Fiesta nacional
Celebr¨¢bamos la fiesta nacional tal d¨ªa como hoy en el antiguo r¨¦gimen: cantaban -ellos- el d¨ªa en que parte del Ej¨¦rcito espa?ol, secundado por falangistas, requet¨¦s y mon¨¢rquicos, dieron un golpe de Estado con una consigna que cumplieron: matar a quien se opusiera. Deber¨ªamos celebrar nosotros esa fiesta: el d¨ªa en que los espa?oles salieron a la calle con armas de guardarrop¨ªa para detener a los sublevados, detuvieron el golpe de Estado y ¨¦ste se convirti¨® en guerra civil. Se mantuvieron casi tres a?os, con ayuda de voluntarios internacionales -la mayor parte, comunistas- y alguna de la URSS, pero no obtuvieron m¨¢s que una neutralidad llorica de las grandes potencias, una solidaridad de los intelectuales de todo el mundo, alimentos de M¨¦xico; enfrente, los golpistas ten¨ªan el Ej¨¦rcito y la aviaci¨®n de alemanes, italianos y portugueses. Al final cayeron los resistentes y fueron juzgados y fusilados por "rebeli¨®n militar": la fuerza y la victoria formulan el vocabulario y el c¨®digo. No hac¨ªa falta: hab¨ªan matado ya a miles de personas sin juicio.
Todav¨ªa se est¨¢n buscando los cuerpos torturados. Hace cinco d¨ªas se anunciaba en Le¨®n la construcci¨®n de una "capilla laica" para recordar los asesinados all¨ª: tienen m¨¢s de mil nombres, hasta ahora, en aquellos lugares. Quieren abrirla el 14 de abril. Algunos saben todav¨ªa estos datos. Los nuevos para la vida, no. Muchos no han o¨ªdo hablar de eso a sus padres ni a sus abuelos: no se atrevieron, era el terrible secreto de la familia. Otros tienen la conocida amnesia pol¨ªtica. Y unos pocos sue?an con que regrese un 18 de julio a su gusto, como aqu¨¦l: pero el Ej¨¦rcito ya no es la peque?a horda de resentidos que hab¨ªan perdido todas las guerras desde Felipe II hasta Abd el Krim; los mon¨¢rquicos tendr¨ªan que alzarse contra su rey, y Europa no tiene a Hitler ni a Mussolini, ni a Stalin. Aunque quiz¨¢ piensen que hay que hacer algo excesivo para tener a Espa?a convertida en portaaviones del Eje del Mal. Lo peor de este ¨¢nimo de los mantenedores del 18 de julio nazi es que conf¨ªan en volver por medios electorales, y eso es posible en un pa¨ªs donde se piensa poco y se ambiciona mucho. Siempre se pueden comprar buenos tr¨¢nsfugas; y son mejores que las escenas de entonces: un ayudante del general republicano que le mata de un tiro por no sumarse, un cami¨®n de falangistas recorriendo la comarca para matar al maestro en cada pueblo, un reba?o de curas alzando la cruz para justificar el crimen.
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