?Tongo!

La corrida anunciada no existi¨®. Lo que hubo fue un tongo porque los toros fueron animales caricaturescos, agotados, noqueados, enfermos o borrachos, para verg¨¹enza de las dos ganader¨ªas y de todos los taurinos y autoridades que permiten el fraude y que la decadencia se apodere de la fiesta. Si a Las Ventas s¨®lo acuden turistas inasequibles al aburrimiento, llegar¨¢ el momento en que ¨¦stos tambi¨¦n deserten ante el bochornoso espect¨¢culo que se les ofrece. Un muermo en toda regla fue el festejo de ayer, que deber¨ªa hacer reflexionar a los responsables de semejante tomadura de pelo. Pero seguir¨¢n insistiendo, con total seguridad, hasta el exterminio de un espect¨¢culo que anta?o dicen que fue emocionante.

Alguien deber¨ªa ordenar el an¨¢lisis de las v¨ªsceras de estos toros porque es dif¨ªcil creer que estuvieran sanos y sobrios. Bien presentados y de astifinas defensas, toda su presencia no duraba m¨¢s de 30 segundos, el tiempo de dar una vuelta al anillo y perder las manos en los primeros capotazos. Se acababa, entonces, el toro y se tornaba en enfermo moribundo al que todos cuidaban con mimo hasta su muerte definitiva momentos despu¨¦s.

La decadencia es, adem¨¢s, un virus contagioso. As¨ª, los toreros pasaron sin pena ni gloria, tristes y abatidos, quiz¨¢, ante tal material de desecho. El peor parado fue Barrag¨¢n, al que le toc¨® el ¨²nico que embisti¨® en nobleza, el quinto, y no supo qu¨¦ hacer con ¨¦l. Acompa?¨® el viaje sin gracia, se coloc¨® mal, abus¨® del pico, dio muchos pases, pero s¨®lo sobresali¨® un natural. Dej¨® pasar una oportunidad para relanzar su corta agenda de contratos. Nada pudo hacer ante el primero, al que le rob¨® un redondo.

Muchos pases dio tambi¨¦n Canales Rivera, pero ni tuvo oponentes ni su toreo dice mucho. El primero, un moribundo impropio de esta plaza; recibi¨® al otro con una larga cambiada en el tercio y apunt¨® capotazos que no remat¨®. Lleg¨® el toro agotado al tercio final y pronto se acab¨® la historia. Valverde s¨®lo pudo demostrar que posee oficio y valor ante su deslucido primero; m¨¢s inv¨¢lido y parado fue el sexto, al que tumb¨® de una estocada fulminante y se marc¨® por su cuenta una vuelta al ruedo.