo!".
Ganas dan de rezar por esta Iglesia dura que convoca a manifestarse contra un derecho, el matrimonio civil de personas del mismo sexo, que no da?a a nadie y beneficia a miles. En nombre de la familia, se condenan nuevas formas de familia, unidades de convivencia y afecto. Una parte de la Iglesia y de la derecha act¨²an en tenaz sinton¨ªa para implantar una variante espa?ola de la "revoluci¨®n conservadora" tipo USA. Pero les pasa lo que a m¨ª, que no les sale. Se quedan en el Syllabus del XIX con la idea de que el Estado debe estar unido a la Iglesia "como el cuerpo al alma". Ese perverso matrimonio, ese pecado.
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