Contra la respuesta oscurantista
1. El uso cr¨ªtico de la raz¨®n fue un instrumento decisivo para el gran salto que Occidente dio a partir del Renacimiento. Esta capacidad de cuestionarse permanentemente y de someter al cedazo de la raz¨®n a las creencias, las tradiciones y las ideas recibidas ha sido la base de la modernidad y del progreso. Por eso hay que rechazar las propuestas de combatir al oscurantismo con oscurantismo que se repiten cada vez que hay un atentado terrorista. Cuando se dice que "todos los terrorismos son iguales" y que no hay que buscar "ni razones, ni causas, ni justificaciones al terrorismo" se est¨¢ invitando a renunciar al conocimiento del fen¨®meno que se quiere combatir. Y sin saber qu¨¦ se combate es dif¨ªcil no cometer errores graves en la lucha. Las razones del terrorismo pueden parecer irracionales pero existen. Y el terrorismo, como todo, tiene causas, "no cae del cielo". Y es bueno conocerlas para atacarlas. Y los terroristas tienen sus argumentos justificativos que no por el hecho de que sean execrables debemos ignorar: s¨®lo as¨ª se puede pensar en actuar sobre los mentes y los corazones de quienes se dejan seducir por ellos. Conocer nunca es un estorbo. Ni siquiera cuando se trata de actuar contra el mal. Y es significativo que el atentado de Londres haya llegado precisamente en un momento en que parec¨ªa que los grandes -el G-8- empezaban a asumir una agenda real de la humanidad. Y a jerarquizar debidamente los principales problemas del mundo. Afortunadamente, Tony Blair ha reaccionado con sentido com¨²n: sin querer tomar medidas apresuradas como consecuencia del impacto del terror y sin utilizar el atentado para volver a deformar la agenda global.
Naturalmente, la respuesta oscurantista ante el terrorismo -la que piensa que no hay nada que conocer- no es en absoluto inocente. Es la condici¨®n previa para la utilizaci¨®n del miedo como arma de gobierno y de control social. En el fondo es una respuesta sim¨¦trica a la acci¨®n terrorista. Occidente ha alcanzado unos altos niveles de comodidad. El riesgo se hace m¨¢s insoportable. El reconocimiento de la vulnerabilidad genera angustia. Y la angustia confusi¨®n. Con esto especula el terrorismo. La respuesta oscurantista es utilizar la confusi¨®n para legitimarse sobre ella. E imponer una v¨ªa de respuesta al terrorismo centrada sobre la fuerza y sobre la confrontaci¨®n de civilizaciones.
2. Todo debate sobre la amenaza terrorista exige un previo restablecimiento de la equidad en el trato de los acontecimientos. Equidad en relaci¨®n con las v¨ªctimas, equidad en relaci¨®n con los valores y las culturas. No todos los muertos son de la misma clase. No es lo mismo una v¨ªctima de la violencia pol¨ªtica en Londres que una v¨ªctima de la violencia pol¨ªtica en Bagdad o en Kinshasa. La primera merece todo el reconocimiento de los medios de comunicaci¨®n. Y el terrorismo que la ha causado se convierte en prioridad absoluta para los gobiernos europeos. La segunda ni siquiera tiene derecho al inventario. Si ha muerto en Bagdad formar¨¢ parte del escueto parte de v¨ªctimas del d¨ªa, que muchas veces es superior al del atentado de Londres. La presencia de las tropas americanas en su pa¨ªs les otorga este m¨ªnimo reconocimiento. Si ha muerto en ?frica, ni siquiera eso. Evidentemente, las causas de esta violencia perturban poco a los l¨ªderes de este mundo. Esta diferencia es la expresi¨®n de una humillaci¨®n permanente de una gran parte de la humanidad, en un mundo que cada vez se parece m¨¢s a un sistema de apartheid.
La coartada cultural no legitima nada. La tradici¨®n o la costumbre no puede ser nunca justificaci¨®n para un crimen. Pero la doctrina de la confrontaci¨®n de civilizaciones es un obst¨¢culo enorme para afrontar correctamente la cuesti¨®n terrorista, porque da legitimidad a los terroristas al convertirlos en representantes del mundo isl¨¢mico. Lo cual es una humillaci¨®n tremenda para millones de personas que saben que por sus rasgos f¨ªsicos son de entrada sospechosos potenciales. Todo forma parte del simplismo de la respuesta oscurantista. La que busca siempre reducirlo todo a un sistema de buenos y malos. Se?alando al islam como enemigo se justifican estrategias militaristas equivocadas, se fomenta la xenofobia y se incurre en una enorme falsificaci¨®n de la realidad. El frente del terrorismo pasa por el interior de los pa¨ªses isl¨¢micos. Y los terroristas islamistas han matado a muchos m¨¢s ciudadanos de pa¨ªses musulmanes que europeos o americanos. Pero estamos en lo de antes: los muertos est¨¢n divididos en categor¨ªas. A nadie deber¨ªa pasar inadvertido que el mismo d¨ªa del atentado de Londres, el terrorismo asesin¨® al embajador de Egipto en Irak y, como cada d¨ªa, a varios iraqu¨ªes. Pero es m¨¢s f¨¢cil se?alar al islam entero, pactar a veces con sus peores dictaduras y con los propios islamistas, que ayudar a los amplios sectores laicos y liberales que tambi¨¦n existen en estas sociedades.
3. Tony Blair emplaz¨® a la defensa de nuestros valores. S¨ª. Pero el error es llamarles nuestros, porque precisamente su grandeza es que son universales. Y que mucha gente de muchos pa¨ªses, tambi¨¦n de los islamistas, se refieren y aspiran a ellos. En especial, el modelo europeo de democracia liberal. Europa tiene que apurar su poder v¨ªrico, su capacidad de contagio, para atraer a ellos al mayor n¨²mero de sociedades posible. De ah¨ª lo equivocado del planteamiento de la lucha antiterrorista como una guerra. ?Contra qui¨¦n? El numero de potenciales terroristas islamistas en Europa, seg¨²n el juez Garz¨®n es de unas 250 personas. S¨®lo una minor¨ªa muy peque?a de las comunidades isl¨¢micas en Europa les apoya: como ocurri¨® siempre la mayor¨ªa tiende a ir convergiendo con los modos y comportamientos de los pa¨ªses de acogida. En todo el mundo los terroristas islamistas se cuentan por unos pocos millares. Y sus bases de apoyo por unos pocos millones, especialmente despu¨¦s de haber perdido los santuarios de Afganist¨¢n y de Sud¨¢n. Las encuestas -v¨¦ase el pr¨®ximo informe del Pew Center- confirman un desapego creciente de la ciudadan¨ªa de los pa¨ªses musulmanes en relaci¨®n con el terrorismo. El simplismo de la guerra contra el terrorismo es una de las mejores fuentes de reclutamiento para el terrorismo. Putin masacrando Chechenia, Bush en Irak y la acumulaci¨®n de disparates en Bosnia han sido los mejores argumentos para reclutar militantes dispuestos al suicidio.
El atentado de Londres deber¨ªa servir para que Europa hiciera sentir su voz con mayor fuerza en la lucha contra el terrorismo. Y, en este sentido, el papel de Blair ser¨¢ decisivo. De momento en sus primeras palabras parece haber entendido lo que siguen sin entender nuestros bushistas de sal¨®n. "La idea de democracia de Europa no viaja en convoyes armados desde Occidente. Es un ideal que inspira a los pa¨ªses a cambiar ellos mismos desde el interior", escribe Mark Leonard. ?O no es esto lo que est¨¢ haciendo, por ejemplo, Turqu¨ªa, por el deseo de incorporarse a Europa? ?ste es el esp¨ªritu en que debe enmarcarse la lucha contra el terrorismo. Ayudar a los pa¨ªses a cambiar sin necesidad de humillarlos. Es cierto que el islam tiene que actualizar sus interpretaciones doctrinales si las sociedades quieren incorporarse a la sociedad abierta. Y que no cabe la coartada religiosa ante el crimen. Pero tambi¨¦n el cristianismo tiene una larga historia de sangre y fuego y tard¨® en entender y asumir la modernidad y la sociedad liberal. La mejor lealtad es decir las cosas por su nombre. Y hay que denunciar que el islam no ha resuelto el papel de la mujer o, en algunos casos, la cuesti¨®n de la violencia. Europa ha de ser capaz de incentivar estos cambios, porque son la mejor garant¨ªa de que las causas del terrorismo vayan desapareciendo y el caldo de cultivo se vaya diluyendo. Mientras, obviamente: informaci¨®n, polic¨ªa y educaci¨®n. Sin excluir al mundo isl¨¢mico y sin violentar nuestro sistema de libertades. Menos libertad no es garant¨ªa de mayor seguridad. Y, por tanto, seguir denunciando Guant¨¢namo, y la transferencia de prisioneros a otros pa¨ªses para torturarles mejor y a la guerra in¨²til contra el terrorismo (Irak), por m¨¢s que todo ello moleste a The Wall Street Journal. No, la democracia liberal europea no pertenece a esta familia.
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