El futuro viene del Este
Poco se parece la China actual a la que Mao proyectaba tras la revoluci¨®n comunista de 1949. Ya a finales de los a?os cincuenta, siguiendo una ¨¦poca de relativa estabilidad, de nuevo se produc¨ªan en China grandes hambrunas, y un gran caos social. Sin embargo, no fue hasta los a?os setenta cuando el r¨¦gimen se mostr¨® abierto a probar nuevas f¨®rmulas de desarrollo econ¨®mico.
Lo cierto es que China ha adoptado medidas de liberalizaci¨®n econ¨®mica, con efectos muy positivos en conjunto, a la vez que sorprendentes. China es ya la s¨¦ptima econom¨ªa de mundo y se prev¨¦ que, en menos de diez a?os, pase a ser la tercera despu¨¦s de Estados Unidos y Jap¨®n y por delante de Alemania, Reino Unido y Francia. Hoy en d¨ªa se pueden ver en las grandes ciudades chinas innumerables sucursales de McDonald's o Pizza Hut, y coches privados de las grandes marcas occidentales.
Las familias chinas ahorran m¨¢s del 40% de sus ingresos, un dinero que se dirige a los bancos estatales, quienes lo prestan con mucha 'manga ancha'
Tambi¨¦n la estructura econ¨®mica china se ha transformado radicalmente: la agricultura representa ya un porcentaje del producto interior bruto (PIB) pr¨®ximo al 15%, la industria m¨¢s de la mitad y los servicios en torno a un tercio. Este desarrollo econ¨®mico se ha cimentado en un proceso fren¨¦tico de inversi¨®n en capacidad productiva adem¨¢s de un fuerza laboral de dimensiones impresionantes y muy bajo coste. As¨ª, la econom¨ªa ha logrado un crecimiento entre los a?os 1999 y 2003 del 8% anual acumulativo, seguido de un 9,5% en 2004, y todo ello con una inflaci¨®n controlada. ?D¨®nde est¨¢, entonces, el problema del crecimiento econ¨®mico de China? ?Hay motivo para preocuparse o hay que admitir simplemente que se est¨¢ produciendo un proceso de expansi¨®n bien fundamentado y equilibrado?
Una de las principales preocupaciones es la velocidad a que se est¨¢ acumulando la inversi¨®n, con crecimientos pr¨®ximos al 30% anual. La financiaci¨®n para estos proyectos llega con facilidad, probablemente excesiva, y la consecuencia l¨®gica es que se genere un problema de sobrecapacidad por haberse acometido algunos proyectos no rentables, si los tipos de inter¨¦s fueran "los correctos". De hecho, las familias chinas ahorran m¨¢s del 40% de sus ingresos. Una gran parte de ese ahorro se dirige a los grandes bancos estatales y ¨¦stos lo prestan con mucha manga ancha. Para estos bancos, los pr¨¦stamos se ven como una forma de subsidio y apenas se preocupan de la capacidad de devoluci¨®n del prestatario. La consecuencia es evidente: Cr¨¦dit Suisse First Boston calcula que, a d¨ªa de hoy, un 40% de los pr¨¦stamos son de dudoso cobro. Por tanto, la econom¨ªa china puede estar generando un desequilibrio con consecuencias deflacionistas en el largo plazo, sobre la base de un sistema financiero enfermo.
Estas consideraciones son importantes para entender el proceso macroecon¨®mico e identificar posibles problemas futuros. No obstante, la realidad de China es que se est¨¢ produciendo un r¨¢pido proceso de modernizaci¨®n de la sociedad, y de apertura y liberalizaci¨®n de la econom¨ªa; que existe una inmensa capacidad de mano de obra barata; y que se configura como uno de los mercados demandantes de bienes y servicios m¨¢s importantes en esta y las pr¨®ximas d¨¦cadas. Sean cuales sean los obst¨¢culos que se encuentre en su camino, en la econom¨ªa de futuro, China ser¨¢ una de las grandes protagonistas.
Santiago Churruca es director de Estrategia de Inversiones de Deutsche Bank Private Wealth Management.
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