Centro
En los ¨²ltimos meses algo muy profundo se est¨¢ moviendo en la pol¨ªtica espa?ola. Al principio, es decir, inmediatamente despu¨¦s de perder el gobierno el PP, su propio estupor obstaculiz¨® la pr¨¢ctica de lo que parec¨ªa hab¨ªa de ser un nuevo estilo de la derecha conservadora espa?ola. Pero transcurrido m¨¢s de un a?o, el PP se viene decantando con celeridad y contundencia hacia un modelo de oposici¨®n cuyas claves, puede que acaben propiciando lo contrario de lo que persigue.
Endurecer la oposici¨®n en temas tan acotados como la lectura final que quieren pase a la historia sobre los hechos que desataron los atentados del 14-M, su anclaje en un antiterrorismo alegremente ligado a la paralela demonizaci¨®n de los nacionalismos vasco, catal¨¢n, gallego y... su reivindicaci¨®n airada de un concepto nominal y petrificado de la unidad de Espa?a, y, finalmente, su eclosi¨®n ideol¨®gica en la cesta donde el dogmatismo religioso tiene reunidos todos los huevos coloca a los conservadores en una posici¨®n donde la primera evidencia es que creen que con todo ello no van a perder el centro, porque el PSOE anda a la deriva v¨ªctima de los chantajes a los que le someten sus socios de gobierno tanto en Espa?a cuanto en CC AA donde nacionalistas, ecologistas y radicales de izquierda son necesarios para gobernar con una f¨®rmula menos arriesgada que la de hacerlo en minor¨ªa (que es como t¨¦cnicamente gobierna en el Estado, pues los votos que cosech¨® el presidente en su investidura fuera del PSOE no han implicado ni programa com¨²n, ni gobierno de coalici¨®n).
El c¨¢lculo, pues, fundamentado en la tendencia observada al creciente enjuague de la diferencia de porcentajes de intenci¨®n de voto entre PSOE y PP registrado antes de la escalada del recurso a la calle de las ¨²ltimas semanas por parte de este ¨²ltimo, tiende a olvidar que, primero, cuando la oposici¨®n se practica apoyando sentimientos colectivos de rechazo de males objetivos (terrorismo) a los que el gobierno no presta la debida atenci¨®n (versi¨®n del PP), es evidente que la acci¨®n puede amalgamar la intenci¨®n de voto, siempre que el gobierno no obtenga avances evidentes con su pol¨ªtica antiterrorista. Pero, segundo, cuando se proyecta o bien sobre asuntos poco relevantes (l¨¦ase Archivo de Salamanca), o cuando la mayor¨ªa de la sociedad ya ha asumido pac¨ªficamente lo que se ataca (matrimonio entre personas del mismo sexo), o en fin, cuando se niega la din¨¢mica de la descentralizaci¨®n del Estado y se trata a Espa?a como un cad¨¢ver al que se est¨¢ diseccionando, entonces aflora el poso ideol¨®gico que aleja irremisiblemente del centro, que como se sabe, es relativista, calculador, lento pero seguro y nada dado a alinearse como norma con las pancartas.
El rumbo que el PP est¨¢ tomando, confiado en que el PSOE es v¨ªctima de las minor¨ªas, por lo que se ve, no le ha impedido protagonizar el acto m¨¢s atrevido y negativo de cuantos se est¨¢n produciendo en las ¨²ltimas semanas: el apoyo al candidato socialista en la elecci¨®n del lehendakari vasco; algo que, por cierto, deber¨ªa haber rechazado el PSE, pues no puede defenderse que dos partidos que se combaten en el parlamento espa?ol con ganas, alegr¨ªa y contundencia, sumen sus votos para nada en Euskadi, superando de todo punto la audacia y el autismo.
Con la nueva realidad que se abre en Galicia, adem¨¢s, el PP deber¨¢ calibrar con esmero si pretende entregar el centro al PSOE, para que de paso, ¨¦ste no necesite de socios minoritarios y exigentes para gobernar.
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