Peter Berling compara el Ej¨¦rcito de EE UU con las hordas mongolas
El autor de 'Los hijos del Grial' cierra su gran saga medieval con 'El kilim de la princesa'
?Qu¨¦ es el Grial? Peter Berling reflexiona en la mesa del desayuno ante un gran plato en el que ha amontonado bac¨®n, huevos revueltos, jam¨®n y fruta, y que corona inestablemente un tomate. "El Grial... El Grial pertenece a otro mundo, es una idea y no algo material. Es el secreto m¨ªtico de c¨®mo y por qu¨¦ ha sido hecho todo. Las copas, las piedras, son s¨®lo s¨ªmbolos del contenido, de la luz, de la iluminaci¨®n. El Grial se va y reaparece cada vez que la humanidad se encuentra en una crisis religiosa o espiritual. Es como una religi¨®n, una esperanza. Y es mucho m¨¢s viejo que el cristianismo, aunque ¨¦ste lo ha usado". El Grial, los c¨¢taros, los templarios, los nazis, Ratzinger... Todo ello aparece en la conversaci¨®n del escritor alem¨¢n, para el que la invasi¨®n de Irak por el Ej¨¦rcito de EE UU se asemeja a la de la misma zona de Oriente Pr¨®ximo por "otra gran naci¨®n ignorante", las hordas mongolas en el siglo XIII, tema central en su nuevo libro, El kilim de la princesa. Con la salvedad de que Bush no da la talla, opina, como gran khan.
Berling (1934), en Barcelona de paso hacia la Feria de Madrid, est¨¢ de un humor crepuscular, y no s¨®lo porque en el buf¨¦ de su hotel no hay de aquellos sabrosos panecillos de cebolla de anoche -de lo cual se ha quejado amargamente-, sino porque con la citada novela dice adi¨®s definitivamente (pues mueren) a Ro? y Yeza, los protagonistas de la popular serie de novelas iniciada con Los hijos del Grial y que le han acompa?ado durante m¨¢s de una d¨¦cada. El kilim de la princesa, quinta entrega de la saga, supone el regreso de Berling, cual hijo pr¨®digo, al seno de Mario Muchnik, el editor que le lanz¨® en 1994 en Espa?a, y su abandono de Plaza & Jan¨¦s tras un desencuentro originado por razones de confianza.
El kilim de la princesa lleva al lector de nuevo a la Edad Media, ¨¢mbito favorito de Berling, en el momento hist¨®rico en que las hordas mongolas avanzan imparables convirti¨¦ndose en un inesperado elemento en la disputa que enfrenta al sult¨¢n de Egipto con el reino cristiano de Jerusal¨¦n.
El final de la saga es deudor de Romeo y Julieta, pero incluye la conocida manera mongola de ejecutar a los individuos de sangre noble: haciendo que el ej¨¦rcito a caballo pase por encima de la v¨ªctima tapada o envuelta en una alfombra (de ah¨ª el t¨ªtulo). Berling expresa tristeza al despedirse de la pareja que le ha dado tanto ¨¦xito, pero mira hacia adelante y ahora est¨¢ sumergido en otra novela, precisamente sobre los medievales asesinos de Alamut, la secta de El Viejo de la Monta?a, que aparecer¨¢ en Alemania en la primavera del a?o pr¨®ximo. Berling admite que hay paralelismo entre esos terroristas avant la lettre y los fundamentalistas isl¨¢micos. "En ambos casos el motor es una recompensa ultraterrena, pero los asesinos de Alamut no mataban por una cuesti¨®n religiosa, y de hecho sus v¨ªctimas eran mayoritariamente otros musulmanes, los sun¨ªes".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.