Poes¨ªa destilada de la Historia
Considerado el mayor poeta irland¨¦s despu¨¦s de Yeats, Louis Macneice (Belfast, 1907-Londres, 1963) parece haber sido consciente de esa herencia y de esa sucesi¨®n, como por otra parte lo demuestra su trabajo cr¨ªtico m¨¢s significativo, The Poetry of W. B. Yeats (1941). Pero Macneice no quiso seguir el sendero encendido del bardo sino explorar con minuciosa atenci¨®n el oscuro lirismo de su tiempo. Coet¨¢neo y amigo de Auden -junto a quien escribi¨® Cartas de Islandia (1937, publicado en castellano por Alba en 2000)- y de Stephen Spender, perteneci¨® a una generaci¨®n notoriamente preocupada por trazar, en el poema, las coordenadas de su posici¨®n social e hist¨®rica. La acertada decisi¨®n de fechar las piezas que componen esta antolog¨ªa permiten verlas como un registro subjetivamente preciso del paisaje irland¨¦s e ingl¨¦s en los a?os anteriores a la Segunda Guerra Mundial y durante la misma contienda. El libro abarca adem¨¢s poemas escritos hasta 1962.
ORACI?N ANTES DE NACER
Louis Macneice
Selecci¨®n, traducci¨®n y pr¨®logo de Eduardo Iriarte
Lumen. Barcelona, 2005
171 p¨¢ginas. 16 euros
Hijo de un pastor protestante, se gradu¨® en Oxford en literatura cl¨¢sica -poco antes de morir se referir¨ªa a "una intenci¨®n consciente" de sugerir ritmos y reminiscencias de la sintaxis horaciana en su poes¨ªa-, fue profesor en Birmingham y m¨¢s tarde, ya en Londres, productor y guionista de radio; en los estudios de la BBC frecuent¨® a Dylan Thomas. Tras su muerte, Macneice fue tenido por un poeta menor; pero a partir de los a?os ochenta su valoraci¨®n cr¨ªtica creci¨® hasta ubicarlo en una firme centralidad: algunos de los poetas irlandeses m¨¢s importantes de hoy, como Derek Mahon o Paul Muldoon, lo consideran una pieza clave en su genealog¨ªa. Muchas de las p¨¢ginas de Oraci¨®n antes de nacer, como 'Nieve' -una electrizante invocaci¨®n de la madre, muerta cuando era ni?o-, 'El lugar de la cita', 'Diario de oto?o' o 'Autobiograf¨ªa' muestran, en efecto, una rica modulaci¨®n de la experiencia individual sobre el trasfondo fr¨ªo y gris del siglo, una tragedia sin lamento en la que el hombre y el mundo se reflejan ad nauseam como dos espejos enfrentados.
La escrupulosa traducci¨®n de Eduardo Iriarte -adem¨¢s de su excelente pr¨®logo- invita a apoyarse en ella para seguir el texto original y atisbar la s¨®lida destreza con que los mejores poetas brit¨¢nicos saben disponer de sus recursos, haciendo converger la modernidad de la mirada con el regusto cl¨¢sico de la dicci¨®n. Leer hoy a Macneice significa estar un paso m¨¢s cerca de la definitiva herencia po¨¦tica del siglo XX.
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