Coordenadas imaginarias
Como indica bastante bien el ilegible t¨ªtulo de la exposici¨®n, en donde se precisan las coordenadas del estudio del artista en Bilbao y las de la galer¨ªa Tom¨¢s March en Valencia, la exactitud topogr¨¢fica, la precisi¨®n en general, la rigurosidad procedimental no est¨¢n re?idas con la m¨¢s radical arbitrariedad subjetiva. Ya Duchamp nos dio muy buenas lecciones al respecto, y nada tiene de extra?o que tambi¨¦n los pintores contempor¨¢neos, aun de maneras muy distintas, hayan tomado nota de ello.
En el caso de Dar¨ªo Urzay (Bilbao, 1958) hay que a?adir al respecto su ya viejo inter¨¦s por las considerables posibilidades que ofrecen las im¨¢genes fotogr¨¢ficas, sobre todo las digitales, tanto originadas como procesadas con el ordenador, y despu¨¦s eventualmente asistidas por manchas o trazos de ¨®leo tambi¨¦n manipulados (y no s¨®lo por la mano), con vistas a una (u otra) revisi¨®n del sentido de la pintura. Su manera de proceder se nos presenta, por tanto, ciertamente compleja. El resultado es ambiguo por necesidad, y est¨¢ bien que as¨ª sea.
DAR?O URZAY
'43¡ã 16' 20" N 2¡ã 57' 36" W, 39¡ã 28' 31" N 0¡ã 22' 19" W'
Galer¨ªa Tom¨¢s March
Aparisi y Guijarro, 7 Valencia
Hasta el 22 de julio
De hecho, Urzay viene jugando desde hace tiempo con la ambig¨¹edad entre la fotograf¨ªa y la pintura, y entre ambas y el ampl¨ªsimo mundo de la ficci¨®n digital. En esta exposici¨®n se trata de un conjunto de Topogramas. Se toma como punto de partida la precisi¨®n de unas im¨¢genes v¨ªa sat¨¦lite (grandes paisajes, al menos en teor¨ªa) entre Bilbao y Valencia. Esas im¨¢genes son luego cuidadosamente deformadas, llevadas a una determinada escala, retomadas como pintura (un ¨®leo sometido a tratamiento qu¨ªmico) y selladas con una resina impoluta y transparente.
La pintura adquiere as¨ª los rasgos y las connotaciones indiciales de la fotograf¨ªa, mientras que el car¨¢cter indicial de las fotograf¨ªas a¨¦reas que han constituido el punto de partida ha quedado reducido en el proceso a mero pretexto, a realidad irreconocible. Al final, la esperada exterioridad de los supuestos paisajes captados v¨ªa sat¨¦lite adquiere, parad¨®jicamente, el aspecto de una especie de interioridad org¨¢nica compuesta de extra?os filamentos a manera de cordones umbilicales, de capilares sangu¨ªneos, flujos nerviosos y figuras sarmentosas. O bien, por otro lado, la refulgente apariencia de una enf¨¢tica abstracci¨®n provista de una extra?a ilusi¨®n de relieve. ?Qu¨¦ tenemos, por tanto? Seguramente un trabajo program¨¢ticamente instalado en los l¨ªmites, y tambi¨¦n uno de los m¨¢s coherentes ensayos de prolongaci¨®n de la tradici¨®n de la pintura en un contexto hist¨®rico dominado por las nuevas tecnolog¨ªas.
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