Donde empieza la poes¨ªa
Seamus Heaney (1939) hizo su entrada grupal en la poes¨ªa inglesa contempor¨¢nea como nombre estrella de una c¨¦lebre antolog¨ªa que lanzaron en 1983 el ahora poeta laureado Andrew Motion y Blake Morrison. All¨ª se argumentaba que el ejemplo renovador m¨¢ximo de la poes¨ªa de Heaney radicaba en su elaborada conciencia ling¨¹¨ªstica y en el abordaje indirecto de los temas, incluso cuando pod¨ªan ser de la m¨¢s cruda rudeza (Ulster sangriento entonces). En vez de la naturalidad confesional de poetas anteriores como Lowell o Larkin, una poes¨ªa m¨¢s consciente de su exigente lenguaje y, en definitiva, m¨¢s apegada al legado del modernismo. Algo muy semejante a las reivindicaciones de los nov¨ªsimos con respecto a los poetas de los a?os sesenta. Leemos ahora una antolog¨ªa (bien traducida, discrepancias al margen) que se basa en la que el mismo Heaney prepar¨® de su propia poes¨ªa en 1998, poco despu¨¦s de subir a los altares del Premio Nobel. Recorre sus principales libros, desde Muerte de un naturalista (1966) hasta El nivel del esp¨ªritu (1995), pasando por Norte (1975) o La linterna del espino (1987). Y encontramos en ella la pasi¨®n descriptiva de Heaney de escenarios y costumbres rurales con un lenguaje muy exacto y elaborado pero en cierta medida as¨¦ptico, casi naturalista. Escenarios campestres, marinos, familiares, memoria personal trabajada con ese af¨¢n detallista que a veces recuerda a Ted Hugues.En otro registro, la violencia del Ulster es presenciada desde ¨¢ngulos indirectos y una elaboraci¨®n intelectual ajena a las pedradas ret¨®ricas. En todos los casos, la emoci¨®n queda un poco lejos, sujeta a las riendas de ese escrupuloso y un tanto profesoral rigor ling¨¹¨ªstico no exento de cierta molesta pedanter¨ªa. Pero a medida que la poes¨ªa de Heaney deja atr¨¢s su lastre objetivista y su complaciente brillantez, crece su compromiso emocional con las escenas de infancia, el gran fil¨®n de este poeta y sin duda el responsable de su m¨¢s valiosa categor¨ªa. El lenguaje no cede en sus exigencias pero no sofoca el poder de la vivencia de fondo, la que palpita con fuerza y poder de contagio en las palabras. El resultado de la conjunci¨®n entre emoci¨®n y lenguaje son poemas de una categor¨ªa verdaderamente intachable, tan luminosos en su reviviscencia nost¨¢lgica como puedan serlo los titulados Una transgresi¨®n o La vara de lluvia o tan delicados en su sugerencia de la fr¨¢gil felicidad como el wordsworthiano La recogida de moras (aqu¨ª Cosecha de zarzamoras). El que cierra el volumen, Postscript, apela al primado de las emociones como fuente de conocimiento po¨¦tico: ante un escenario de sobrecogedora belleza -mar, lago, luz septembrina, una bandada de cisnes-, el orden racional se viene abajo y se produce una especie de "captura del coraz¨®n": el conocimiento est¨¢ ah¨ª y no en otra parte; la poes¨ªa empieza ah¨ª y no en otra parte.
CAMPO ABIERTO
Seamus Heaney
Traducci¨®n de Vicente For¨¦s y Jenaro Talens
Visor. Madrid, 2005
251 p¨¢ginas. 12 euros
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