El d¨ªa de Genov¨¦s II
El joven 'pilotari', hijo del m¨ªtico jugador valenciano, disputa hoy la final de 'escala i corda' contra ?lvaro
El primer domingo de julio de 1992 hac¨ªa un sol africano. En el trinquete comarcal de Sagunto se disputaba la final del Campeonato Individual de escala i corda. Por cuarto a?o consecutivo, se enfrentaban el maestro mayor de la pilota valenciana, Paco Cabanes, el Genov¨¦s, y su alumno m¨¢s aventajado: Enric Sarasol. El trinquete estaba lleno hasta la bandera. El Genov¨¦s hab¨ªa ganado los tres a?os anteriores con una cierta facilidad. Pero aquella ma?ana de verano flotaba en el aire un presagio de tragedia griega. Pepe Catalunya, Bene, Bernat y la pe?a del seis y medio ten¨ªamos el coraz¨®n encogido. La taquicardia aceleraba los latidos del coraz¨®n m¨¢s all¨¢ de las fronteras cardiosaludables.
Cada quinze era un martilleo contra la historia, un paso hacia el abismo emocional. Sarasol es un fuera de serie; pero Paco es el santo de nuestra procesi¨®n. Hacia las dos del mediod¨ªa, se hab¨ªa consumado la sucesi¨®n de poderes. Paco hab¨ªa intentado hasta la extenuaci¨®n rebelarse contra los designios de Cronos, personificaci¨®n mitol¨®gica del tiempo. Hab¨ªa jugado hasta el rojo vivo, m¨¢s Genov¨¦s que nunca. Pero no hubo suficientes manos, maneras ni caridad divina. Sarasol se impuso a su maestro y, entre el sudor del esfuerzo tit¨¢nico y las l¨¢grimas agridulces de la herencia recibida, se fundi¨® en un abrazo con su amigo mientras le ped¨ªa un perd¨®n freudiano: "Perdona'm, Paco". Pepe y Bene, Manolo, Marisa, Bernat y yo mismo apenas contuvimos un sollozo de emoci¨®n. Paco, desencajado y aturdido, dirigi¨® su mirada a la galer¨ªa del dau. All¨ª, abrazado a su madre como s¨®lo lo hace un hijo atemorizado, un chiquillo de diez a?os lloraba desconsoladamente: como si una gran maldici¨®n anunciada cayera sobre su familia.
Aquel chiquillo, Josep Cabanes Corcera, primog¨¦nito de Paco y de Mar¨ªa Luisa, cuando lleg¨® a su pueblo, el Genov¨¦s, all¨¢ en la comarca de la Costera, dijo a su mejor amigo que continuar¨ªa entren¨¢ndose con el Ol¨ªmpic de X¨¤tiva pero que, cuando le llegara la hora, ser¨ªa pilotari, como su padre y como su t¨ªo Pepe. Por la noche, mientras Paco y Mar¨ªa Luisa cenaban en silencio bajo las palmeras de su terraza, Josep examin¨® el material de su padre y guard¨® entre sus tesoros infantiles la faja roja de los campeones y una pelota de vaqueta.
En poco tiempo, con la ayuda de su hermano, de su querido Waldo y de sus primos, Josep empez¨® a raspar, en primer lugar. Despu¨¦s, a obligar la pelota sobre la cuerda: a rebotar, a defenderla al aire y a rematar de bot i bon bra?. Su doctorado lleg¨® cuando aprendi¨® a dibujar un manr¨® heterodoxo tallant corda y buscando el encaix o la llotgeta de baix. Era el golpe del Genov¨¦s, marca de la casa, un invento contra la limitaci¨®n de els alts que tuvo que ceder Paco por su inmensa superioridad durante a?os. Cuando cumpli¨® los catorce a?os, un d¨ªa que su padre se entrenaba a solas en el front¨®n de su casa, Josep le comunic¨® que quer¨ªa acogerse al Programa de Tecnificaci¨®n de la Federaci¨®n de Pilota valenciana que ¨¦l mismo dirig¨ªa. Paco contuvo la respiraci¨®n, le contest¨® afirmativamente con un movimiento de cabeza y continu¨® castigando el frontis.
El chaval ten¨ªa una mano derecha prodigiosa, pero Paco lo oblig¨®, s¨¢bado tras s¨¢bado, a jugar s¨®lo con la izquierda. Y a hacer el dau por delante. Y a jugar plantado como un gigante siempre sobre las losas justas. Y a rebelarse contra s¨ª mismo cuando fallaba un golpe imposible. Y a pedir pelota con un recelo insistente. El chaval, espoleado por un padre insistente como el mejor, se daba cabezazos de rabia contra la muralla y cada noche se miraba en el espejo de la gen¨¦tica.
Han pasado a?os largos de barbecho. Josep ha visto a su padre perder otras dos finales contra Sarasol. Y lo ha visto enfrentarse y derrotar a ?lvaro en una partida de leyenda que tiene prendida en el fondo de sus ojos y que se repasa mentalmente ante cualquier gran cita, como la de hoy contra ?lvaro. Josep ha visto como su padre se retiraba de las competiciones oficiales con una faja roja como aquella que un d¨ªa le rob¨® y guard¨® como amuleto y salvoconducto.
A los diecis¨¦is a?os, Josep debut¨® como profesional de escala i corda y en el 2001 ya particip¨® en el campeonato individual. Hoy, en plenitud de facultades f¨ªsicas, Josep Cabanes, el hijo de Paco, bautizado como Genov¨¦s II con todos los honores, se enfrenta a la partida de su vida en Pelayo. Tiene toda una tarde para derrotar a ?lvaro, el dign¨ªsimo campe¨®n de Faura, y convertirse en el nuevo santo laico de nuestra congregaci¨®n. ?l y yo, c¨®mplices por v¨ªa familiar, compartimos dos secretos. El primero, inconfesable, me lo guardar¨¢ mientras viva. El segundo fue la promesa, ante un arroz al horno cocinado por su t¨ªa Carme, que un d¨ªa de verano vendr¨ªa a la catedral de la pelota valenciana a relevar el campe¨®n de turno y a hacer honor a su linaje. Hemos envejecido en la espera, pero hoy, s¨®lo con pensarlo, Pepe Catalunya y Bene, Bernat y la pe?a del seis y medio, nos estremecemos de emoci¨®n como unos ni?os la noche de Reyes. Que Vicent Tavallo lo vea desde la galeria de dalt. Va de bo.
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