Negociaciones
Si t¨² pones una bomba en Madrid, yo detengo a Otegi; s¨ª, pero mi bomba no hace da?o; claro, pero tu Otegi sale bajo fianza. Es una manera t¨ªpica de comenzar un di¨¢logo entre dos enemigos. Ah, me dice el Malo, luego t¨² homologas a las dos partes, como si el Estado espa?ol fuera equivalente a una banda de asesinos. No, pienso; no me gusta nada el Estado espa?ol, pero mucho menos el Estado vasco y considero peor a quien asesina para lograr lo suyo, tan poco ¨²til para la vida real de los que considera sus ciudadanos. ?nicamente considero que hay una fuerza de hecho que ha vertido mucha sangre y tiene muchos de sus asesinos encarcelados, y en situaci¨®n de p¨¢nico y silencio a tantos ciudadanos como pretende liberar. O sea, lo de Otegi es tonto, y parece un juego de secuestro y rescate, y lo de la bomba es peor porque supone que cualquier error en el aviso, en la electr¨®nica, produzca una mortandad. Esta estupidez tiene todas las caracter¨ªsticas de un principio de di¨¢logo que puede interrumpirse, borrarse, volver a empezar y durar a?os. Como Irlanda, como todos. Dentro de cada bando -repito, no homologo- hay quienes lo obstaculizan; hay halcones, hay palomas. Algunos cambian: tambi¨¦n se cuenta con ello. Hay cerebros que no pueden resistir la contradicci¨®n fija en su pensamiento y en su vida. La oposici¨®n, tal como est¨¢n las cosas en lo que hoy llamamos democracia, est¨¢ en contra.
Son dos cuentos: para acabar con el terrorismo, dice el cuento A, hay que encarcelarle, destruirle, dejarle incapacitado para siempre. El cuento B explica que hay que tratar con ¨¦l, hacerle que deje las armas -o sea, que no mate m¨¢s- y que se integre en la pol¨ªtica general. As¨ª pas¨® en Vietnam, y Estados Unidos perdi¨® la guerra. As¨ª pasa en Irak, y la sangr¨ªa se desarrolla sin respetar los trucos de que haya un gobierno nuevo, una democracia pintoresca: por ese juego ya se pas¨® en Vietnam. El Malo me dice que no hay comparaci¨®n posible y yo insisto en que s¨ª, en que es una relaci¨®n de fuerzas en la que una de ellas -Espa?a- no puede ni debe emplearse con todo su poder, porque ser¨ªa una gran cat¨¢strofe nacional, europea, mundial. Y la otra muestra que cuando quiere, y donde quiere, una bomba la pone cualquiera y no se puede evitar. Es tan sencillo de entender.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.