Hijos de la nube
Los hijos de la nube, como son conocidos los componentes del pueblo saharaui, ya no miran al cielo en busca de nubes portadoras de agua, nos observan, atentamente, a nosotros, los espa?oles, mejor dicho a nuestro Gobierno, aunque tambi¨¦n miran, expectantes, a otros Gobiernos. Excitados por los ¨²ltimos acontecimientos, nos piden una reacci¨®n contundente a la represi¨®n brutal de la polic¨ªa y el ej¨¦rcito marroqu¨ªs, y a las condenas de m¨¢s de 15 a?os para algunos de los detenidos en las manifestaciones pac¨ªficas de finales de Mayo en El Ai¨²n. Su protesta, era contra la represi¨®n y las detenciones arbitrarias.
Puede haber sido un error de c¨¢lculo del Monarca alau¨ªta, quiz¨¢s algo nervioso, y seriamente preocupado con este asunto tan sensible. Habr¨¢ estado mal aconsejado. No ha previsto sus consecuencias y su imagen externa se est¨¢ oscureciendo por momentos. Su contundente proceder nos ha hecho recordar los oscuros tiempos del plomo. Los graves incidentes ocurridos han repercutido en la opini¨®n p¨²blica mundial, preocupan a la mayor¨ªa de los espa?oles y hacen temer lo peor a los desesperados saharauis. Aunque, tambi¨¦n inquietan a muchos esperanzados marroqu¨ªs, que tienen puestas sus ilusiones en la modernizaci¨®n y la democratizaci¨®n del pa¨ªs, de la mano de su joven monarca.
El estancamiento era previsible, y ahora los saharauis esperan que la comunidad internacional se implique
Aumenta la tensi¨®n a medida que contin¨²an las detenciones de destacados saharauis. Estos, muy conscientes de que el momento es crucial, buscan poner el foco de atenci¨®n mundial en su territorio, remover las conciencias y as¨ª forzar la soluci¨®n definitiva del conflicto. Saben que la mayor¨ªa de los espa?oles y europeos se solidarizan con ellos y con su causa, que sus Gobiernos, apoyan el Plan de Paz. Su autor, James Baker, dimiti¨®, en junio del a?o pasado, porque consideraba su aplicaci¨®n como una soluci¨®n honrosa, justa, duradera, aceptable y por tanto definitiva al conflicto. Su frustraci¨®n era l¨®gica, pero previsible, pues, este Plan, finaliza con la aceptaci¨®n del resultado de una votaci¨®n que el Rey de Marruecos no est¨¢ dispuesto a perder. Es consciente de que la ONU, que ha prorrogado su mandato para el Refer¨¦ndum hasta el 31 de octubre, no puede impon¨¦rselo, a pesar de que fue aprobado por unanimidad (15 a 0) en su Consejo de Seguridad de julio de 2003 y despu¨¦s ratificado en varias ocasiones.
Incluso los mejores aliados de la Monarqu¨ªa alauita, EEUU y Francia, lo consideraron como la soluci¨®n ¨®ptima. Un nuevo enviado de la ONU, el diplom¨¢tico holand¨¦s Peter Van Walsum, va a ser nombrado con el acuerdo de las partes involucradas.
El estancamiento del conflicto era previsible. Hay hartazgo y decepci¨®n, entre los saharauis, pues son ya tres d¨¦cadas de ocupaci¨®n, enfrentamientos y sufrimientos innecesarios. Esperan, ansiosamente, que la comunidad internacional se implique. El Rey sigue conf¨ªando en su poder, su diplomacia,sus amistades, sus influencias y en su dinero para que nada cambie La actitud de la Administraci¨®n Bush frente a este conflicto no casa con su ret¨®rica sobre la democratizaci¨®n del "mundo ¨¢rabe". Los saharauis han demostrado que no son terroristas, son dem¨®cratas, republicanos y laicos. Este candente e ineludible asunto est¨¢ tan claro, que comienza a resultar muy incomodo para ella. No quiere involucrarse realmente en la resoluci¨®n del conflicto para no enturbiar sus excelentes relaciones con el Monarca, que lo sabe y lo utiliza en su t¨¢ctica dilatoria.
Moh¨¢med Abdelaziz, el presidente de la RASD que ha prometido liberar a los 408 prisioneros de guerra que a¨²n quedan, demanda de nuestro Gobierno mas acci¨®n y menos tolerancia ante lo que ha sucedido y lo que esta sucediendo con las detenciones y la retah¨ªla de delegaciones espa?olas y extranjeras que han intentado informarse de lo acontecido sobre el terreno y han viajado en vano, por la negativa de Marruecos a que sus componentes desembarquen en El Aiun. Se aduce all¨ª, que son proclives a la causa saharaui y por lo tanto enemigos del Reino. Con el trato recibido, si no lo eran, sin duda, lo ser¨¢n.
El Monarca alau¨ªta intenta que el Gobierno Espa?ol no env¨ªe una delegaci¨®n parlamentaria estatal y prohiba el viaje de cualquier otra. El Ministro Moratinos se encuentra ante un asunto complicado y muy enconado. Confiamos en que estar¨¢ a la altura esperada y ejercer¨¢, eficientemente, su ardua labor de siyasa (literalmente: el arte de refrenar y domar potros), que es la palabra ¨¢rabe que designa, indistintamente, a pol¨ªticos y diplom¨¢ticos. Los espa?oles tenemos sobradas razones, hist¨®ricas y estrat¨¦gicas, lazos sentimentales y econ¨®micos que nos fuerzan a una estrecha relaci¨®n que, actualmente, es de buena amistad con los marroqu¨ªes. Pero, ?qu¨¦ decir de los saharauis? Nos ocurre otro tanto y adem¨¢s tenemos un deber de justicia con ellos. Conocemos a ambos pa¨ªses y amamos a sus pobladores desde hace mas de 30 a?os. No deseamos que el canto del fago vuelva a tocar las fibras sensibles y enardezca a los orgullosos guerreros saharauis para lanzarlos, nuevamente, a la guerra fratricida.
El asunto del S¨¢hara tiene m¨¢s calado del que parece. No pesan solamente razones hist¨®ricas, geoestrat¨¦gicas o econ¨®micas. Hay otras causas, ajenas tambi¨¦n a la ira o la soberbia Real, y que son de estrategia pol¨ªtica, de pura supervivencia del R¨¦gimen. Los saharauis podr¨ªan crear un mal precedente, debilitando el actual orden establecido y poniendo en duda muchos viejos mitos, dogmas y tab¨²es, que, actualmente, parecen inamovibles. Tambi¨¦n en otras partes, como en el maltratado Rif (Rep¨²blica independiente en tiempos de Abdelkrim El Jatabi), podr¨ªan demandar "autonom¨ªas", algo que no se ver¨ªa bien desde la tradicional ¨®ptica centralista del Maghzen (Palacio y aleda?os).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.