Matrimonio, adopci¨®n, homosexualidad
En el debate en torno al matrimonio y la posibilidad de adopci¨®n por parte de parejas homosexuales, la piedra de esc¨¢ndalo fundamental parece estar en el car¨¢cter sagrado de algunas palabras. Tal ocurre con el t¨¦rmino matrimonio, que al parecer es el gran problema. Se han o¨ªdo voces jur¨ªdicas muy cualificadas que han sostenido que est¨¢ muy bien que se regule legalmente la uni¨®n de personas del mismo sexo, pero que a eso no se le debe llamar matrimonio. De hecho, la existencia en nuestra sociedad de cohabitantes homosexuales no es nada nuevo, sin que hasta ahora se hayan producido esc¨¢ndalos ni problemas. Parece, pues, que para algunos la dificultad no est¨¢ en el hecho, sino en el nombre que se le pone. Un problema menor, una hipocres¨ªa mayor. Algo parecido ocurre con otra palabra sagrada en este debate: la adopci¨®n. Puesto que el C¨®digo Civil vigente se lo permite, son varias y de variado matiz ideol¨®gico las comunidades aut¨®nomas que en los ¨²ltimos a?os han legislado sobre la posibilidad de acogimiento familiar por parte de parejas del mismo sexo. En el acogimiento familiar, un ni?o o una ni?a pasa a vivir con sus acogedores durante un tiempo, que puede prolongarse hasta su mayor¨ªa de edad en el caso del llamado acogimiento permanente. Funcional y psicol¨®gicamente, muchos de los acogidos se convierten en hijos de sus acogedores, que son su referencia personal y afectiva fundamental. Pues bien, cuando se ha legislado sobre el acogimiento por parte de homosexuales no ha habido ni debate ni manifestaciones. El problema parece ser, de nuevo, el car¨¢cter sagrado de algunas palabras, en este caso la adopci¨®n.
Lo que hace feliz a un ni?o no es el n¨²mero de adultos que viven con ¨¦l ni su orientaci¨®n sexual
Que el debate es fundamentalmente ideol¨®gico no puede ser m¨¢s evidente, como se ha puesto de manifiesto estos d¨ªas en la imp¨²dica ostentaci¨®n de valoraciones ultraconservadoras barnizadas de ciencia para andar por casa. Son ya muchas las investigaciones publicadas en revistas cient¨ªficas de primer nivel internacional que han mostrado que se puede crecer en una familia encabezada por dos personas del mismo sexo y ser un ni?o o una ni?a feliz y sin especiales problemas. Los datos muestran una y otra vez que el nivel intelectual, el ajuste social, la estabilidad y madurez emocional y la identidad sexual no se ven negativamente afectados en quienes crecen con padres o madres del mismo sexo. Es cierto que a veces estos ni?os y ni?as tienen que aguantar comentarios homof¨®bicos, pero si a pesar de ello su ajuste social y su autoestima son como los de los dem¨¢s, probablemente se debe a que son psicol¨®gicamente resistentes y a que tienen un adecuado apoyo en su casa. La acumulaci¨®n de evidencias ha sido resumida de forma categ¨®rica por la Academia Americana de Pediatr¨ªa: "Los hijos de padres homosexuales pueden tener las mismas ventajas y las mismas expectativas que los hijos de padres heterosexuales en lo relativo a su salud, su adaptaci¨®n y su desarrollo".
Muchos de los prejuicios respecto a la adopci¨®n por parte de parejas del mismo sexo est¨¢n basados en estereotipos que han sido y siguen siendo refutados por los datos de investigaciones hechas con suficientes garant¨ªas metodol¨®gicas. Entre los prejuicios m¨¢s destacados est¨¢ un temor derivado de la consideraci¨®n de las personas homosexuales como sacos de vicio y depravaci¨®n: el miedo al abuso sexual. La inmensa mayor¨ªa de los pederastas no son homosexuales, sino heterosexuales y personas con una sexualidad infelizmente desarrollada y expresada. Por lo dem¨¢s, a prop¨®sito de la pederastia, ciertos grupos que ahora claman har¨ªan bien en sacarse la constatada viga del ojo propio antes de ponerse a escudri?ar hipot¨¦ticas briznas de paja en el ajeno.
El car¨¢cter marcadamente ideol¨®gico del debate en torno a la adopci¨®n por parte de homosexuales se ha puesto recientemente de manifiesto en una amplia investigaci¨®n realizada en los Estados Unidos, en la que se han relacionado la filiaci¨®n religiosa de las entidades que hacen adopciones y su pol¨ªtica respecto a la adopci¨®n por homosexuales. El tema no plantea problemas entre las entidades p¨²blicas, ni entre las que carecen de filiaci¨®n religiosa, ni entre las de fe jud¨ªa. Por el contrario, las entidades de adopci¨®n de filiaci¨®n cat¨®lica y metodista se oponen a este tipo de adopciones, particularmente las de orientaci¨®n religiosa m¨¢s fundamentalista. Las entidades de adopci¨®n afiliadas al protestantismo ocupan una posici¨®n intermedia, con aproximadamente la mitad de ellas abiertas y la otra mitad cerradas a hacer este tipo de adopciones.
El derecho fundamental no es el de los adultos a adoptar, sino el de los ni?os y ni?as que lo necesitan a ser adoptados. Existen en las instituciones espa?olas cientos de ni?os que pasan su infancia esperando una adopci¨®n. No encuentran padres dispuestos a hacerse cargo de sus caracter¨ªsticas y necesidades. ?ste es el verdadero esc¨¢ndalo social, a prop¨®sito del cual bien poco estr¨¦pito se organiza. Muchos de estos ni?os podr¨ªan ser muy felices viviendo en familias que respondieran a sus necesidades de forma estable, sensible, estimulante y cari?osa. La investigaci¨®n ha demostrado ampliamente que lo que hace feliz a un ni?o o una ni?a no es ni el n¨²mero de adultos que viven en el hogar ni su orientaci¨®n sexual, sino su capacidad para responder adecuadamente a sus necesidades. Y ha demostrado tambi¨¦n sobradamente que un buen hogar es un contexto de desarrollo mucho m¨¢s positivo que una residencia infantil, por buena que ¨¦sta sea.
Naturalmente, no todas las personas o las parejas homosexuales ser¨¢n buenos candidatos para la adopci¨®n, como por lo dem¨¢s ocurre entre las heterosexuales. Lo que cualifica o deja de cualificar tiene que ver con actitudes, con capacidades educativas, con sensibilidad, con salud mental, con estabilidad emocional y, en el caso de parejas, con buenas relaciones entre los adultos. El reto para los profesionales de la adopci¨®n es decidir qu¨¦ personas o parejas muestran esas cualidades, siendo consideradas id¨®neas para adoptar, y cu¨¢les no (el pr¨®ximo congreso sobre adopci¨®n homoparental a celebrar en C¨¢ceres los d¨ªas 13 y 14 de octubre ser¨¢ una buena oportunidad formativa en este sentido). Todo lo que la investigaci¨®n ha concluido por ahora muestra que la orientaci¨®n sexual no debe jugar un papel clave en la toma de decisi¨®n sobre esa idoneidad.
Crecer en una familia con padres o madres homosexuales no es lo mismo que crecer en una con padres heterosexuales, como crecer en una familia monoparental no es lo mismo que hacerlo en una biparental. Sabemos que los ni?os pueden crecer normal y felizmente en todas ellas. La valoraci¨®n profesional ser¨¢ determinante para decidir cu¨¢les re¨²nen el perfil educativo adecuado y cu¨¢les no. Y ser¨¢n muchos los ni?os y las ni?as que podr¨¢n tener el enorme beneficio de desarrollarse en una buena familia, sea cual sea la orientaci¨®n sexual de los adultos que la encabecen.
Jes¨²s Palacios es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n de la Universidad de Sevilla.
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