Material de derribo

Una corrida de N¨²?ez del Cuvillo con buen fondo para el caballo y con cuatro toros inv¨¢lidos para lo dem¨¢s. Material de derribo imposible de mantener una lidia m¨¢s o menos digna. De esos cuatro lamentos que saltaron al ruedo, segundo y quinto, se salvaron. Aqu¨¦l, con el hierro de Benjumea pero de id¨¦ntica procedencia del resto, tuvo inter¨¦s. Sali¨® a la plaza como ausente, adormilado y como si la cosa no fuera con ¨¦l. Mas fue meterse en el caballo y cambiar el panorama. Se encel¨® bajo el peto unos cuatro minutos, sin que nadie fuera capaz de sacarlo. A su vez, el picador de tanda, aplicando castigo sin mesura. M¨¢s desangrado que sangrado ese toro se apareci¨® fresco y con aire en la muleta. Sin molestarle, al comp¨¢s que le marcaba, C¨¦sar Jim¨¦nez libr¨® una terca y lista faena. Cuando el toro parec¨ªa apagarse y se quiso ir a tablas, Jim¨¦nez puso en escena unos rodillazos finales de mucho eco en el tendido. El quinto, de notable entrega en el caballo, tuvo buen son por el derecho y protest¨® por el otro. De nuevo mucho artificio en la faena de C¨¦sar Jim¨¦nez. Bien servida para la gente, que siempre estuvo al lado del torero.

Ni con el sobrero que hizo primero ni con el cuarto pudo entenderse Abell¨¢n. Dos tullidos animales que apenas le dejaron opci¨®n. Un calco para Manzanares, que se le muri¨® de pie el tercero y el cuarto, que claudic¨® nada m¨¢s abrirse de muleta, acab¨® ech¨¢ndose y apuntillado por la cuadrilla.