Por un crecimiento econ¨®mico limpio
El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, ha prometido que en la reuni¨®n que el G-8 mantendr¨¢ entre el 6 y el 8 de julio en Gleneagles (Escocia), y que estar¨¢ presidida por ¨¦l, se centrar¨¢ en dos de los problemas m¨¢s importantes y duraderos del mundo: la pobreza del Tercer Mundo y el calentamiento del planeta. Durante mucho tiempo, estas dos cuestiones parec¨ªan opuestas. Comprensiblemente, el mundo en desarrollo no quiere sacrificar su crecimiento por el bien p¨²blico del planeta, especialmente cuando Estados Unidos, el pa¨ªs m¨¢s rico del mundo, no parece dispuesto a sacrificar siquiera un poco de su lujoso estilo de vida. Liderada por Pap¨²a Nueva Guinea y Costa Rica, una coalici¨®n de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo con selvas h¨²medas ha presentado una propuesta innovadora, en la que no s¨®lo ofrece comprometerse a limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, sino tambi¨¦n demostrar que pueden hacerlo de tal manera que fomente su desarrollo.
El mundo en desarrollo no quiere sacrificar su crecimiento por el bien p¨²blico del planeta
Hace tiempo que los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo proporcionan un bien p¨²blico global: mantener unos activos medioambientales mundiales. Sus selvas h¨²medas constituyen un enorme almac¨¦n de biodiversidad, y las selvas, grandes sumideros de carbono, al reducir el nivel de CO2 en la atm¨®sfera. Yo particip¨¦ en el Panel Internacional para el Cambio Clim¨¢tico a mediados de la d¨¦cada de los noventa, revisando las pruebas cient¨ªficas referentes al aumento de gases de efecto invernadero y sus consecuencias econ¨®micas y sociales. Entonces ya dispon¨ªamos de pruebas abrumadoras para demostrar la existencia de un problema grave que hab¨ªa que resolver, y desde entonces los datos -relativos, por ejemplo, al r¨¢pido derretimiento del casquete polar- han reforzado esta conclusi¨®n. Aproximadamente la cuarta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero procede del cambio de uso de la tierra, principalmente la deforestaci¨®n, cantidad comparable a las emisiones estadounidenses por quema de combustibles f¨®siles (Estados Unidos es el pa¨ªs que m¨¢s contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero).
Al mantener sus selvas h¨²medas, los pa¨ªses tropicales proporcionan un valios¨ªsimo servicio al mundo, por el que hasta ahora no han recibido compensaci¨®n. Pero, especialmente despu¨¦s de firmar el Protocolo de Kioto, podemos valorar al menos parte de estos servicios medioambientales: la captaci¨®n de carbono (es decir, si no mantuvieran sus selvas, el nivel de concentraci¨®n en la atm¨®sfera ser¨ªa enormemente mayor). El Protocolo de Kioto ha generado nuevos mercados para negociar las emisiones de carbono, como el Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (SECE). Al precio actual del carbono, el valor de la captura de carbono por las selvas tropicales iguala o supera el actual nivel de ayuda internacional proporcionada a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. En realidad, los pobres est¨¢n ayudando a los ricos. La biodiversidad y la estabilidad clim¨¢tica son bienes p¨²blicos mundiales. Los beneficios que su conservaci¨®n proporciona al mundo superan con creces su valor de explotaci¨®n para un pa¨ªs como Pap¨²a Nueva Guinea. A su Gobierno le gustar¨ªa hacer lo correcto: conservar su capital natural para futuras generaciones. Pero las autoridades creen que ahora no tienen elecci¨®n.
En Kioto se cometi¨® (por diversas razones) un error. Mientras que se puede compensar a los pa¨ªses por reforestar, no se les puede compensar por evitar la deforestaci¨®n. A pa¨ªses como Pap¨²a Nueva Guinea les ir¨ªa el doble de bien si talaran sus viejos ¨¢rboles de madera dura y volvieran a plantar. Pero esto no tiene sentido econ¨®mica ni socialmente. A estos pa¨ªses se les deber¨ªa dar incentivos para mantener sus selvas. (Hay, como siempre, cuestiones t¨¦cnicas que resolver, referentes a seguimiento y medici¨®n, pero se pueden superar f¨¢cilmente con las tecnolog¨ªas actuales). Como m¨ªnimo, los mercados como el SECE deber¨ªan tener en cuenta las reducciones de emisiones resultantes de limitar la deforestaci¨®n. Desgraciadamente, sin dicho programa los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo carecen de los medios y de los incentivos para asumir la conservaci¨®n. En los m¨¢s de 60 pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo que albergan los bosques tropicales del mundo hay unos 2,7 millones de personas. Talar los bosques de madera dura -incluso cuando en la actualidad reciben s¨®lo el 5% del precio final que alcanza dicha madera, pongamos, en Nueva York- es la ¨²nica forma que esta gente tiene de ganarse la vida.
Algunos han insinuado que esperemos para abordar este asunto hasta 2012, a?o en que en principio debe entrar en vigor el protocolo revisado. Pero, ?podemos esperar? Al actual ritmo de deforestaci¨®n, la contribuci¨®n combinada de Brasil e Indonesia a las concentraciones de gases de efecto invernadero llegar¨ªa casi al 80% de las reducciones de emisiones conseguidas con el Protocolo de Kioto. Lo impresionante de la nueva iniciativa para las selvas h¨²medas es que procede de los propios pa¨ªses en desarrollo; representa su creatividad y su compromiso social. Por primera vez, estos pa¨ªses parecen dispuestos a abordar los compromisos adquiridos por Europa, Jap¨®n y las dem¨¢s naciones industrializadas avanzadas (excepto Estados Unidos) para evitar algo que constituir¨ªa un desastre mundial. Costa Rica, por ejemplo, ya ha demostrado que el sistema para pagar la oferta de servicios medioambientales (como el mantenimiento de las selvas naturales) puede servir para conservar el medio ambiente y mejorar la econom¨ªa. Compensar a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo por proporcionar estos servicios ser¨ªa una forma de aumentar sustancialmente la ayuda, y al mismo tiempo proporcionarles los incentivos de mercado adecuados. Desde el punto de vista mundial, el mejor uso de estos recursos es mantener las selvas, algo posible incluso con una tala controlada. ?sta es una iniciativa en la cual todos los pa¨ªses deben y deber¨ªan concentrarse. En un mundo dividido -entre ricos y pobres, entre los interesados por el medio ambiente y los que se centran en el crecimiento-, esta iniciativa puede unirnos a todos. Los l¨ªderes del G-8 deber¨ªan atender la demanda.
El autor recomienda a los l¨ªderes del G-8 que
incentiven a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo
por contribuir a mantener el medio ambiente.
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