Una oportunidad tras el caciquismo
La crisis por los esc¨¢ndalos del presidente de la Diputaci¨®n
Cuentan que en Oriente la idea de crisis equivale a oportunidad. Cosas de la antiqu¨ªsima sabidur¨ªa oriental. La versi¨®n del tema resulta de lo m¨¢s interesante porque transformar los conflictos en desenlaces positivos no es tarea menor. Al contrario, constituye un vigoroso ejemplo de entereza y virtud. Una sociedad que gestiona con dignidad e inteligencia sus problemas perdura y se fortalece. La sociedad que se acomoda, distrae su atenci¨®n o mira hacia otro lado est¨¢ se?alando su irrevocable caducidad.
Apliquemos este enfoque en la crisis llamada Fabra. Digamos que sus m¨²ltiples y grav¨ªsimos asuntos con la justicia se resolver¨¢n en sede judicial. Asimismo, las cuestiones personales tampoco tienen encaje en estas l¨ªneas. Los jueces har¨¢n justicia sobre las variadas y presuntas corrupciones que se investigan (contra la salud p¨²blica, contra la administraci¨®n, contra todos porque hacienda somos todos, etc...) pero aqu¨ª y ahora interesa otra reflexi¨®n. Una reflexi¨®n sobre la no menos escandalosa de las corrupciones que envuelve la actualidad castellonense: la corrupci¨®n institucional. Estamos ante el efecto de un caso que deber¨ªa generar alarma social. Esta provincia registra la peor descomposici¨®n democr¨¢tica que se recuerda del poder pol¨ªtico. El presidente de la Diputaci¨®n Provincial ha ejercido durante una d¨¦cada el papel del dirigente todopoderoso que no atiende a l¨ªmites ni mesuras. Su patr¨®n y perfil responden al del cacique que, asombrosamente, sobrevivi¨® al siglo XX y se adentr¨® incluso en la nueva centuria. No se crean que debe ser f¨¢cil. La omnipresencia del poder y sus excesos en todos los ¨¢mbitos de la vida provincial: econ¨®micos, empresariales, urban¨ªsticos, sociales, institucionales, etc... ha resultado asfixiante. Como un viscoso espesor que todo lo alcanza. La confusi¨®n de lo p¨²blico con lo privado y lo oficial con lo particular han marcado un tiempo demasiado largo. Castell¨®n debe superar esa especie de modus operandi que es el fabrismo. Vaya por delante que ¨¦ste no es ni quiere ser un art¨ªculo amable. Me explico. Creo que s¨®lo se somete quien se deja someter. Esta sociedad ha tolerado a sus dirigentes porque ha querido. ?sta ha sido una d¨¦cada ominosa en t¨¦rminos democr¨¢ticos. Tal vez mucha gente no lo haya notado o no sea plenamente consciente. Tal vez alguna gente se acomode a todo y otra tanta prefiera callar confortablemente. Han sido en muchos aspectos diez a?os de abusos, injerencias y bravuconadas impropias en una sociedad madura y moderna. Decididamente, esta provincia necesita superar a sus caciques. El modelo practicado por el presidente del PP consistente en L'?tat c'est moi (el Estado soy yo) no se compadece con la Europa de hoy. Nunca debi¨® permitirse y si durante 10 a?os sucedi¨® fue porque se le ha tolerado. Sus incondicionales son tan responsables como ¨¦l. Todos aquellos que crecieron bajo su amparo y protecci¨®n (correligionarios y subordinados pol¨ªticos, empresarios y toda suerte de p¨ªcaros y zascandiles) han conformado una casta que debe asumir, por coherencia, su responsabilidad en ese inevitable d¨ªa de la catarsis que vivir¨¢ esta provincia. Son la baraja al completo, los naipes de un poder obsoleto, la estampa coral cuyo relevo resulta fundamental para construir un nuevo clima pol¨ªtico y social. Con el pretexto de todo por Castell¨®n hemos mantenido un mito provinciano y cutre del poder pol¨ªtico que algunos afirmaban que necesit¨¢bamos. Una pseudodoctrina redentora de la patria chica, la dosis calculada de victimismo y la trama de servidumbres m¨¢s chabacanas conforman la esencia de un estilo pol¨ªtico que toca a su fin. Castell¨®n necesita oxigenarse y liberarse de un caciquismo que lastra m¨¢s que impulsa. Un caciquismo que nos empeque?ece y que, desde hace alg¨²n tiempo, nos sit¨²a en el epicentro del mapa de la presunta corrupci¨®n en Espa?a. No nos lo merecemos. Esta sociedad no se merece que la identifiquen siempre con el mismo personaje y todo lo que ¨¦l representa. Resulta inaceptable que todos los ejes de desarrollo de la provincia se hayan visto mediados por ese poder hinchado de pretensiones megal¨®manas. No tiene ning¨²n sentido en la distribuci¨®n competencial existente pero todos sabemos que ha sido as¨ª. Su tiempo hist¨®rico ha tocado techo. La situaci¨®n (?acaso no lo ven sus pretorianos?) es insostenible. Desconozco qui¨¦nes quedar¨¢n tras el naufragio pero la crisis es total. Ve¨¢mosla como una oportunidad para Castell¨®n. Una gran oportunidad.
Francesc Colomer es diputado auton¨®mico del PSPV-PSOE.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.