Somos m¨¢s ricos, pero pedimos como pobres
Como por arte de magia, esta semana pasada hemos sabido que somos m¨¢s ricos de lo que cre¨ªamos y que hay muchas m¨¢s personas empleadas de lo que sab¨ªamos. En concreto, la riqueza del pa¨ªs, medida a trav¨¦s del producto interior bruto (PIB), es ahora el 5% mayor, es decir, unos 40.000 millones de euros superior a la cifra hasta ahora conocida; en cuanto al n¨²mero de personas empleadas, la cifra se ha ampliado en casi un mill¨®n, hasta alcanzar los 17,4 millones de personas.
?Qu¨¦ ha sucedido? No es que la realidad econ¨®mica y laboral haya cambiado repentinamente, sino que la aplicaci¨®n por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) de los mismos criterios estad¨ªsticos y metodol¨®gicos que utilizan los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea para medir la riqueza y el empleo permite recoger mejor los cambios que han tenido lugar en la econom¨ªa espa?ola en los ¨²ltimos a?os.
Los nuevos datos no s¨®lo nos dicen que nuestro pa¨ªs es m¨¢s rico, sino tambi¨¦n, y esto es m¨¢s importante, que tenemos mucha m¨¢s capacidad de la que cre¨ªamos para generar riqueza y empleo. As¨ª, el crecimiento del a?o 2004 ha sido del 3,1%, frente al 2,7 % calculado con los viejos m¨¦todos, con lo que se sit¨²a un punto por encima de la media de la Uni¨®n Europea. Probablemente, los datos revisados de crecimiento del primer trimestre de este a?o, que se dar¨¢n a conocer ma?ana, mostrar¨¢n tambi¨¦n ese mayor impulso de nuestra econom¨ªa.
Dado el pesimismo con el que vemos la competitividad de la econom¨ªa espa?ola, tiene inter¨¦s conocer cu¨¢les han sido los componentes que m¨¢s han contribuido a esa mayor riqueza. La revisi¨®n de los c¨¢lculos pone de manifiesto que la fuente de esta mayor riqueza fue el impulso de la demanda interna, que creci¨® en 2004 por encima de lo que se hab¨ªa dicho, lo mismo que en los a?os anteriores. En este sentido, nos parecemos a los norteamericanos: dinero barato y aumento del empleo nos han hecho ser optimistas y lanzarnos a consumir.
Pero lo novedoso surge cuando penetramos en la demanda interna. Resulta que el componente que mayor revisi¨®n al alza ha sufrido es la inversi¨®n, y dentro de ¨¦sta, la inversi¨®n en bienes de equipo, que, como es sabido, es la inversi¨®n m¨¢s productiva. ?ste es un dato interesante, dado que cabe esperar que esa mayor inversi¨®n acabe mejorando la productividad y la competitividad, y ver con m¨¢s optimismo el futuro.
Pero, curiosamente, la reacci¨®n de los medios de comunicaci¨®n y las declaraciones de responsables pol¨ªticos y empresariales que he le¨ªdo estos d¨ªas no han sido de alegr¨ªa, sino de miedo a los efectos de ser m¨¢s ricos. Dado que los fondos que recibe Espa?a de la UE y las aportaciones que hacemos al presupuesto comunitario toman como referencia el PIB, una revisi¨®n al alza lleva consigo la posibilidad de pasar de ser el principal receptor de fondos europeos a ser un contribuyente neto y de que algunas regiones dejen de recibir fondos de cohesi¨®n. Y es esta posible p¨¦rdida lo que ha producido alarma.
L¨ªbreme Dios de calificar esta conducta de pedig¨¹e?a, como hizo Aznar en los tiempos en que Felipe Gonz¨¢lez negociaba con Helmuth Kohl la creaci¨®n de los fondos de cohesi¨®n que ahora est¨¢n a punto de desaparecer para Espa?a. Al contrario, pienso que es obligaci¨®n de nuestras autoridades luchar, como lo hace el Gobierno de Blair en el caso del cheque brit¨¢nico, por mantener el mayor tiempo posible esos fondos europeos y por que, en todo caso, se aplique una estrategia gradualista para su reducci¨®n.
Pero tengo la impresi¨®n de que las reacciones que he le¨ªdo estos d¨ªas en la prensa estatal y regional a la informaci¨®n de que somos m¨¢s ricos no responden tanto a una estrategia orientada a presionar a las autoridades para imponer una estrategia gradualista como al temor a que se acabe la posibilidad de seguir pidiendo como si fu¨¦ramos pobres. Mi percepci¨®n es que los fondos europeos y, en ciertos casos, el modelo de financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas han creado un cierto patr¨®n de conducta patol¨®gica en determinadas ¨¦lites pol¨ªticas, sociales y empresariales regionales y locales, un patr¨®n de conducta basado en el uso de la imagen pobre de m¨ª. En vez de ver en estas transferencias un recurso extraordinario y temporal que dio una oportunidad para avanzar en la cohesi¨®n y sentar las bases de un crecimiento end¨®geno dentro de cada comunidad o localidad, esas ¨¦lites han alimentado una mentalidad de subsidio y subvenci¨®n permanente, basada en la presunci¨®n de que su mayor nivel de pobreza relativa les da derecho a pedir que los dem¨¢s -ya sean los europeos o el resto de espa?oles ricos- les transfieran recursos de forma permanente.
Pero, en realidad, los m¨¢s beneficiados no han sido los pobres de esas regiones. De hecho, la dignidad del pobre le impide utilizar su pobreza para pedir; lo que quieren es "salir de pobre", buscando salir adelante y ganar el futuro con su propio esfuerzo, y para ello est¨¢n dispuestos a los mayores sacrificios. Quien realmente se beneficia en mayor medida de esas transferencias son determinadas ¨¦lites locales y regionales. Recuerden qui¨¦nes son los m¨¢s beneficiados por las subvenciones agrarias. Pues lo mismo ocurre con la mayor¨ªa de otros subsidios y gastos p¨²blicos. En realidad, son los ricos beneficiados de la cultura del subsidio permanente los que siguen interesados en continuar pidiendo como si fu¨¦ramos m¨¢s pobres. Por eso, son los m¨¢s amenazados por los nuevos datos acerca del PIB.
Pero, de hecho, las cifras sobre esa mayor riqueza y mayor potencial de crecimiento del PIB y del empleo son una buena noticia en s¨ª mismas, y pueden contribuir a cambiar esa mentalidad de pobre de m¨ª que cultivan algunas ¨¦lites regionales. Porque, no lo olvidemos, no hay mayor obst¨¢culo para el crecimiento y la mejora del bienestar individual y social que el tener de uno mismo una imagen de pobre incapaz de salir adelante por sus propios medios.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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