El tiempo, el movimiento y la quietud
Lo mejor que tiene este bien elaborado proyecto expositivo, concebido por Berta Sichel (directora del departamento de Audiovisuales del Museo Reina Sof¨ªa, de Madrid) en colaboraci¨®n con C¨¦line Brouwez, es tal vez la notable precisi¨®n con que se ajusta a sus pretensiones, que no son pocas, ni vanas. Podr¨ªa decirse que se trata, en principio, de una especie de reflexi¨®n metaf¨®rica (hablamos de arte) sobre las relaciones contradictorias en que entran, en nuestra triste era global, las experiencias del movimiento -hoy convertido en movilidad virtual-, de la velocidad -convertida en aceleraci¨®n-, del habitar humano -reconvertido en un incierto refugiarse- y de la detenci¨®n o interrupci¨®n del fluir del tiempo. El motto nos habla de una Terra infirma en donde uno no se siente del todo seguro en ning¨²n lugar ni en ning¨²n viaje hacia ninguna parte.
TERRA INFIRMA
Espai d'Art Contemporani
de Castell¨®
Prim, s/n. Castell¨®n
Hasta el 18 de septiembre
La muestra es ciertamente compleja. No s¨®lo consta de una serie de obras expuestas o instaladas en el espacio principal del edificio, sino de numerosas sesiones de proyecciones de v¨ªdeos y pel¨ªculas, tanto en la sala correspondiente como en el exterior. En el propio espai, al espectador se le facilitan unos auriculares que le permiten escuchar los sonidos que acompa?an a cada una de las piezas siguiendo fielmente el curso de su promenade de una a otra, y hasta la direcci¨®n de su mirada. En conjunto, lo que se nos ofrece es un amplio panorama de trabajos sintom¨¢ticamente interesados por la ocupaci¨®n y la vaciedad del espacio y el tiempo en un mundo hist¨®rico determinado por una apariencia irresistible, pero, como bien sabemos y habremos de seguir constatando, de una aterradora fragilidad.
Las nuevas formas de contradicci¨®n entre la movilidad y la quietud, o entre lo local y lo global, son las que se hacen manifiestas de diversas maneras, en las obras de Rachel Reupke y Francesco Jodice, o en la de Liz Diller y Ricardo Scofidio.
La de Rachel Reupke (Londres, 1971), titulada Infraestructure, consiste en una proyecci¨®n en la que se ve el fluir incesante de una red de transportes por tierra, agua y aire en una regi¨®n de los Alpes. Impresiona, por ejemplo, la visi¨®n de un ir y venir de trenes, con una frecuencia inveros¨ªmil, en el marco de un valle entre altas monta?as, casi un desfiladero, mientras unas peque?as y desvalidas figuras humanas ascienden y descienden por las laderas opuestas, protagonistas de dramas ocultos, y con escasas posibilidades de encontrarse. En un sentido aparentemente opuesto, la obra de Francesco Jodice (N¨¢poles, 1967), artista conocido en Espa?a por su paso por el MUSAC castellano-leon¨¦s, en The Morocco Affair nos ofrece una serie de fotograf¨ªas nocturnas de unas ochenta mansiones marroqu¨ªes, todas solitarias y bastante fantasmales. Son propiedad de emigrantes magreb¨ªes relativamente enriquecidos, que las habr¨ªan mandado construir con vistas a pasar sus breves vacaciones en su tierra, y el rasgo que vienen a compartir es su conmovedor aspecto de perfecto pastiche, de mezcla casi surrealista de estilos europeos o internacionales y vern¨¢culos.
En cuanto a la contribuci¨®n
de Diller & Scofidio, la prestigiosa pareja de artistas-arquitectos de Nueva York, se trata de una r¨¢pida sucesi¨®n de diapositivas de una supuesta campa?a publicitaria de una imaginaria cadena de hoteles en ciudades de pa¨ªses emergentes, que, como su propio nombre indica (Interclone Hotel), destacan por su enf¨¢tico car¨¢cter cl¨®nico (habitaci¨®n doble, las mismas dos camas con la misma mesa enfrente, televisi¨®n, minibar, con vistas a la ciudad de turno) salvo en la decoraci¨®n (paredes, colcha, suelo), siempre acorde con los t¨®picos ¨¦tnicos del lugar. Esto podr¨ªa entenderse como una mofa de la globalizaci¨®n: all¨¢ donde uno vaya, el mismo hotel con distintos collares. Pero tambi¨¦n podr¨ªa aducirse que a pocos les gustar¨ªa visitar la ciudad de Bengala si tuvieran que dormir a la intemperie como los parias del lugar.
Hay dos obras que inciden en el asunto del movimiento desde un punto de vista no s¨®lo antropol¨®gico, sino social. La canadiense Perry Bard, afincada en Nueva York, presenta un curioso relato -Traffic- acerca de un mercado chino de quita y pon, en el cruce entre Broadway y Canal Street, cuya actividad depende de la velocidad con que algunos de los productos (falsificaciones de cosas de Vuitton, Prada, Chanel...) desaparecen ipso facto de la vista al paso de la polic¨ªa (los vistosos agentes del NYPD) y vuelven a aparecer como milagrosamente s¨®lo un momento despu¨¦s. Por su parte, el gijon¨¦s Dionisio Gonz¨¢lez (nacido en 1968, residente en Sevilla), tras a?os de estancias en R¨ªo de Janeiro y S?o Paulo, ha realizado una especie de pel¨ªcula consistente en un lento y ¨²nico travelling a manera de recorrido por el abigarrado universo de las favelas paulistas. Es sorprendente comprobar hasta qu¨¦ punto bulle la vida y el color en ese amasijo ca¨®tico de habit¨¢culos construidos seg¨²n los principios del ensamblaje y el collage, un mundo de ruidos y rumores (al pasar ante estas im¨¢genes, el espectador agradece especialmente los auriculares), lleno de ni?os ociosos, no escolarizados, acaso sin demasiado futuro, pero incre¨ªblemente absorbidos por el presente.
Un caso especial es el que nos propone la obra del otrora escultor Jordi Colomer (Barcelona, 1962). No s¨¦ si fiel a la escultura, pero s¨ª -y bastante- a su contrastado sentido del humor, su contribuci¨®n al evento es una muestra de esa ya conocida work in progress que, con el t¨ªtulo de Anarchitekton, viene desarrollando durante estos ¨²ltimos a?os. En este caso se trata de cuatro DVD que se proyectan simult¨¢neamente (en una r¨¢pida sucesi¨®n de im¨¢genes fijas) y en los que aparece ese personaje al que llama Idroj Sanicne (por no decir Jordi Encinas, supongo) y que, con un ingenuo entusiasmo realmente digno de su causa, se pasea por las ciudades con maquetas mim¨¦ticas, a manera de estandarte, de las arquitecturas (o espacios: se le puede ver junto a un lago enarbolando una botella de pl¨¢stico de agua mineral) con que se encuentra. Por ejemplo, Barcelona, Bucarest, Brasilia, Osaka: se dir¨ªa que este hombre no para, o que est¨¢ por todas partes al mismo tiempo, y que all¨ª por donde va reproduce los habit¨¢culos que nos rodean y que ya no somos capaces de ver, y los exhibe sobre un palo haci¨¦ndolos parad¨®jicamente m¨®viles y nuevamente visibles.
El resto de las obras tiene un sesgo m¨¢s est¨¢tico. Las de los belgas Hans Op de Beeck (nacido en 1969) y Anouk de Clercq (1971) comparten una actitud meditativa y un tanto melanc¨®lica. La artista multimedia De Clercq presenta unas im¨¢genes (Kernwasser Wunderland) semiabstractas, en forma de sombras, inspiradas en la cat¨¢strofe de Chern¨®bil. En cuanto a Op de Beeck, en Places 'Gardening 2', lo que ofrece es una proyecci¨®n de dibujos de jardines imaginarios vistos en distintos momentos del a?o, aunque siempre desolados y un punto siniestros. Finalmente, la brasile?a In¨¦s Lombardi (S?o Paulo, 1958, residente en Viena) presenta una instalaci¨®n compuesta por cuatro monitores en los que se pueden ver im¨¢genes de un viaje fluvial desde la desembocadura del Rin hasta el delta del Danubio: agua, por tanto, flujo constante, a veces convertido (en los primeros planos) en configuraci¨®n abstracta, y otras veces entendido como met¨¢fora del tr¨¢nsito entre paisajes en los que no es posible demorarse.
Todo lo contrario, por cier
-to, que el material que sirve de punto de partida a la obra de Thomas K?ner (Dortmund, 1965): el que deparan las im¨¢genes obtenidas por distintas c¨¢maras de seguridad instaladas en un barrio en alg¨²n lugar de Finlandia, a trav¨¦s de las cuales puede jugarse f¨¢cilmente con la experiencia del vac¨ªo y de la lentitud del tiempo y, de paso, con la de su inexorabilidad.
En cualquier caso, lo interesante de esta muestra no estriba s¨®lo en la calidad de los trabajos hasta aqu¨ª descritos. Como antes he comentado, la exposici¨®n va debidamente acompa?ada de una considerable cantidad de material audiovisual que habr¨¢ de ser proyectado a lo largo de una serie de sesiones. Con todo, da la impresi¨®n de que ese complemento no ha de resultar absolutamente imprescindible, en la medida en que las obras actualmente visibles (y audibles) en el espacio principal del centro expositivo de Castell¨®n pueden bastar al espectador para tomar nota del asunto e iniciar por su cuenta la reflexi¨®n que se le propone. ?sta, en efecto, puede versar sobre el problema del movimiento y los desplazamientos en el mundo contempor¨¢neo, pero se ocupa sobre todo del tiempo y de su paso, de c¨®mo transcurre lleno o vac¨ªo. A este respecto, por supuesto, no es tarea del arte avanzar conclusiones de orden teor¨¦tico, sino sugerir experiencias inteligentes con las que cada uno pueda apa?¨¢rselas libremente.
![Im¨¢genes de los v¨ªdeos 'Dammi i colori', de Anri Sala (izquierda); 'Garbage 2003'y de Pawel Wojtasic (derecha).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/N2QYHDJ3HFLWGJIC7FT63CWJD4.jpg?auth=048b6ebee190a83a58f7b6e8038c92c33dda51e0aa6036ed432e8e052ec34bfd&width=414)
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