De dimisiones y retos

El Consell est¨¢ triste, ?qu¨¦ tendr¨¢ el Consell? Sus suspiros se escapan por la boca de su portavoz. Sus suspiros y sus met¨¢foras: Gonz¨¢lez Pons ha visto en el dedo de Joan Rib¨®, un arma -?tambi¨¦n cargada de futuro-, sin duda, confundido por la proeza de las Azores, y ya s¨®lo los impactos de Freud pueden apa?arle un significado m¨¢s consolador, a ese dedo que tanto lo inquieta. Mientras, un PP coral impetra la dimisi¨®n de Joan Ignasi Pla. El plante a Camps, en las Cortes, se considera un desprecio del secretario general del PSPV "hacia la m¨¢xima instituci¨®n democr¨¢tica de la Comunidad". Y todo por una pregunta, que no lleg¨®, ni siquiera, a tramitarse, sobre el llamado caso Fabra, sustancia tan intocable, como una vaca sagrada, a lo que se ve y no se dice. Pero cu¨¢nta irreverencia. Aunque, en opini¨®n del cronista, nada demag¨®gica y s¨ª literalmente constitucional, la soberan¨ªa reside en el pueblo, que es bastante m¨¢s que una instituci¨®n, y al que se le deben todas las explicaciones de inter¨¦s p¨²blico, por quienes de manera eventual lo representan. Pero m¨¢s a ese norte, de cuya existencia tambi¨¦n dan prueba denuncias e imputaciones, en las que anda involucrado el titular de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, el ministro Jordi Sevilla se?al¨® c¨®mo gobierna Camps, tan "con aires autoritarios y prepotentes". Y los socialistas se apresuraron a pedir la dimisi¨®n de Camps. Pues, mire usted, si a Pla y Camps, por esas cosas de la vida, les da la ventolera y dimiten, c¨®mo nacer¨ªa el nuevo Estatuto: adem¨¢s de fulero, para algunos, hu¨¦rfano de padres. En fin, que si se echa la vista al sur, nos sacude el embate de las facciones populares, a m¨¢scara ca¨ªda. En el sur, el PSPV, que est¨¢ de imaginaria o relajo, seg¨²n, ha cedido hasta su espacio, para que se escenifiquen los enfrentamientos entre los inasequibles zaplanistas, que maquinan amurallar sus holgados dominios, y vigilan cualquier estratagema del adversario, y de los leales al presidente de la Generalitat. A Luis D¨ªaz Alperi, de sello campista, le tocan la yugular, hasta el punto de que, d¨ªas atr¨¢s, con motivo de la proclamaci¨®n de Julio de Espa?a como jefe local del PP, en Alicante, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, presidente de la Diputaci¨®n Provincial, se refiri¨® a un nuevo ciclo de gobierno municipal, para el que se requieren los candidatos m¨¢s competentes e id¨®neos. De inmediato, Alperi replic¨®: "Ripoll me va a tener que soportar dos a?os m¨¢s". Un reto y un anuncio, que hurgaba clamorosamente en la crisis de los populares; y luego continu¨® d¨¢ndole a otros de los frentes que tiene abiertos: plan parcial de Rabassa, Mercalicante, la Sangueta, donde se edificar¨¢, por fin, el Palacio de Congresos, el soterramiento de las v¨ªas ferroviarias. En el ecuador de su mandato, ya se le buscan sustitutos. Entre los que empiezan a quemarse -tiempo de Fogueres, en fin-, apenas suena Julio de Espa?a, a quien se le endosa un perfil senatorial, y s¨ª el de Ripoll. Y en esos cuchicheos, se filtra que por qu¨¦ no una mujer. Alicante nunca ha tenido alcaldesa, as¨ª que una mujer, de la facci¨®n zaplanista, y mejor si entre sus antepasados ha habido alg¨²n titular de la alcald¨ªa, no desentonar¨ªa. De c¨®mo se lo cuecen a c¨®mo se lo comer¨¢n, hay que echarle mucho est¨®mago.