'Carlitos'
La cena de homenaje a Carlos Fabra que varias "entidades culturales" de Castell¨®n promueven bajo el acertado lema A tu lado somos muchos, ser¨ªa un yacimiento cinematogr¨¢fico muy suculento para Brian de Palma, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese o, si todav¨ªa viviera, Sergio Leone. De esa fosa s¨¦ptica podr¨ªan extraer suficientes coreograf¨ªas, gestualidades e inspiraci¨®n para dar una vuelta de tuerca a la perfecci¨®n que cada uno de ellos alcanz¨® en sus diversas aproximaciones cinematogr¨¢ficas a la mafia italoamericana. Alguien deber¨ªa ponerles sobre aviso para que este purulento acontecimiento no llegue a tener lugar el pr¨®ximo 15 de julio sin su presencia, puesto que en el fondo el acto de respaldo a Carlitos (como es designado en el ¨¢mbito amistoso) frente al acoso de la justicia constituye un cumplido contempor¨¢neo y litoral a Vito Corleone, Lucky Luciano y Al Capone. Incluso Robert de Niro empe?ar¨ªa su lunar por asistir a ese m¨¢ster de interpretaci¨®n y poder aprender observando con detenimiento a Fabra con su antifaz de Ray-Ban. Esa cena cierra un ciclo de esplendor iniciado a mediados de los noventa, cuando este abogado castellonense con cartel de vividor recuper¨® la Diputaci¨®n que ya hab¨ªa ocupado con insistencia su familia desde que su tatarabuelo, Don Victoriano (capisci?), hace m¨¢s de un siglo se instal¨® en ella y convirti¨® el clientelismo y la contraprestaci¨®n en su premisa pol¨ªtica. Desde entonces, Carlos Fabra no ha hecho otra cosa en su trayectoria pol¨ªtica que ser fiel a la familia. En uno de aquellos d¨ªas en los que se sent¨ªa tan blindado que se permit¨ªa el lujo de dejar rastros bancarios de ingresos sin justificar (los que ahora siguen los sabuesos de Hacienda pis¨¢ndole los talones), a media cena en el Hotel Palace de Madrid, donde se celebraba la Gran Gala Costa del Azahar, Fabra entr¨® en el ba?o donde yo me encontraba y se acopl¨® en uno de los urinarios con una autoridad inequ¨ªvoca. All¨ª varios de los tipos agradecidos que ahora organizan su homenaje le dieron palmadas a la espalda por la comilona que se estaba sirviendo. Entonces ¨¦l, sin interrumpir su cometido, los calm¨®: "Pues ahora viene lo bueno". Eran otros tiempos. Ahora son ellos los que tratan de calmarlo.
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