La ONU, en ruinas
La sede de Naciones Unidas no se cae a pedazos de puro milagro. La degradaci¨®n del emblem¨¢tico edificio se percibe cuando se recorren las entra?as de su torre de 38 pisos. Es como realizar un viaje atr¨¢s en el tiempo, hasta los a?os cincuenta, lo que a muchos puede parecer rom¨¢ntico. S¨®lo que ahora huele a viejo y los funcionarios se hacinan en un edificio que carece de un sistema antiincendios adecuado, tapizado en amianto y con el calor escap¨¢ndose por las ventanas durante el duro invierno neoyorquino.
Con el fin de la II Guerra Mundial, se decidi¨® juntar a un equipo internacional de 11 arquitectos para dise?ar y construir el que ser¨ªa el Taller de la Paz, la sede de Naciones Unidas en Nueva York. La contribuci¨®n de EE UU fue vital. La familia Rockefeller don¨® el preciado terreno y Wallace Harrison lider¨® la obra de uno de los edificios que hoy definen el skyline de Manhattan, y que ahora est¨¢ siendo realzado en la gran pantalla por La int¨¦rprete. La intenci¨®n del filme que protagoniza Nicole Kidman era elevar a¨²n m¨¢s su valor arquitect¨®nico y simb¨®lico.
En el universo del celuloide la realidad est¨¢ trucada y la sede de la ONU aparece como nueva. Pero hasta tal punto llega la ruina, que para muchos el lamentable estado del conocido como el UNHQ -siglas en ingl¨¦s de United Nations Head Quarter- es un ejemplo de la crisis por la que atraviesa el alma de la instituci¨®n por los esc¨¢ndalos y el fuerte enfrentamiento de sus miembros tras la intervenci¨®n militar en Irak, el genocidio en Ruanda o el debate de la clonaci¨®n.
El valor inmobiliario del terrero sobre el que se alza la sede oficial de la ONU, en pleno coraz¨®n de la isla de Manhattan y con vistas al r¨ªo, es colosal. Por eso no es de extra?ar la atenci¨®n y la presi¨®n que rodea a este proyecto en una ciudad donde el espacio es limitado, y muy apreciado. Es esta combinaci¨®n de crisis pol¨ªtica y de negocio la que aprovechan los cr¨ªticos para promover la clausura de la sede neoyorquina y llevarla, por ejemplo, a Par¨ªs o Bonn.
Ante este c¨²mulo de problemas, no es de extra?ar que los planes para hacer frente a la recuperaci¨®n del edificio cambien cada semana, para adaptarlo a la evoluci¨®n de los acontecimientos. En principio, la obra costar¨ªa 964 millones de d¨®lares, sin contar con los gastos adicionales ni los intereses del pr¨¦stamo que tendr¨¢ que solicitar la ONU. Donald Trump, el magnate inmobiliario neoyorquino, dice que puede hacer todo "a mitad de precio". Pero lo que se da por imposible es que la obra comience en 2007, y se habla como pronto de 2009.
Hay tres opciones sobre la mesa para hacer frente a la remodelaci¨®n. La preferida para la ONU pasar¨ªa por construir un nuevo edificio pr¨®ximo a la sede oficial, en la calle 42, donde se establecer¨ªan temporalmente unos 3.500 funcionarios. Pero para ello se debe recalificar el terreno p¨²blico donde se alzar¨¢ la nueva torre y eso requiere el aprobado del Estado de Nueva York, que tiene paralizado el proyecto porque sus senadores ponen en duda la credibilidad de la instituci¨®n.
La alternativa para salir de este peligroso impasse pasar¨ªa por el alquiler. Es la segunda opci¨®n y se est¨¢ considerando un centenar de posibles edificios, entre ellos la resucitada Torre Siete del World Trade Center, en la zona cero. Pero la alternativa financieramente m¨¢s viable estar¨ªa en Brooklyn, donde se trasladar¨ªan tambi¨¦n las salas de reuniones.
El problema es que diplom¨¢ticos y funcionarios deber¨¢n desplazarse fuera de Manhattan, en una ciudad que no cuenta con la fluidez del tr¨¢fico entre sus principales virtudes. "Los delegados no quieren salir del Midtown", advierten. Esta opci¨®n plantea, adem¨¢s, serios quebraderos en el aspecto de la seguridad. "Las cuentas salen sobre el papel, pero al nivel log¨ªstico es un problema", reconocen en la ONU.
Por eso ha surgido una tercera v¨ªa que consistir¨ªa en "parchear" el edificio con renovaciones de cinco en cinco pisos, lo que permitir¨ªa mantener operativo el complejo. Eso evitar¨ªa construir el pol¨¦mico nuevo edificio y reducir el gasto en alquiler, pero el arreglo dar¨ªa s¨®lo para que sobreviva otros 50 a?os. "Se tendr¨¢ que hacer algo, ?no?", se?alan los responsables de la reforma, que cruzan los dedos para que pase pronto esta pesadilla.
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