Decadencia de la palabra
En la primera mitad del siglo XX hubo en Europa un fen¨®meno pol¨ªtico que se llam¨® "decadencia de las democracias". Dem¨®cratas ingleses, franceses y americanos se burlaban de sus parlamentos donde se perd¨ªan quiz¨¢s a?os en reformas necesarias -carreteras, armamento, tecnolog¨ªa- mientras que Alemania e Italia, fascistas en dos acepciones, constru¨ªan carreteras, desecaban pantanos y sin duda se militarizaban. Churchill fue gran admirador de Mussolini y hasta el final pens¨® que podr¨ªan unirse. Llevamos alg¨²n tiempo en otra "decadencia de las democracias" que se ha afilado despu¨¦s del "no" a la Constituci¨®n: si no se hubiera convocado al pueblo, dicen, la asamblea la hubieran ratificado, y todo ir¨ªa mejor en el mejor de los mundos posibles. En el mundo al rev¨¦s de los idiomas las palabras han cambiado y ahora se llama democracia a esa figura que hubiera hurtado la intervenci¨®n del pueblo; y fascismo (o su igual, populismo) a los votantes. Ya no existe un Hitler que no es el ejemplo de c¨®mo un pa¨ªs puede construirse, decidir, obrar con rapidez, tener el apoyo del pueblo sin necesidad de preguntarle nada o dej¨¢ndole manifestarse en calles o plazas. Incluso se le puede condenar. ?Hasta a Franco!
Pero existe Bush: su velocidad es envidiable y su manera de matar es decisiva (cuando digo Bush, digo quienes sean). Incluso en las variedades sexuales, Bush no s¨®lo no concuerda con las soluciones populares: tampoco con la de sus c¨¢maras, y si aprueban lo que no es natural para ¨¦l y su religi¨®n, su veto impide que prosperen. Ese hombre fuerte anima a quienes desean esa escuela del Bien frente al mundo del Mal, y como ¨¦l es el mejor titulado de la democracia, convierten eso en democracia y lo contrario en populismo y piden que Europa se haga verdaderamente dem¨®crata; o sea, que no convoque tanta elecci¨®n, tanto refer¨¦ndum ni tanta sensibilidad aciaga por pa¨ªses invadidos por bombas con suicidas y muertos inocentes. No es nuevo: en Europa sucede desde hace siglos. Lo nuevo es el sobresalto del lenguaje. La verdad es que si aqu¨ª la democracia se te?¨ªa de autocracia, como con Aznar, lo que se est¨¢ haciendo es volver a la democracia real, y no a la de discurso, panfleto o programa. (A la de antes de Fraga, pienso).
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