Jaime Sin, el cardenal que impuls¨® la ca¨ªda de dos presidentes en Filipinas
Jaime Sin, el influyente cardenal de la Iglesia Cat¨®lica Romana que impuls¨® la ca¨ªda de dos presidentes filipinos -Ferdinand Marcos en 1986 y Joseph Estrada en 2001-, falleci¨® ayer en Manila a los 76 a?os de edad. Sin padec¨ªa diabetes y problemas de ri?¨®n desde hac¨ªa a?os; pero su salud se hab¨ªa deteriorado en los ¨²ltimos meses, hasta el punto que no pudo asistir, el pasado abril, al c¨®nclave que eligi¨® al nuevo Papa tras la muerte de Juan Pablo II.
"La historia recordar¨¢ este d¨ªa triste en el que muri¨® un gran libertador del pueblo filipino y un defensor de Dios", dijo ayer la presidenta del pa¨ªs, Gloria Macapagal Arroyo, en un comunicado. "El cardenal Sin deja un legado de libertad y justicia forjado con una profunda valent¨ªa personal". El prelado se jubil¨® de su cargo como arzobispo de Manila en 2003.
Quien fuera llamado en una ocasi¨®n "el comandante en jefe divino" por el ex presidente Fidel Ramos, era conocido por su gran dedicaci¨®n, su personalidad atrayente y su refinado sentido del humor. Su apellido, de origen chino, que en ingl¨¦s significa pecado, le daba juego. A menudo, se refer¨ªa a su residencia como "la casa de Sin" (la casa del pecado).
Jaime Sin naci¨® el 31 de agosto de 1928, en una familia de origen chino. Decimocuarto de 16 hermanos, entr¨® a temprana edad en el seminario. Con 47 a?os, se convirti¨® en el miembro m¨¢s joven del Colegio de Cardenales del Vaticano.
El cardenal salt¨® a la escena internacional en el a?o 1986, cuando hizo un llamamiento p¨²blico a la poblaci¨®n para que formara un escudo humano y protegiera al entonces subjefe de la Junta del Ej¨¦rcito, Fidel Ramos, y al ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile, que hab¨ªan roto con Ferdinand Marcos. Su arenga en la radio puso en marcha la llamada revuelta del "poder del pueblo", mayoritariamente pac¨ªfica, que forz¨® al dictador -acusado de corrupci¨®n y violaci¨®n de los derechos humanos- al exilio. Le sustituy¨® Coraz¨®n Aquino.
Jaime Sin fue una de las pocas voces cr¨ªticas con el Gobierno militar, despu¨¦s de que Ferdinand Marcos declarara la ley marcial en 1972. Esta posici¨®n increment¨® su popularidad y la de la Iglesia. Filipinas cuenta con 87 millones de habitantes, la gran mayor¨ªa cat¨®licos.
A?os m¨¢s tarde, el l¨ªder eclesi¨¢stico ejerci¨® de nuevo de revulsivo y anim¨® las protestas callejeras que desembocaron en enero de 2001 en la salida de Joseph Estrada -a quien sucedi¨® Gloria Macapagal Arroyo-, en medio de acusaciones de corrupci¨®n y soborno.
A la influyente Iglesia del archipi¨¦lago no le gustaba el presidente, un antiguo actor, mujeriego y amante de la juerga. El movimiento de 2001, sin embargo, ha sido calificado por algunos como una toma de poder inconstitucional por parte de la Iglesia y la ¨¦lite pol¨ªtica del pa¨ªs, descontenta porque Estrada hubiera barrido en las elecciones con su defensa de los pobres.
Seg¨²n algunos analistas, los levantamientos contra la presidencia del pa¨ªs han creado un sistema inestable, en el que los pol¨ªticos se ven tentados a desenfundar el arma del "poder del pueblo" para destituir a un dirigente.
Los cr¨ªticos han acusado a Sin de ser un "sacerdote pol¨ªtico", que se enamor¨® del poder, y que interfiri¨® en asuntos de los que el clero deber¨ªa haberse mantenido alejado.
El cardenal rechaz¨® estas opiniones y en su discurso de jubilaci¨®n dijo que su obligaci¨®n hab¨ªa sido "incluir a Cristo en la pol¨ªtica". "La pol¨ªtica sin Cristo es el gran azote de nuestra naci¨®n", afirm¨®.
Durante las casi tres d¨¦cadas que estuvo a la cabeza de la archidi¨®cesis de Manila, el carism¨¢tico l¨ªder religioso fue en ocasiones objeto de fuertes cr¨ªticas. Cuando Ramos, que era protestante, fue elegido presidente en 1992, Sin arremeti¨® contra la pol¨ªtica de control de la natalidad de la nueva Administraci¨®n.
En 1994, moviliz¨® a cientos de miles de personas en una manifestaci¨®n para protestar contra la pol¨ªtica gubernamental que promov¨ªa el uso de preservativos y p¨ªldoras para contener el r¨¢pido crecimiento de la poblaci¨®n.
Sus detractores aseguran que su oposici¨®n al uso de los anticonceptivos es una de las causas de la sobrepoblaci¨®n y la pobreza en Filipinas.
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