Retorno al planeta Asdr¨²bila
Podr¨ªamos dividir la vasta y turulata obra de Carles Santos en cuatro negociados formales o categor¨ªas alqu¨ªmicas. a) Paellas con an¨ªs (estrellado): La espl¨¨ndida vergonya del fet mal fet (mayormente). b) Liebres a la Royale. Aqu¨ª encontramos homenajes ¨¢ulicos o, lo que es lo mismo, estatuas rociadas de ¨¢cido ¨²rico. Destacaremos La pantera imperial y El compositor, la cantant, el cuiner i la pecadora, que tiene tres premios Max, casi uno por personaje. c) Circos bajo la arena. Tramuntana tremens y, desde luego, Sama Samaruck Suck Suck. d) Opelatas. Que, como su nombre indica, est¨¢n hechas de ¨®palo y de lata. Las atraviesa un r¨ªo de mercurio muy caliente que, tarde o temprano, acaba chocando contra un pe?azo. Asdr¨²bila. Figasantos Fagotrop. L'adeu de Lucr¨¨cia Borgia. Y su nuevo espect¨¢culo, La meua filla s¨®c jo, en el Lliure. (De esta categor¨ªa escapa Ricardo i Elena, su cumbre de los ¨²ltimos a?os, que est¨¢ a caballo entre el circo -¨ªntimo- bajo la arena y el devocionario nacarado).
Concepto: Si Santos fuera Greenaway, La meua filla ser¨ªa un poco sus maletas de Tulse Luper. La piel es tensa, brillante, flexible, pero el control del aeropuerto detecta exceso de equipaje. Demasiados huevos para una sola cesta.
Geograf¨ªa: Estamos, de nuevo, en el planeta Asdr¨²bila, que como todo el mundo sabe se encuentra entre Vinar¨°s y Dune. Atm¨®sfera cero, cielos rojos, oscuridad gregoriana, frufr¨² de faldas Ludwig, cuero sadomaso. En este planeta no hay viento, hay vientos: el eco de la Brass Fantasy, con el fantasma de Lester Bowie como gato de Cheshire, invisible y cabroncete.
Genealog¨ªa: En el planeta Asdr¨²bila, el emperador Brossa tuvo cuatro hijas, cuatro reinas a la gre?a. Se llaman Xoxania (Montserrat Melero), Xoxonia (Leticia Rodr¨ªguez), Xixinia (Cl¨¤udia Schneider) y Xixonia, qu¨¦ buen turr¨®n (Alina Zapl¨¤tina). Aparecen pre?adas de luz y cantan en el Club Silencio. Sus voces suenan como un pisot¨®n en una colonia de hormigas, es decir, como el pisot¨®n y las hormigas pisoteadas al mismo tiempo. Dominan la digitalizaci¨®n clitoridiana y sus energ¨ªas vaginales pueden desplazar un cochecito, o varios.
Herederos: Las cuatro madres tienen un sue?o. El feto es un robotito pollil que se autolame, como D'Annunzio. Los vientos profetizan que el ni?o, el heredero que acabar¨¢ con la casa de los Harkonen, ser¨¢ Hamlet (dudas masturbatorias) y se creer¨¢ Ofelia saltando a la comba, cosa que encabrona mucho al ni?o, el tenor Antoni Comas. Se comprende. El segundo ni?o es un bar¨ªtono, Xavier Galan. Un aprendiz de mad doctor. El cl¨¢sico doctor pilotando un cuatrimotor. Entre coros ¨®rficos (o s¨¢ficos, no s¨¦), pide a los reyes magos de Asdr¨²bila su juguete favorito: un Cheminova con Titadyne, Goma Dos y Amonal. Es un peligro este ni?o. El tercer ni?o, Iv¨¢n Garc¨ªa, es un bajo. El bastardo, el rechazado que llora su pena negra. No hay dios que entienda lo que canta. En su exilio ha le¨ªdo demasiados libros estructuralistas. Suerte que en el siguiente episodio llegamos a la Adolescencia del H¨¦roe, que ahora es un contratenor (Oriol Ros¨¨s), es decir, un especialista en pelar pl¨¢tanos. (V¨¦ase profec¨ªa del feto). Ha dormido una semana con los zapatos puestos, porque no se atrev¨ªa a confesarle a sus padres que era incapaz de desat¨¢rselos. ?A qui¨¦n no le ha pasado? Es, sin duda, la parte m¨¢s dolorosa y confesional del espect¨¢culo. Un viol¨®n platanero es su emblema.
Intermedio: ?gloga. Nos remontamos a la arcadia del planeta Asdr¨²bila para escuchar la hermosa historia del pastorcillo Sorell¨® (Comas again) y la gentil Potranca (Alina Zapl¨¤tina). Sorell¨® le lee a Potranca La mandr¨¢gora y se cuelgan de dos arbolicos mediterr¨¢neos, naranjo y olivo, para alcanzar un orgasmo simult¨¢neo. Es la cl¨¢sica gran escena que todos esperamos, la putadita que Santos le reserva siempre a Antoni Comas para que se luzca cantando cabeza abajo y haciendo volantines.
El reloj del planeta Tierra marca las diez de la noche. O sea, que llevamos una hora justa. Estamos a punto de levantarnos, felices como lampreas.
Contin¨²a la acci¨®n, pero menos. Hay un accidente de coche, que no es como el de Ricardo i Elena. Falla la toma de tierra. Un coche ha derrapado y tambi¨¦n el espect¨¢culo. Demasiadas genealog¨ªas, demasiadas metamorfosis. Uno se despista. Ahora la hija se llama Baburnia, luego Fotrilla, Bandolaria Negra... Ahora mi hija soy yo, ahora el yo se multiplica y se anula. Los yos fragmentados acaban siendo siempre un poco fatigosos. Por eso era m¨¢s interesante Sisters que Raising Cain: pura econom¨ªa narrativa. Hay, por cierto, 4 minutos y 33 segundos de silencio, gentileza de John Cage. La gente aprovecha para toser.
Cazalla. Casi se me olvida otro homenaje: el momento m¨¢s l¨ªrico, el sentido d¨²o entre Iv¨¢n Garc¨ªa (Bandolaria) y la Schneider en el rol de Virulat de Catralla, que es como llaman en Asdr¨²bila a la cazalla con pasas, muy utilizada para sustituir al an¨ªs de la paella, que all¨ª no se encuentra. Santos rinde aqu¨ª tributo al legendario Kiosko de la Cazalla, el abrevadero del Arco del Teatro, que tantas madrugadas calent¨® y que vuelve a abrir. La reapertura del Kiosko y el estreno de La meua filla s¨®c jo en el Lliure han sido, probablemente, los dos acontecimientos m¨¢s destacados de la semana en esta Barcelona acaramelada y descarmelada, a la espera de que brote de las aguas del puerto un pianista amn¨¦sico y tembloroso, tema, quiz¨¢, de la inminente ¨®pera ¨ªntima del SuperPumby de Vinar¨°s.
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