Guerini y el buen vino
El veterano italiano del T-Mobile gana la ¨²ltima etapa 'real' del Tour, la v¨ªspera de la contrarreloj
En la salida, a la sombra del Puy de D?me, el viejo Rapha?l Geminiani (80 a?os) mira a los ciclistas, se fija en sus piernas escu¨¢lidas, brillantes, sus rostros agotados, su mirada triste. "?Ah!", dice, dejando traslucir una m¨ªnima nostalgia, "en mis tiempos, cualquier ciclista que corriera el Tour era un superhombre, una figura tan popular en su pueblo, que cuando se retiraba montaba una cafeter¨ªa o una tienda con su nombre y nunca fracasaba. Su nombre ya era una marca conocida". Geminiani, de Clermont Ferrand, en el coraz¨®n del Averno, del parque de los mil volcanes sin cr¨¢ter, de la regi¨®n que ayer recorri¨® el Tour, fue ciclista en los a?os 50, figura popular en la Francia de Bobet, Robic y Anquetil, y no entend¨ªa, no sab¨ªa lo que pensaban los ciclistas de ahora, los del presente, los que piensan que nunca tendr¨¢n que trabajar.
Deber¨ªa o¨ªrlos un poco Geminiani, no s¨®lo mirarlos. Deber¨ªa o¨ªr a Pereiro, quien mientras suda, mientras cierra los dientes, mientras hace trabajar sus incansables ri?ones, su fuerza incre¨ªble, va pensando en un coche, brillante, nuevo, tan poderoso como ¨¦l, tan espectacular como su ciclismo.
Podr¨ªa atender a los gestos de Guerini, viejo corredor italiano, fino, piernas de alambre, muy chupado de cara y de cuerpo, sus movimientos en la salida, su saludo a Txente Garc¨ªa Acosta, se?al¨¢ndolo con el dedo ¨ªndice. Cualquiera podr¨ªa pensar que le est¨¢ dici¨¦ndole a ¨¦l, al navarro de Tafalla, al viejo especialista de fugas m¨²ltiples, que le tocaba a ¨¦l, que a Puy en Velay, a la meta de la ¨²ltima etapa real del Tour -quedan la contrarreloj de Saint Etienne, cosa de los cuatro que se juegan el orgullo y alg¨²n puesto, y el carrusel de Par¨ªs, el sprint de los Campos El¨ªseos, que no son etapas verdaderas-, llegar¨ªa ¨¦l, Txente, nueve Tours en sus piernas, m¨¢s que ning¨²n espa?ol en activo, destacado, pensando en ganar. "Pero no", dice Txente con su enorme sonrisa de eterno optimista. "Ni me dice que voy a ganar ni tampoco me vais a ver delante. Estoy muy cansado, muy cansado, no puedo m¨¢s. Lo que me dec¨ªa era que gracias por el vino". Y cuenta Txente que Guerini, de 35 a?os, tiene un magn¨ªfico gusto, que le encantan los buenos vinos, y que le hab¨ªa tra¨ªdo al Tour unas botellas de tinto navarro, buen tempranillo de las bodegas Ochoa, de Olite, donde Mariano Ca?ardo, y que, al parecer, le hab¨ªan encantado.
Pereiro estaba en la fuga, c¨®mo no iba a estar si hab¨ªa un puerto de segunda, doloroso, tremendo, de los que seleccionan a los fuertes y ¨¦l, el Virenque de Galicia, es el m¨¢s fuerte de todos; y tambi¨¦n estaba Guerini, uno pensando en un coche a su imagen y semejanza, el otro en un buen crianza, en un reserva de a?o excepcional que a?adir a su colecci¨®n, un vino como ¨¦l, de un vi?edo de escasa producci¨®n, pero incre¨ªble en el momento de llegar a la mesa; como ¨¦l, como Guerini, el escalador que gan¨® en el Alpe d'Huez en 1999 pese a que un chaval con una c¨¢mara de fotos se le puso en medio y no le qued¨® m¨¢s remedio que atropellarlo, el gregario fiel de Ullrich que a veces siente la llamada de la inspiraci¨®n. Como la sinti¨® ayer a poco m¨¢s de un kil¨®metro de la llegada. Iban cuatro, Pereiro, ¨¦l, otro italiano, Pellizotti, y el franc¨¦s Casar. Tiraba Pereiro, como casi siempre, cuando, abri¨¦ndose completamente a la derecha, saliendo desde atr¨¢s, atac¨® Guerini. Casar y Pellizotti lo vieron pasar. Casar y Pellizotti miraron a Pereiro, esperando que el gallego generoso les llevara hasta Guerini para despu¨¦s remachar. Pero Pereiro, el gallego generoso pero no tonto, se encogi¨® de hombros. Verdes las han segado, les dijo, yo ya he ganado una etapa, si quer¨¦is ganarla, id vosotros a por ella. Y les hundi¨® en la miseria.
?En qu¨¦ piensa Lance Armstrong cuando gana? Quiz¨¢s en sus hijos, Luke y las mellizas; Luke, que ya se entera algo de ciclismo, las mellizas, que apenas. Los tres llegaron ayer a Francia. A los tres quiere Armstrong ense?arles a qu¨¦ se dedica, a los tres quiere dedicarles un triunfo en la contrarreloj de hoy, aunque quiz¨¢s ellos, ni?os, tejanos, les extra?e que su padre llegue hoy el ¨²ltimo a la meta y que digan que ha ganado. Misterios de la contrarreloj. "Lance quiere dejar su firma bien grande en una etapa del Tour", dicen en su equipo. "Y no creemos que lo pueda conseguir en Par¨ªs". Lo de Par¨ªs es lo que le falta por atar, sus acompa?antes en el ¨²ltimo podio de su vida. Una vieja tradici¨®n del ciclismo quiere que cuando uno gana una carrera, su gente, para valorar en su justa medida el logro, le pregunte enseguida ?y qui¨¦n ha quedado segundo? A Armstrong le gusta Basso, el futuro, el heredero, como segundo, y el jueves, ayud¨¢ndole a despegar al pegajoso Rasmussen, demostr¨® que quiere a Ullrich, el pasado, tambi¨¦n en su foto de despedida. Armstrong ya ha hecho todo lo que ha podido, el resto depende del alem¨¢n.
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