Espinas
La imagen es muy reveladora, m¨¢s all¨¢ de su aire de gamberrada adolescente. El hombre que manda en el tripartito catal¨¢n, el hombre que m¨¢s influye externamente en la pol¨ªtica estatal, el hombre de Perpi?¨¢n, el mu?idor de la devoluci¨®n de los papeles de Salamanca... coronado de espinas y carcajadas en una calle de Jerusal¨¦n. Y Maragall atento y fiel, c¨¢mara en ristre. A m¨ª me solaz¨® mucho esa foto, lo reconozco, aunque me apresuro a decir que por motivos opuestos a los que provocaban la alegr¨ªa del l¨ªder republicano. Me gust¨® porque me dio muchas claves. Elementos nuevos para medir a un agitador decimon¨®nico, reconvertido en gran l¨ªder de las esencias independentistas. Me llev¨®, a la par, al pasado y al vac¨ªo. Al pasado de aquellos estudiantes bufones, m¨¢s irresponsables que l¨²dicos, que establec¨ªan competiciones que no procede detallar aqu¨ª, jaleadas por el griter¨ªo de los cofrades. Y la foto me llev¨® al vac¨ªo. Al ruidoso vac¨ªo que bulle en el ideario de quien pisa tan fuerte por despachos y canciller¨ªas; de quien ejerce sus caprichos de infante porque se los tienen que consentir.
Es un tema triste y apetitoso a la vez. Y aunque soy profano, barrunto que debe ser f¨¢cil emitir un dictamen t¨¦cnico de esta payasada. De un rasgo histri¨®nico que no s¨®lo ofende a quienes creen en el mensaje cristiano, sino tambi¨¦n a quienes, agn¨®sticos, respetamos grandemente los valores en los que hemos sido educados. A Carod-Rovira, al hijo del guardia civil aragon¨¦s, todo se le tolera. Y ¨¦l aprovecha la coyuntura para erigirse en la super-estrella del secesionismo. Tanto o m¨¢s que los radicales vascos. Y con todo, y sin embargo, avanzando por ah¨ª pronto llego a una contradicci¨®n, pues la iconoclastia me gusta. Pero de otro cariz. No la que se burla de la religi¨®n. Hablo de una iconoclastia muy terrenal, que no suele atraer a los nacionalistas. Y por eso imagino que Carod no soportar¨ªa mofa alguna que menoscabara su acendrada fe patri¨®tica, con su cielo identitario y su manipulaci¨®n de la historia. Con su corona de espinas para quienes no salen en la foto.
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