Se blindan y hacen caja
Conversaci¨®n -no ins¨®lita- entre un curioso y un alto cargo del PP valenciano: "?Por qu¨¦ hab¨¦is echado a Fulano de RTVV?", pregunta aqu¨¦l. "Porque no se puede morder la mano que te da de comer", responde ¨¦ste. La personalidad de los protagonistas es irrelevante, pues lo significativo por s¨ª mismo es el episodio, exponente de una concepci¨®n democr¨¢tica retr¨®grada que convierte al ciudadano en amigo o enemigo a tenor de sus opiniones -con el consiguiente r¨¦gimen de premios y castigos- y al patrimonio p¨²blico en alquer¨ªa particular del partido gobernante. El trance no es exclusivo del actual Gobierno de la Comunidad, pues tiene sus precedentes en etapas anteriores gestionadas por el PSPV. La diferencia o matiz consiste ¨²nicamente en que los conservadores, tutelados por Eduardo Zaplana, intentaron al menos soltar lastre reaccionario y abrir ventanas a la discrepancia. Quiz¨¢ iban sobrados, no como ahora.
Pero se acab¨® lo que se daba. Los populares, en la recta final de la legislatura, cierran filas, se blindan y, si est¨¢ en su mano, hacen caja. Alarmantes s¨ªntomas de una mentalidad crepuscular y una etapa partidaria en descomposici¨®n, cuyos reveladores s¨ªntomas no s¨®lo se perciben en Galicia. Aqu¨ª, en el Pa¨ªs Valenciano, y a pesar del mariachi medi¨¢tico de los conservadores -?qu¨¦ lejos queda el espejismo centrista!- no pasa d¨ªa sin que nos amenice una historia de corrupciones o corruptelas, impensables en una formaci¨®n con perspectivas de futuro y equipada de proyectos.
Ah¨ª tenemos el caso de Jos¨¦ Manuel Uncio, el ex director del Instituto de Finanzas, un tipo experto en las entretelas del poder y de la burocracia, convertido justamente en un pim pam pum period¨ªstico por nader¨ªas e insensateces que en otras circunstancias no se hubieran hiperbolizado, pero que hoy son un esc¨¢ndalo y acaso un delito si aplic¨¢semos el rigor con que debe contemplarse la administraci¨®n de los dineros p¨²blicos. Pero ¨¦l y sus predecesores, como los mandados de la tele, creen que todav¨ªa est¨¢n amparados por la bonanza de los ganadores y que todo el monte es or¨¦gano. Olvidan que, una vez delatada, la delincuencia o choricer¨ªa menor, es m¨¢s corrosiva que los urbanicidios m¨¢s deslumbrantes, como el hotel Atrium, de la Vila Joiosa, que ah¨ª sigue desafiante y acusador de graves indolencias o transacciones.
Y por la misma raz¨®n terminal, cobran m¨¢s relieve las arbitrariedades del presidente de la Diputaci¨®n de Valencia, el inefable Fernando Giner. No s¨®lo ha hecho de su capa un sayo a lo largo de su mandato, convirtiendo la corporaci¨®n en un desmadre administrativo al decir de la oposici¨®n y de algunos de sus propios cofrades, sino que ¨¦ste lo est¨¢ culminando cargando la suerte en la contrataci¨®n de personal adicto. La empresa p¨²blica Imelsa ha sido en este caso la puerta falsa, como antes lo fueron otras entidades de la casa. Clama al cielo que el proyecto de Estatuto renovado no contemple la supresi¨®n o sustituci¨®n de estos engendros administrativos provinciales, reducidos a la onerosa condici¨®n de pesebres.
No queda espacio para engatillar aqu¨ª esa suerte de totus tuus que se ha organizado en torno a otro bar¨®n corporativo, Carlos Fabra. "A tu lado somos muchos", dicen sus amigos solidarios. Justo lo que le faltaba al pa¨ªs para quedarse -moralmente- esquilmado. Un asunto que merece su glosa aparte.
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