El hijo del rabino
Hijo del rabino reformista de la comunidad jud¨ªa de Sopron, K¨¢roly Pap naci¨® en esta ciudad del noroeste de Hungr¨ªa en 1897; fue visto por ¨²ltima vez en el campo de concentraci¨®n de Buchenwald, en 1945. Su familia, con la que hab¨ªa roto a?os atr¨¢s, fue deportada a Auschwitz. K¨¢roly Pap particip¨® como oficial voluntario en la Primera Guerra Mundial y simpatiz¨® con el breve r¨¦gimen comunista de B¨¦la Kun. Hungr¨ªa intentaba entonces dejar atr¨¢s la prolongada Edad Media en que a¨²n estaba sumida; fueron a?os de terror rojo y blanco, en los que el escritor conoci¨® la c¨¢rcel y sobrevivi¨® con todo tipo de trabajos: lav¨® coches, fue carpintero, se integr¨® en compa?¨ªas de teatro ambulante. Comenz¨® escribiendo poemas expresionistas, pero pronto se pas¨® a la prosa. El tema que caracteriza la obra de K¨¢roly Pap es la cuesti¨®n jud¨ªa -h¨²ngara, las convulsiones internas entre la vieja ortodoxia, pr¨¢cticamente fuera de la historia, y la reforma de los llamados "ne¨®logos", propensos a la asimilaci¨®n. Una tensi¨®n que se produjo en el periodo m¨¢s agitado de la historia de Hungr¨ªa. Como el ni?o protagonista de Azarel, K¨¢roly Pap creci¨® en medio de esta refriega; la novela, firmemente autobiogr¨¢fica, se nutre y fortalece de esa experiencia.
AZAREL
K¨¢roly Pap
Traducci¨®n de Adan Kovacsics
Min¨²scula. Barcelona, 2005
301 p¨¢ginas. 15 euros
Debido a una desp¨®tica promesa, el rabino tiene que entregar su tercer hijo, al poco de nacer, al fan¨¢tico abuelo ortodoxo, para que ¨¦ste pueda sembrar en ¨¦l las viejas ense?anzas. Gyuri es educado en un universo arcaico, inhumanamente sacralizado, donde las cosas son s¨ªmbolos: el agua no es "l¨ªquido y espuma", sino "letras hebreas", y la Biblia posee "un sentido m¨¢gico y secreto". Quema los juguetes del ni?o y lo instruye en una sucesi¨®n de interminables ritos cotidianos. El ni?o no comprende su devoci¨®n, pero se aferra al miedo que le suscita el abuelo, porque en el miedo las cosas tambi¨¦n adquieren un sentido m¨¢gico y secreto. Muerto el anciano, regresa a la casa de sus padres, y ah¨ª el miedo, "que me hab¨ªa desquiciado el sistema nervioso a tan temprana edad, enseguida fue ocupado por otro demonio: el aburrimiento".
En Gyuri se produce una suerte de sobreexcitaci¨®n que no encuentra otra salida que una apremiante rebeli¨®n. Nada de lo que le ofrece su familia le resulta grato; considera hip¨®crita la religiosidad de su padre, mezquino el amor de su madre, est¨²pida la actitud de buen alumno de su hermano, p¨¢nfila la preocupaci¨®n de su hermana por las trenzas; incluso ve un guardi¨¢n en la criada. El ni?o se refugia en la imaginaci¨®n; escucha la voz del fuego y de los muebles, y aplica una rabiosa l¨®gica infantil que desbarata el mundo adulto, y a ¨¦l le acerca a la locura. Su enfrentamiento no es contra la autoridad del padre -Pap invierte as¨ª el mito de la opresi¨®n paterna-, sino contra su poquedad; el deseo del ni?o es denunciar en el templo su insuficiencia y falsedad.
La precisi¨®n con que K¨¢roly Pap describe el laberinto emocional del ni?o, esa extra?a lucidez infantil, rebajada en la conclusi¨®n a enfermedad, va m¨¢s all¨¢ de la problem¨¢tica jud¨ªa, y hoy puede leerse como una f¨¢bula magistral sobre las contradicciones derivadas de la asimilaci¨®n, en cualquiera de sus formas. Hay pocos libros donde el alma infantil se percibe como una presencia asombrosa. Azarel es uno de esos casos excepcionales. Si el lector quiere saber qu¨¦ muri¨® con ¨¦l cuando dej¨® la ni?ez, en estas p¨¢ginas hallar¨¢ una respuesta.
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