Woody Allen porte?o
Cada cultura puede tener sus particulares costumbres, pero si hay algo en lo que la mayor¨ªa de la humanidad se iguala es en el amor. Por eso las buenas comedias rom¨¢nticas son igual de comprensibles en Buenos Aires que en Tokio, y una frase como "no sos vos, soy yo" suena igual de exculpatoria y de falsa se diga en el idioma en el que se diga. As¨ª ha titulado precisamente el argentino Juan Taratuto su ¨®pera prima como director, una historia sobre el mal de amores, el ego¨ªsmo del dominante y el patetismo del abandonado.
Taratuto se inspira para su comedia en el muy reconocible humor de ra¨ªz jud¨ªa, protagonizado por un exc¨¦ntrico y nervioso personaje que necesita la ayuda de un psic¨®logo y que, cuanto m¨¢s quiere arreglar el desaguisado, m¨¢s lo estropea. Evidentemente, Woody Allen es el paradigma del estilo, y Taratuto, uno de sus irreprochables (y m¨²ltiples) seguidores, lo que lleva a que, en demasiados momentos, d¨¦ la sensaci¨®n de haber visto ya infinidad de veces No sos vos, soy yo. De hecho, hay varios gags que el espectador avezado puede cantar con antelaci¨®n (lo peor que le puede pasar a una comedia), caso del de las repetidas llamadas telef¨®nicas, el de la conversaci¨®n por el portero autom¨¢tico o la compra del perro que nunca crecer¨¢.
NO SOS VOS, SOY YO
Direcci¨®n: Juan Taratuto. Int¨¦rpretes: Diego Peretti, Soledad Villamil, Cecilia Dopazo, Marcos Mundstock. G¨¦nero: comedia rom¨¢ntica. Argentina, Espa?a, 2004. Duraci¨®n: 105 minutos.
Sin embargo, tambi¨¦n son variadas las secuencias en las que un chispazo en el di¨¢logo provoca la carcajada amable, c¨®mplice, reparadora de esos pasajes presididos por lo predecible.
Adem¨¢s, el conjunto de la historia, su falta de pretensiones y sus simp¨¢ticos protagonistas (ya sean personajes positivos o negativos) terminan elev¨¢ndose sobre las carencias parciales de la pel¨ªcula gracias a la siempre encantadora identificaci¨®n. El mal de amores es universal, y la tonter¨ªa que conlleva, inevitable. El que est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra.
Babelia
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