Un detalle

Supongamos que dos amigos que se llevan bien deciden alquilar un piso para compartir gastos. Uno es empleado de banca, y el otro, maestro. Tienen horarios parecidos, por lo que a menudo coinciden en la vivienda. Enseguida se dan cuenta de que hay que mantener un orden y una m¨ªnima higiene, por lo que acuerdan que cada uno se ocupe de su habitaci¨®n, y el que mancha, limpia. Las zonas comunes como el sal¨®n, la cocina y el cuarto de ba?o las har¨¢ cada s¨¢bado uno de ellos, pero s¨®lo limpiar¨¢n lo razonablemente sucio; pues siempre se tendr¨¢ la consideraci¨®n de recoger cada uno sus cosas y de dejar el cuarto de ba?o y cocina igual que estaban, pues reconocen que es desagradable encontrarse la ba?era o el lavabo con pelos o la mesa con migas y platos sucios. Este minirrelato no tiene ning¨²n inter¨¦s pues todo resulta obvio, esperable y predecible, pero si cambiamos un ¨²nico detalle y en vez de uno de los amigos ponemos a su esposa, no estoy tan segura de que a¨²n hoy en d¨ªa se lo pueda calificar de predecible.