Sociedad y pol¨ªtica en las elecciones iran¨ªes
Las pr¨®ximas elecciones presidenciales iran¨ªes son todo un ejercicio de geopol¨ªtica regional, equilibrios internacionales y dinamismo interno. Nunca antes unos comicios en este pa¨ªs hab¨ªan estado tan condicionados por estas tres variables que interact¨²an entre s¨ª.
Ir¨¢n se encuentra en pleno proceso de negociaci¨®n sobre su producci¨®n nuclear con el llamado grupo UE-3 (los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Gran Breta?a y Alemania), a la vez que EE UU se muestra impaciente por llevar al Consejo de Seguridad al r¨¦gimen iran¨ª e imponerle sanciones. Israel no escatima amenazas verbales sobre una posible acci¨®n unilateral de bombardeo selectivo contra sus instalaciones nucleares si lo considera necesario, y desde hace unos a?os se da un sentimiento iran¨ª de aislamiento regional profundo ante la evidencia de que EE UU es un "nuevo vecino" que controla Irak y Afganist¨¢n. Esta dr¨¢stica realidad ha impuesto, de facto, que en la actual campa?a electoral iran¨ª se haya roto un tab¨² y la cuesti¨®n de las relaciones (es decir, normalizaci¨®n) con EE UU haya ocupado un singular espacio, sutilmente trazado pero no por ello menos evidente. Rafsanjani expresa su deseo de mejorar el clima entre ambos pa¨ªses y se muestra dispuesto al di¨¢logo con Washington. El reformista Moin ha ido expresando progresivamente su deseo de superar el pasado cuarto de siglo de enfrentamiento, e incluso entre los candidatos de la vieja guardia la unanimidad antiamericana se va fracturando, y, por ejemplo, Al¨ª Larjani es considerado un pragm¨¢tico que pensar¨ªa en lograr un modus vivendi con la superpotencia ante la larga sombra que extiende sobre la seguridad nacional de Ir¨¢n. Para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n iran¨ª, b¨¢sicamente joven, es ¨¦sta una importante cuesti¨®n porque en absoluto desea sufrir ni desestabilizaciones internas dirigidas desde el exterior ni m¨¢s traum¨¢ticas experiencias militaristas y violentas.
?ste es un primer y relevante an¨¢lisis que emana de este particular proceso electoral que EE UU tendr¨¢ que meditar seriamente. Y decidir si es viable continuar con la r¨ªgida propaganda antiiran¨ª y dar alas a la obsesi¨®n del sector duro de Washington -que busca lograr el sue?o inalcanzable de recuperar al Estado-cliente que fue el Ir¨¢n del Sha, a trav¨¦s de sus desastrosas pol¨ªticas de "cambio de r¨¦gimen"-; o bien darse cuenta de que Ir¨¢n es una pieza clave en la evidente emergencia en Oriente Medio del actor chi¨ª y mesurar la importancia del refuerzo progresivo del eje Rusia, China e Ir¨¢n, para ir modificando una pol¨ªtica cuya perspectiva le aboca al fracaso en la regi¨®n.
Una vez m¨¢s, ser¨ªa de esperar que la Uni¨®n Europea pudiese desempe?ar un papel intermediario positivo en este sentido. Para ello hay que ser conscientes de una realidad y un objetivo. La cruda experiencia de la guerra irano-iraqu¨ª en los a?os ochenta dej¨® dos lecciones forjadas a hierro en toda la clase pol¨ªtica iran¨ª: que no volver¨ªan a quedarse en una situaci¨®n tan vulnerable (Sadam Husein utiliz¨® armas qu¨ªmicas conseguidas por sus aliados occidentales) y que, cuando se trata de los intereses de una superpotencia, las convenciones y leyes internacionales no tienen ninguna operatividad (Ir¨¢n nunca logr¨® que la ONU condenase la invasi¨®n iraqu¨ª contra Ir¨¢n, que provoc¨® la guerra, ni tampoco el uso de las armas qu¨ªmicas contra los iran¨ªes). De ah¨ª su b¨²squeda por dotarse de armamento no convencional, incluido, si es posible, el nuclear. La sola manera de invertir este proceso es equilibrar las relaciones con Ir¨¢n, garantizarle que no habr¨¢ ataques militares, ir facilitando su integraci¨®n en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, normalizar las relaciones con Washington respetando la soberan¨ªa y la evoluci¨®n pol¨ªtica interna iran¨ª, y apoyar a los verdaderos sectores reformistas y democr¨¢ticos, lo cual no se ha hecho con el entusiasmo que la situaci¨®n requer¨ªa.
En el marco interno, lejos de las visiones pesimistas, la competici¨®n electoral se ha diversificado y el dinamismo pol¨ªtico de la sociedad iran¨ª no ha decrecido, sino que se ha pluralizado. ?ste es el gran logro de los dos mandatos del reformista Jatam¨ª. En efecto, los obst¨¢culos de la vieja guardia han dejado a los reformistas sin reformas, lo que les est¨¢ costando perder las elecciones legislativas de febrero de 2004 y muy probablemente las presidenciales de ahora, pero desde 1997 hasta la actualidad ha tenido lugar una verdadera transformaci¨®n social y cultural que es, hoy d¨ªa, irreversible. Ir¨¢n cuenta con una muy fuerte y activa sociedad civil que hasta el sector conservador ha debido tener en cuenta. Las elecciones y el acceso masivo de una gigantesca nueva generaci¨®n de j¨®venes a la educaci¨®n han funcionado como una alquimia que ha dado poder a la sociedad. La educaci¨®n la ha politizado y afirmado en sus elecciones individuales, y las elecciones le han permitido blandir el arma de la abstenci¨®n. Y la abstenci¨®n es una deslegitimaci¨®n que ya no puede permitirse el viejo r¨¦gimen iran¨ª. As¨ª, los conservadores iran¨ªes siempre hab¨ªan centrado su acci¨®n en las poderosas instituciones pol¨ªticas y econ¨®micas que controlan ignorando el hecho electoral, hasta que progresivamente en los ¨²ltimos a?os su generaci¨®n m¨¢s joven, entre 40 y 50 a?os, ha tenido que ir modulando su lenguaje para adaptarse a los cambios de la sociedad, dejando de lado las expresiones religiosas m¨¢s extremas y mostrando cierta tolerancia hacia la creatividad cultural y la autonom¨ªa individual. Por esta misma raz¨®n, el propio Gu¨ªa espiritual, Al¨ª Jamenei, tuvo que intervenir para corregir al Consejo de Guardianes, que no hab¨ªa admitido m¨¢s que seis candidatos a la presidencia y ninguno reformista, y pedir que se admitiese a dos candidatos de esta tendencia, Mostafa Moin y Mohsen Mehralizadeh. Sin duda, Jamenei temi¨® que una demoledora abstenci¨®n minase al establecimiento gobernante isl¨¢mico y le debilitase en un marco regional e internacional tan delicado para Ir¨¢n.
La competencia electoral, en esta ocasi¨®n, ha salido de la bipolaridad reformistas / conservadores al entrar en liza un tercer candidato: Hashemi Rafsanjani, el cual aparece como la "tercera v¨ªa" con m¨¢s posibilidades de ¨¦xito por defecto de las otras dos tendencias, aunque quiz¨¢s obteniendo su victoria en una segunda vuelta electoral si, como es posible, ning¨²n candidato obtiene la mayor¨ªa absoluta en la primera. Los reformistas, cuyo principal candidato es Mostafa Moin, arrastran el estigma de haber fracasado ante las enormes expectativas que generaron desde 1997 y, sobre todo, representan un liderazgo al que los desencantados ven inevitablemente encerrado en ese c¨ªrculo vicioso entre conservadores y reformistas imposible de desembocar en alg¨²n cambio pol¨ªtico sustancial. De ah¨ª que vaya a ser el m¨¢s afectado por la abstenci¨®n. Las asociaciones de estudiantes, uno de sus viveros electorales, est¨¢n divididas entre la abstenci¨®n y el voto, y un representativo sector de personalidades e intelectuales reformistas muy conocidos, como Abdollah Nouri, Abbas Amir Entezam, la premio Nobel Shirin Ebadi, etc¨¦tera, han constituido un polo antielecciones a trav¨¦s de un "Manifiesto por la Rep¨²blica" en que denuncian el sistema pol¨ªtico existente porque el presidente no tiene ni poder ni capacidad de decisi¨®n reales.
Esta situaci¨®n beneficia a Hashemi Rafsanjani, de 70 a?os, que ha ocupado casi todos los altos cargos pol¨ªticos de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. No es ning¨²n renovador, si bien tiene fama de pragm¨¢tico y fue el que llev¨® a cabo el "termidor" de la revoluci¨®n iran¨ª cuando ocup¨® la presidencia, entre 1989 y 1997. Cuenta con una base de poder importante, tanto pol¨ªtica como econ¨®mica, conseguida en su larga carrera con puestos pol¨ªticos determinantes, y se ha erigido como el escudo contra los radicales del r¨¦gimen, lo cual no es poco para muchos. Pero su ¨¦xito no se deber¨¢ a su popularidad (se present¨® en las legislativas de 2001 por Teher¨¢n y experiment¨® un rotundo fracaso), sino a los dif¨ªciles tiempos que vive Ir¨¢n. Es decir, el pueblo no lo quiere, pero para algunos es como un contrapeso en la perversa dial¨¦ctica reformistas / conservadores, y el que quiz¨¢s sea capaz de sacar al pa¨ªs lentamente del bloqueo interno e internacional. Esto hoy d¨ªa, consideran, es ya bastante. Pero lo realmente significativo es la fuerza de la sociedad iran¨ª y el actor insoslayable en que se ha convertido para toda la clase pol¨ªtica del pa¨ªs. Sea quien sea el ganador, tendr¨¢ que tenerla cada vez m¨¢s en cuenta.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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