La ¨²ltima primavera de Fraga
Dicen que suelen ser principalmente dos, las razones por las que los partidos pol¨ªticos comienzan a extremizar su discurso. La primera, parece que se desarrolla cuando un partido o un gobierno cuenta con un gran apoyo popular y cree que tiene carta blanca para hacer lo que considere sin importarle lo que opine la ciudadan¨ªa. Ejemplos de este tipo los encontramos muy a menudo en nuestro pa¨ªs. Sin ir m¨¢s lejos, me viene a la memoria este Partido Nacionalista Vasco que, con su plan Ibarretxe, crey¨® que pod¨ªa alargar el recorrido de su famoso "p¨¦ndulo patri¨®tico" y termin¨® por escorarse tanto en sus posiciones que perdi¨® apoyo por todos los lados; por las zonas tranquilas del nacionalismo autonomista, pragm¨¢tico e inteligente y por esas otras aguas oscuras y profundas del independentismo que tambi¨¦n opt¨® por votar a otras formaciones. Aunque todav¨ªa no lo reconocen, perder m¨¢s de 140.000 votos de golpe, es una tremenda bofetada de realidad.
No hay propuestas por parte del PP, s¨®lo hay una activaci¨®n de lo que suele donominarse "voto del miedo"
Un pol¨ªtico que ning¨²n partido se atrever¨ªa a presentar en ning¨²n pa¨ªs europeo que haya sufrido dictaduras fascistas
Otro ejemplo puede ser aquel Aznar embebido de poder, que termin¨® metiendo a Espa?a en una rid¨ªcula guerra en Irak, ilegal, injusta, sujetada por mentiras y por oscuros intereses petrol¨ªferos y geopol¨ªticos de Estados Unidos y que, en vez de rectificar a tiempo, acab¨® despreciando e insultando a quienes no le daban la raz¨®n y se manifestaban para expresarlo. Alg¨²n tiempo despu¨¦s de aquellas manifestaciones, continu¨® la arrogancia y la mentira tras los tr¨¢gicos atentados de Atocha y la gente termin¨® harta de aquella forma de hacer pol¨ªtica. Aunque parece que todav¨ªa no lo sabe, Aznar perdi¨® las elecciones.
La segunda raz¨®n suele ser justamente la contraria; cuando un partido o un gobierno ya no tiene ni discurso ni proyecto pol¨ªtico y empieza a ser consciente de que est¨¢ perdiendo apoyo popular tambi¨¦n termina por dejarse seducir con los cantos de sirena del radicalismo. La experiencia hist¨®rica espa?ola suele indicar que cuando esto empieza a suceder, el resultado es siempre el mismo; la perdida de, todav¨ªa, m¨¢s apoyo popular.
Si buscamos un ejemplo actual para este ¨²ltimo supuesto, lo encontramos muy f¨¢cilmente en Galicia. El Partido Popular gobierna all¨ª con mayor¨ªa desde hace 16 a?os. El candidato que presentan es Presidente de la Xunta desde hace cuatro legislaturas y se llama Manuel Fraga; un pol¨ªtico que ning¨²n partido se atrever¨ªa a presentar a nada en ning¨²n pa¨ªs europeo que haya sufrido dictaduras fascistas en su pasado reciente. En cualquier caso, resulta dif¨ªcil hablar de Don Manuel porque ya est¨¢ todo dicho, qu¨¦ decir de Fraga que no dijeran ya nuestros padres y nuestros abuelos, todas esas generaciones de espa?oles que vivieron y murieron en la dictadura franquista.
Con todo, la radicalizaci¨®n del Partido Popular es perfectamente visible ante un seguimiento, siquiera m¨ªnimo, de la campa?a electoral en Galicia. La ausencia de proyecto de pa¨ªs para los pr¨®ximos cuatro a?os es palpable con la estrategia que el partido de Rajoy est¨¢ siguiendo en esas elecciones. No hay propuestas por parte del PP, s¨®lo hay una pretendida activaci¨®n de lo que suele denominarse "voto del miedo" ante el m¨¢s que probable cambio de gobierno en la comunidad aut¨®noma. Es seguro que esa ausencia de proyecto y esa tendencia a buscar el miedo como motor del voto en Galicia es perfectamente coherente con la estrategia que el Partido Popular desarrolla a nivel nacional. As¨ª, nada bueno dicen de s¨ª mismos, pero es seguro tambi¨¦n que est¨¢n deteriorando much¨ªsimo la calidad del debate pol¨ªtico al que tiene derecho la ciudadan¨ªa gallega.
Las aportaciones m¨¢s famosas del Partido Popular para la pr¨®xima legislatura son premoniciones catastr¨®ficas de sobra conocidas; los asquerosos homosexuales, la Galicia llena de terroristas, los votos robados si no se consiguen democr¨¢ticamente y el desprestigio constante de los otros dos partidos como actores capacitados para gobernar. Miedo al cambio y nada m¨¢s.
Ante este panorama, todas las encuestas indican que un 60% de los gallegos quiere un cambio, que m¨¢s de la mitad de la ciudadan¨ªa considera que Fraga no se debiera haber presentado a estas elecciones y que el Partido Popular perder¨¢ la mayor¨ªa absoluta. Los porcentajes de los sondeos otorgan al PP entre 34 y 36 esca?os (la mayor¨ªa absoluta est¨¢ en 38) con un 42% de los votos. El PSdeG obtendr¨ªa entre 24 y 25 esca?os con un 35% y el BNG entre 15 y 17 con un 19% de las papeletas.
Las dos inc¨®gnitas que flotan en el aire son la orientaci¨®n del voto por correo de los inmigrantes (la quinta provincia) que ser¨¢ especialmente elevado y la capacidad real que Fraga haya tenido en la activaci¨®n de voto con su estrategia del miedo.
En cualquier caso, creo que los indicadores fiables de derrota del PP vienen de su radicalismo y no de las encuestas porque dicen que de ¨¦stas no hay que fiarse ya que no siempre aciertan. Don Manuel lo explica a su manera; dice que cuando a una mujer le preguntan con cuantos hombres se acuesta, ¨¦sta no suele dar una respuesta certera.
Yo digo que, ojal¨¢ la respuesta certera la d¨¦ Galicia para que, en oto?o, el ¨²ltimo ministro de Franco cumpla los 83 a?os en casa.
Eduardo Madina es secretario general de Juventudes Socialistas de Euskadi.
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