Masacres
Cuando inici¨¦ mi libro sobre el 11/14-M con una comparaci¨®n hipot¨¦tica, imaginando el muy diferente curso que habr¨ªan cobrado los acontecimientos de haberse producido la masacre en la londinense estaci¨®n Victoria en lugar de hacerlo en la madrile?a de Atocha, nunca se me ocurri¨® pensar que aquel supuesto contraf¨¢ctico se convertir¨ªa 16 meses despu¨¦s en realidad. Pero eso fue lo que sucedi¨® el pasado d¨ªa de san Ferm¨ªn, cuando una cofrad¨ªa yihadista sembr¨® la muerte depositando sus letales mensajes en la red de comunicaci¨®n de Londres. Todo ello con la evidente intenci¨®n de repetir hasta el ¨²ltimo detalle ritual el mismo ceremonial lit¨²rgico que sirvi¨® para ejecutar el masivo sacrificio humano perpetrado 70 semanas antes en el transporte p¨²blico de Madrid. De modo que el mortal mensaje resulta inequ¨ªvocamente transparente: despu¨¦s de Aznar, Tony Blair. Es el segundo acto de la venganza de la yihad contra el tr¨ªo de las Azores, que se tom¨® la libertad de castigar a un pa¨ªs inerme que nada ten¨ªa que ver (m¨¢s que la religi¨®n de sus habitantes) con la masacre del 11-S.
Para fortuna de los brit¨¢nicos, Blair no es Aznar. Por eso en Londres no se ha dado la manipulaci¨®n informativa con que aqu¨ª se intent¨® desviar la responsabilidad de la masacre: como tambi¨¦n se escarmienta en cabeza ajena, Blair ha evitado deslizar cualquier sospecha sobre el IRA. Pero pese a ello, en Londres tambi¨¦n ha habido desinformaci¨®n, en un in¨²til intento por reducir la verdadera magnitud de la masacre. Y esto es un error de c¨¢lculo que puede resultar contraproducente, seg¨²n revela el ejemplo madrile?o del 11-M. Ante un atentado masivo, es esencial asegurar la certidumbre de los ciudadanos infundi¨¦ndoles confianza en las autoridades. Para eso hace falta transpa-rencia, sin que nadie pueda pensar que se oculta algo, pues con apag¨®n informativo la gente sospecha que hay gato encerrado. Y entonces la incertidumbre ense?a a la ciudadan¨ªa a desconfiar, prestando o¨ªdos a cualquier rumor. De ah¨ª a la desautorizaci¨®n de los gobernantes s¨®lo hay un paso, como Aznar tuvo ocasi¨®n el 14-M de comprobar.
Pero adem¨¢s de desinformar, Blair ha repetido otro truco no menos manipulador, que es interpretar la masacre como un episodio de la yihad contra Occidente (la misma vieja falacia del choque de civilizaciones), aprovechando as¨ª para negar cualquier relaci¨®n con la conquista de Irak y para justificar de paso la necesidad de proseguir profundizando en la llamada guerra antiterrorista como si, en efecto, Occidente estuviera sufriendo un ataque masivo por parte del Imperio del Mal. Todo lo cual es un follet¨ªn propagand¨ªstico completamente falso. Como ha demostrado Gilles Kepel, cuando los yihadistas atacan a Occidente (el enemigo lejano) lo hacen como una maniobra t¨¢ctica puesta al servicio de su verdadero objetivo estrat¨¦gico, que es derribar a los serviles gobiernos de los pa¨ªses musulmanes (el enemigo cercano). Lo que sucede es que una masacre en Londres o Madrid vale m¨¢s que cien masacres en Irak, Marruecos o Arabia Saud¨ª. Y de cara a la opini¨®n p¨²blica musulmana, atacar el coraz¨®n de Londres les confiere a los yihadistas el carisma de superhombres. Nada, pues, de Cruzada contra la yihad: contra el terrorismo, s¨®lo la inteligencia sirve.
Queda el dudoso consuelo de que no hay mal que por bien no venga. En el caso brit¨¢nico, cabe confiar en que Tony Blair aprenda a rectificar su fracasada pol¨ªtica de seguridad a cambio de libertades, cuyo recorte legal no ha servido para prevenir esta masacre. Aunque mucho me temo que su orgullo testarudo le impida reconocerlo as¨ª. M¨¢s claro parece, en cambio, el efecto positivo esperable para Espa?a.
Esta masacre se produce justo cuando se ha cerrado la comisi¨®n del 11-M, viniendo a confirmar todas sus conclusiones que ahora ya no podr¨¢ seguir rechazando el partido de Aznar. Se ha acabado ya de una vez con todo ese ruido de las presuntas conspiraciones, pues ahora queda bien claro que no hay m¨¢s cera que la que arde: ambas masacres, de Madrid y Londres, son secuela com¨²n de la foto de las Azores.
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