Grandes y peque?os
No veo la necesidad de conferencias como la de Edimburgo: los siete pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo m¨¢s Rusia, que, sin riqueza, tiene poder nuclear y por lo tanto algunas posibilidades de destruir a los grandes. No la veo porque los personajes que se re¨²nen bajo esta advocaci¨®n se ven, juntos o separados, durante todo el a?o; los jefes de Estado, los de Gobierno, los ministros de varios oficios; y sus t¨¦cnicos, especialistas, embajadores. Esta reuni¨®n es una dramatizaci¨®n, una teatralizaci¨®n. Hay otro mundo, el de los pobres, que no tiene asiento en esa civilizaci¨®n. La ¨²ltima gran reuni¨®n que tuvieron fue en Bandung, 1955. Estaban all¨ª sus grandes l¨ªderes: Senghor, Zhou Enlai, Nasser, Tito, Nehru... No tienen sucesores hoy. Su "esp¨ªritu" qued¨® en la Carta de Bandung, larga, bonita, in¨²til. No queda nada. Suele suceder con las decisiones de los pobres. Murieron los ap¨®stoles, algunos pa¨ªses han desaparecido, y los dem¨¢s viven en la desesperaci¨®n. Cincuenta a?os decisivos en la historia del mundo. Nuestras ciudades (nosotros somos los ricos: miro en torno m¨ªo y en mi ciudad todo ha cambiado; hay pobres, pero son de ellos, que vienen aqu¨ª esperando algo) crecieron y se engrandecieron, las suyas se vienen abajo. Cuando no se vienen abajo las bombardeamos. Ahora que se revela su civilizaci¨®n hambrienta pensamos en que puede desaparecer, no s¨¦, el Museo Brit¨¢nico, la Capilla Sixtina, el Louvre. Aqu¨ª estuvo a punto de desaparecer el Prado, que salv¨® Alberti, el palacio de Alba: los bombardeaban los nacionales. Pero all¨ª hemos bombardeado el trascendental Museo de Bagdad, lo hemos saqueado -dicen que hay piezas clandestinas en los anticuarios secretos-, y la noticia dur¨® un par de d¨ªas.
Vuelvo atr¨¢s: los ricos se re¨²nen en Edimburgo, los pobres bombardean Londres. Blair dice que no es por la guerra de Irak: pero es la cancioncilla t¨ªpica; quiz¨¢ Aznar le haya telefoneado para decirle que vea lo que le pas¨® a ¨¦l. Puede desaparecer no s¨®lo un l¨ªder, sino un partido completo, como en una sola finta desaparecieron Su¨¢rez y la UCD. Es posible que no sea por Irak: esto es s¨®lo un aspecto de la guerra de civilizaciones, desde las Cruzadas -o antes: desde Julio C¨¦sar cepill¨¢ndose a Cleopatra, desde Pilatos- hasta las colonizaciones, las descolonizaciones, el neocolonialismo de la Carta de Bandung. Una guerra que separ¨® pobres y ricos definitivamente. Cada uno con bombas diferentes, con vectores diferentes: unos con misiles, otros con suicidas. Grave: aqu¨ª no hay suicidas. Somos demasiado ricos.
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