Peor que la c¨¢rcel
Madres e internos relatan las condiciones de los centros de menores canarios, donde ha habido muertes y denuncias por torturas
Un chico de 18 a?os, fugado desde octubre, resume as¨ª la descomposici¨®n de los centros de menores de Tenerife, calificados por el Defensor del Pueblo canario como ejemplo de maltrato institucional: "En septiembre quem¨¦ un colch¨®n en mi celda para hacerme pasar por enfermo y fugarme; no lo logr¨¦ y me castigaron: me ataron con grilletes, en las manos y en los pies, a una cama sin colch¨®n: as¨ª estuve, sobre el somier, en calzoncillos, un d¨ªa entero y una noche, solo, sin comer". A la segunda lo consigui¨®. "Los vigilantes no pusieron pegas, me dijeron: 'Yo voy a cobrar lo mismo, mi hijo, as¨ª que vete". No quiere que salga su nombre: "Pon Pedro". Ahora est¨¢ en Santa Cruz, con su madre.
Los incidentes se arrastran desde 2001, a?o en que entr¨® en vigor la Ley del Menor
"Nosotros dorm¨ªamos cuatro en una celda. Incluso dos en una cama", dice un fugado
Porque las madres andan siempre detr¨¢s. En Tenerife se han convertido en un poder f¨¢ctico, inundando la Fiscal¨ªa de Menores de denuncias: malos tratos, palizas, torturas, consumo de hach¨ªs, coca¨ªna y tranquimacines: "No me indican qu¨¦ medicamentos le recetan, y noto que mi hijo va como medicado...", expone ?ngeles Ramos. "Mi hijo fue inmovilizado durante horas, atado con cinturones negros...", sostiene Teresa Curbelo; "Usan unos cinturones [parecidos a camisas de fuerza], dej¨¢ndolo [a mi hijo] inmovilizado horas, sin ir al servicio, haci¨¦ndose sus necesidades encima...", escribe Mar¨ªa Luisa Pedrote.
Y ni siquiera estas denuncias aluden a los hechos m¨¢s graves: hay un coordinador procesado, acusado de violar en noviembre a un menor; hace 10 d¨ªas, una chica de 16 a?os muri¨® asfixiada en su celda del centro de Valle Tabares al quemar un colch¨®n contra la puerta; en noviembre, Philipp Garc¨ªa, de 16 a?os, apareci¨® muerto debajo de su cama del centro Nivaria, tambi¨¦n asfixiado, con la cabeza dentro de una bolsa de basura atada al cuello. En un principio se pens¨® en un suicidio, pero la Guardia Civil tiene abierto el caso porque hay indicios que apuntan a un asesinato: un cepillo de dientes afilado como un punz¨®n encontrado en el suelo a su lado, signo de que se sent¨ªa amenazado y quiso dormir junto a un arma, y la falta de huellas dactilares en la bolsa.
Los incidentes se arrastran desde 2001, fecha en que entr¨® en vigor la Ley del Menor, que elevaba la edad penal de 16 a 18 a?os. Los centros, que nadie se cuid¨® en preparar, se vieron desbordados. Se juntaron chicos de 16 a?os con problemas de conducta con sicarios y matones de 20 o 22 a?os procedentes de la c¨¢rcel, que iban a parar all¨ª porque cometieron los cr¨ªmenes antes de cumplir los 18. El ambiente comenz¨® a pudrirse. "Yo recuerdo un chiquito, de 16 a?os, que lleg¨® all¨ª por robar cuatro chorradas", comenta un vigilante que a¨²n trabaja en Tenerife. "Le colocaron en una celda junto a un hijo de puta de 22 a?os acusado de asesinato y cocain¨®mano. Eso era hace tres a?os. Ahora, ese chiquito, en libertad, va hecho un zombi por la calle, drogado, perdido, y acabar¨¢ en la c¨¢rcel de Tenerife II".
El fiscal de menores de Tenerife, Miguel Serrano, asegura que posee informes, remitidos por la propia Administraci¨®n de las islas, en los que se demuestra que el consumo de drogas en los centros de menores es frecuente. Aunque para enterarse de eso no hacen falta informes. Basta preguntar a este vigilante: "De celda a celda se pasan el chocolate o la coca¨ªna con unas cajitas atadas a unos hilos: los llaman carritos. Y para meter la droga se recurre a menores que est¨¢n en r¨¦gimen semiabierto, que salen de permiso. Los m¨¢s mayores, que son t¨ªos como armarios, violent¨ªsimos, de 22 a?os, amenazan a los m¨¢s peque?os, a los m¨¢s avasalladitos, para que traigan granos de hach¨ªs o coca en el ano. Si no lo hacen, los apalean". "Yo he visto una chica traer droga en un huevo kinder escondido en la vagina", a?ade una ex cuidadora.
El hacinamiento lo agrava todo: "Nosotros dorm¨ªamos cuatro o cinco en una celda de dos. Incluso dos en una cama", comenta Pedro. Despu¨¦s de levantarse, las cosas no iban mejor. "Hab¨ªa clases de matem¨¢ticas, s¨ª, de una hora cada dos d¨ªas, en el comedor, pero eran de hacer sumas y restas de dos cifras, como para ni?os, y las daba el primero que pasaba, un guardia de seguridad, un cuidador...Yo que me quedaba loco: en historia nos ense?aban las capitales: Madrid, capital de Espa?a; Par¨ªs, capital de Francia...".
La cuidadora citada antes a?ade: "A veces yo tra¨ªa desde mi casa libros porque no ten¨ªan ni libros, ni pizarras, ni siquiera balones para jugar en el patio, donde se reun¨ªan en una esquina a aburrirse ?C¨®mo extra?arse luego de que, viendo pel¨ªculas, vayan siempre con los malos? Una vez, a Nicolas Cage, en Con Air, que hac¨ªa de infiltrado, le llamaban poli chivat¨®n y cabr¨®n".
El director general de Protecci¨®n del Menor, Jos¨¦ Luis Arregui, que tom¨® posesi¨®n del cargo hace dos semanas, reconoce el problema, pero cree que el plan de choque del Gobierno canario, aprobado el mi¨¦rcoles, dar¨¢ resultado en meses: "Habr¨¢ funcionarios especializados para coordinar y habr¨¢ planes educativos para que los 240 menores recluidos ahora en los cuatro centros de menores de Canarias tengan posibilidades de reinserci¨®n". Tambi¨¦n se ha inaugurado, a toda prisa, para cerrar un edificio por orden judicial, un macrocentro (Tabares II), con aire de fortaleza, para 120 internos, informa Juan Manuel Pardellas.
Pero las madres no se f¨ªan. Dolores, de 38 a?os, no se f¨ªa. Su hijo, como Pedro, se fug¨® de Valle Tabares I, en febrero, con meses de condena pendiente. Ahora, la madre, que hace a?os fue la primera en solicitar que internaran a su hijo en un reformatorio, avisa: "Mi hijo est¨¢ conmigo, en mi casa, en Gran Canaria. Pero que no vengan a por ¨¦l porque que no lo pienso entregar. Yo ped¨ª que lo metieran en un centro de menores, no en Guant¨¢namo".
Adictos al culebr¨®n y al tranquimac¨ªn
"La ¨²nica hora en la que no habr¨¢ un mot¨ªn en el centro de menores de Valle Tabares es cuando emiten el culebr¨®n de la televisi¨®n canaria Pasi¨®n de gavilanes". Dolores, la madre de un interno fugado, comenta que su hijo volvi¨® del centro de internamiento con dos adicciones: "A los tranquimacines, que se los daban a todas horas, y al culebr¨®n de despu¨¦s de comer". A juicio de la madre, esto indica que all¨ª "no hab¨ªa nada que hacer excepto ver la tele y malearse". El caso del hijo de Dolores es sintom¨¢tico: "Lo expulsaron del colegio a los 14 a?os por mal comportamiento; mi hijo ten¨ªa trastornos de conducta, una enfermedad psicol¨®gica, pero no era un delincuente. Acab¨® en la calle, porque no lo admit¨ªan en ninguna escuela. Y acab¨® delinquiendo, y en el centro de menores, mezclado con asesinos".
El Gobierno canario, dentro del plan de choque para arreglar la situaci¨®n de los reformatorios, ha prometido la creaci¨®n de un centro terap¨¦utico en Canarias. Tambi¨¦n intentar¨¢ que los menores sean recluidos en su isla de residencia. "Ahora, desde Gran Canaria, donde yo vivo, te gastas 150 euros cada semana en ir a visitar al menor a Tenerife. Y cuatro visitas al mes es un sueldo. Un sueldo entero para familias que son siempre pobres", dice Dolores.
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