Subir es bajar
EL PUENTE. Muchos de los que no han ido nunca a Cuenca desconocen la primera impresi¨®n que produce entrar de improviso al puente que une una ciudad misteriosa, de piedra y de leyenda, aquella en la que alguna vez se iniciaron centenares de seminaristas, y la ciudad a la que un grupo de artistas consolid¨® en los a?os sesenta como el im¨¢n al que hab¨ªa que acudir para entender de qu¨¦ iba el arte contempor¨¢neo. La ciudad de las Casas Colgadas.
La gente, los que ya lo conocen, entre ellos los Pr¨ªncipes de Asturias, que aqu¨ª pararon en su luna de miel, pasan ese puente como si estuvieran cruzando un bosque. Pero los que acabamos de encontrarnos con ¨¦l hallamos que su desaf¨ªo no est¨¢ s¨®lo en su sobrenombre, el puente de los suicidas. El puente de San Pablo, inaugurado a principios del siglo XX, cuelga sobre un vac¨ªo de m¨¢s de 30 metros y se extiende a lo largo de m¨¢s de 100, que se hacen interminables para aquellas personas que padecen v¨¦rtigo.
La casa de Antonio P¨¦rez es la obra de arte de un solitario libre. Encima de la escalera hay una enorme escultura de Michelin
Antonio Saura descubri¨® el lugar, y tras ¨¦l vinieron Manolo Millares, Jos¨¦ Guerrero, Manolo Rivera, Gerardo Rueda, Sempere, Canogar, Mart¨ªn Chirino...
La subida de las Angustias se llama Bajada de las Angustias, la subida de San Miguel es Bajada de San Miguel, y lo mismo pasa con la subida del Calvario...
Jenny: "Aqu¨ª no tenemos zonas verdes, sino zona de piedras. La vida es muy tranquila, y el AVE no va a interrumpir estas sensaciones"
Carmen V¨¢zquez: "No s¨¦ si la gente aprecia la belleza en la que vive, pero es obvio que una luz como ¨¦sta no la halla nadie en ning¨²n sitio"
Y all¨¢ arriba se siente uno m¨¢s de los misterios de Cuenca. Una ciudad adusta e incluso dura, pero que dentro esconde una gran belleza. La atracci¨®n irresistible de una ciudad a la que es muy dif¨ªcil que cambien el tiempo e incluso el AVE que est¨¢ por venir.
Pero cuando est¨¢s cruzando el puente no piensas en eso, sino en tus propios pasos retumbando en medio de ese inmenso vac¨ªo; con nosotros iba Antonio P¨¦rez, uno de estos conquenses sobrevenidos en aquella ¨¦poca de los sesenta, cuando aqu¨ª llegaron de la mano de Antonio Saura numerosos artistas de toda clase, que hallaron en Saura y en Gustavo Torner (conquense ¨¦l mismo) y en Fernando Z¨®bel, anfitri¨®n y artista de origen filipino, el im¨¢n necesario para hacer una nueva leyenda de la ciudad de las Casas Colgadas: la leyenda que la convirti¨® en la capital verdadera del arte abstracto en el mundo.
Y cuando empezamos a cruzarlo no sab¨ªamos su historia, ni siquiera que todos lo llaman el puente de los suicidas. Y Antonio P¨¦rez asegura que s¨®lo hay una media de un suicida al a?o.
Es una pasarela ligera, que hereda el estilo de las obras de Eiffel. Lo mand¨® hacer el obispo don Wenceslao Sang¨¹esa como pasarela para que pasaran por ¨¦l los trescientos seminaristas que hab¨ªa entonces en lo que ahora es el parador de San Pablo... Una de las aficiones de los seminaristas de entonces era la de mover el puente; heredaron la tradici¨®n de los mozalbetes que se pusieron a agitarlo el mismo d¨ªa de su inauguraci¨®n. Y eso se sigue haciendo.
SUBIR ES BAJAR. M¨¢s ac¨¢ del puente, Cuenca sigue siendo la ciudad del alto y bajo. Un sacerdote, uno de los pocos de civil que hallamos en la ciudad, y que nos pidi¨® hacer an¨®nimo su nombre, nos llam¨® la atenci¨®n sobre esta pasi¨®n de Cuenca: hacer que toda subida sea bajada. "La gente es amable, y te ahorra pensar que vas a tener que estar subiendo todo el d¨ªa: la subida de las Angustias se llama Bajada de las Angustias, la subida de San Miguel es Bajada de San Miguel, y lo mismo pasa con la subida del Calvario, que tambi¨¦n es Bajada del Calvario".
LLEGAR. Antes de ir a Cuenca preguntamos por un sitio que no fuera el Museo de Arte Abstracto (que le sigue dando a Cuenca la capitalidad art¨ªstica que mereci¨® en los sesenta y en los setenta), y muchos nos enviaron a La Ponderosa. Su leyenda proviene de su pasi¨®n: es un bar sin taburetes que ha hecho su fama gracias a la pasi¨®n de sus propietarios por los productos naturales que cultivan, pescan o cazan y que luego preparan (sobre todo en escabeche) de tal manera que son parte de la mesa de los Reyes... Y su nombre, claro, proviene de aquella serie de televisi¨®n, Bonanza, que se ve¨ªa a¨²n cuando ellos abrieron, hace cerca de 30 a?os... Es tal la pasi¨®n que mantienen por los productos que cultivan, que los propietarios llevan en su cartera (se dice) las fotos de los tomates o de las gallinas, adem¨¢s de las fotos de los familiares... Pero La Ponderosa descansa hoy, y Javier Rioyo, que nos ayud¨® a hacer el trayecto como experto en cuencas, nos llev¨® a la casa que fue de Jos¨¦ Luis Perales... Junto a la Posada de San Jos¨¦ (que regentan Jenny, una irlandesa de origen, y su esposo, Antonio Cortinas), esa casa en la que alguna vez el silencio de Cuenca acog¨ªa la voz del m¨²sico ensayando, es ahora un restaurante desde el que se ven las enormes piedras que anuncian la Ciudad Encantada... Enfrente de esos dedos infinitos que parecen evocar aquellos que dibuj¨® o esculpi¨® Eduardo Chillida, el ma?tre desgrana los platos (morteruelo, ajoarriero, perdiz, lomo de orza, ?mus de pisto!, atascaburras...) y los nombres de los conquenses ilustres: "El propio Perales, Ra¨²l del Pozo, Jos¨¦ Luis Coll, y el m¨²sico Ismael Barambio, concertista, probablemente el mayor artista que ha dado Cuenca...". El ma?tre es de un pueblecito que se llama Hu¨¦lamo, entre el r¨ªo J¨²car y la Ciudad Encantada...
EL IM?N. A Cuenca la descubri¨® Antonio Saura para el mundo. Sigue presente, lo seguir¨¢. Aqu¨ª vienen su viuda, Mercedes, y su hija Marina. Aqu¨ª sigue la peregrinaci¨®n de los que buscan su pasado y su obra, y tambi¨¦n el pasado del arte abstracto espa?ol (Torner, Z¨®bel, tantos)... Saura descubri¨® el lugar, y tras ¨¦l vinieron Manolo Millares (Elvireta Escobio, su viuda, sigue viniendo y amando esta ciudad), Jos¨¦ Guerrero, Manolo Rivera, Gerardo Rueda, Gabino, Sempere, Canogar, Mart¨ªn Chirino, Eduardo Arroyo, Guinovart, R¨¤fols Casamada, Andreu Alfaro..., Bonifacio... Carlos Saura hizo de Cuenca algunos de sus escenarios: en ese puente que tanto impresiona film¨® a Geraldine Chaplin tocando el tambor de Calanda en una escena escalofriante... Saura (Antonio, sobre todo) fue el im¨¢n, y para ¨¦l el im¨¢n fue la ciudad, y ahora no se concibe el nombre de Cuenca sin el apellido de Saura...
ANTONIO P?REZ. Originario de Sig¨¹enza y del exilio franc¨¦s, es un hombre que busca constantemente. Vino tras Saura, en 1958; aqu¨ª hall¨® una casa de tres pisos que le cost¨® menos que lo que ahora vale un dolor de muelas, y ah¨ª ha hecho un museo personal en el que casi no hay un sitio donde sentarse; ¨¦l echa a un lado los libros y nos hace sitio donde antes tuvo una biograf¨ªa de Jean Genet... Los tres pisos est¨¢n llenos de objetos que a ¨¦l le parecieron r¨¦plicas de obras de arte... Esa pasi¨®n por hallar le ha hecho mirar (con provecho) al suelo, y quiz¨¢ dentro de s¨ª mismo... Fue librero (en la Joie de Lire, en Par¨ªs), y tambi¨¦n editor de la ¨¦poca gloriosa de Ruedo Ib¨¦rico... Se encontr¨® en la calle con Fernando Savater: "?Cu¨¢ntos libros te rob¨¦!". ?l dejaba robar libros, ahora no lo har¨ªa, "?es que eran espa?oles pobres!". Se hizo coleccionista de arte, le regalaban cuadros, se hizo amigo de todo el mundo, como Kim de la India... Solitario en la Cuenca que no abandonar¨¢, tiene una distracci¨®n fija, al anochecer: un gin-tonic donde mejor los preparan en el mundo, en el Jovi (no confundir con Hobby: Jovi viene de Jos¨¦ Victoria), donde adem¨¢s se come tambi¨¦n cada noche un pepito de ternera... Al mediod¨ªa no almuerza, comer¨ªa demasiado... Sabe que alrededor de Saura y del mundo que ¨¦ste atrajo, Cuenca se hizo otra, sobrepuso la leyenda del arte abstracto a la leyenda del arte que era en s¨ª misma...
La casa de Antonio P¨¦rez es la obra de arte de un solitario libre... Encima de la escalera hay una enorme escultura de Michel¨ªn, ese personaje que ¨¦l ha hecho su compa?ero... Cuando se supone que ¨¦l pon¨ªa a dialogar la escultura de Michel¨ªn con el Coraz¨®n de Jes¨²s que se ve en el cerro, hubo una reacci¨®n airada de la Iglesia, y el entonces presidente comunitario Jos¨¦ Bono zanj¨® la cuesti¨®n con esta frase: "Entre el Coraz¨®n de Jes¨²s y el amigo gordito de Antonio P¨¦rez me quedo con el Coraz¨®n de Jes¨²s...". Desde las innumerables estanter¨ªas nos contemplan Micky Mouse, una teta de yeso, muchas meninas como las de Saura (y como las de Picasso, y como las de Vel¨¢zquez) fabricadas de objetos hallados en los barrancos, un pez cubre una puerta, y detr¨¢s de su cama de un solo cuerpo le contempla un cuadro primerizo de Equipo Cr¨®nica..., una botella de pl¨¢stico simula un homenaje a Henry Moore... En esa atm¨®sfera resume la raz¨®n de su amor por Cuenca: "Es pura geolog¨ªa, no es un monumento. Parece cerrada, pero la gente no se mete en tu vida. ?La gente no viene nunca sin llamar antes!". Le parece fundamental, para que Cuenca fuera el im¨¢n que es, que viniera Saura (que lleg¨® con su padre, que aqu¨ª le quiso curar de la tuberculosis), y que aqu¨ª decidiera Z¨®bel hacer el Museo de Arte Abstracto, que gestiona la Fundaci¨®n March... Lo abri¨® en 1962, en una casa que le busc¨® Torner, una de las casas colgadas, "pero al olor de Saura vino todo el mundo... Qu¨¦ horror, cu¨¢ntos se han muerto". Y cu¨¢ntos se han ido; ahora hay j¨®venes pintores, pero vienen y van; se ha ido Bonifacio, que fue tambi¨¦n aqu¨ª una leyenda... Se han notado las ausencias, claro, pero se han quedado las pinturas, y ahora hay m¨¢s galer¨ªas que nunca en Cuenca: galer¨ªas, museos, la Facultad de Bellas Artes, la Escuela de Arte Cruz Novillo... El resultado de esa invasi¨®n tranquila est¨¢ ah¨ª y en las paredes: los dentistas, los peluqueros, los m¨¦dicos y los bares tienen arte abstracto en las paredes... Es el paisaje que incorpor¨® Cuenca a su propio paisaje. Ah, y la Semana de M¨²sica Religiosa de Semana Santa, que es una se?a de identidad de la ciudad. Sin esa semana (que dirige Antonio Moral) no se entender¨ªa el sonido total que tiene Cuenca cuando se la nombra.
EL D?A DE CUENCA. Ya Cuenca no puede ser la ciudad tranquila que fue durante siglos. En la ventana de una casa vimos un letrero contra el AVE que vendr¨¢, pero acaso es la ¨²nica se?al en contra que hallamos en relaci¨®n a ese adelanto que pondr¨¢ a la ciudad al lado de Madrid... Ir¨¢n en media hora los que ahora tardan el triple al menos cada lunes para hacer el recorrido y comprar en los grandes almacenes de la capital... A esa excursi¨®n, los propios grandes almacenes la llaman el D¨ªa de Cuenca; los almacenes se cierran y los conquenses se van a Madrid... Ahora hay terrazas y bares, la gente ya no viste de negro, y aunque hay sotanas, es dif¨ªcil que haya ya un obispo como Guerra Campos... Ya casi no hay seminaristas; Antonio P¨¦rez hall¨® una extra?a pegatina, cuya inscripci¨®n nosotros anotamos: "Hazte cura y que sea lo que Dios quiera". Cuando aqu¨ª vinieron, en los a?os veinte, Elsa Triolet y Gertrude Stein, la Guardia Civil las tuvo que salvar de los chicos que les tiraban piedras... Ahora eso no pasar¨ªa nunca; ni los ruise?ores se escandalizan de los nuevos ruidos de Cuenca... Los ruidos que han venido a competir con los de los mirlos, los grillos, los gallos, los perros, los sonidos de todos los p¨¢jaros del mundo, el rumor de los murci¨¦lagos..., los berridos de los ciervos en celo...
DATOS SOBRE LA LENTITUD. Tom¨¢s Fern¨¢ndez, profesor de la UNED que trabaj¨® a?os en Cuenca: "Los conquenses no se sienten tan castellanos. Tampoco se sienten valencianos. Ese sentimiento de dependencia dudosa ha venido a ser sustituido por la Universidad de Castilla-La Mancha, que le ha dado cohesi¨®n a la regi¨®n... Aqu¨ª todo est¨¢ muy cerca. Sobra tiempo para pasear. ?En treinta minutos te has cruzado la ciudad! El arte abstracto se asumi¨® ya, forma parte de la vida cotidiana, y esa combinaci¨®n de tradici¨®n y modernidad ha hecho m¨¢s vivible la ciudad. Y los conquenses lo aprecian. ?Les ha dado negocio!". Carmen V¨¢zquez, madrile?a que ense?a Geograf¨ªa en Cuenca: "Conviven las dos ciudades; no, no se repelen... Gran parte de mis alumnos, que no s¨¦ si tienen creencias, participan de las cofrad¨ªas, y en las pr¨¢cticas religiosas conviven hasta tres generaciones; ¨¦se es un dato de buena convivencia entre las Cuencas que coexisten... No s¨¦ si la gente aprecia la belleza en la que vive, pero es obvio que una luz como ¨¦sta no la halla nadie en ning¨²n sitio, y eso lo han sabido ver, naturalmente, los pintores... Una ciudad en la que uno saluda en menos de cinco minutos a tres personas con las que se para a hablar es una ciudad lenta, c¨®mo no lo va a ser. ?Tambi¨¦n hay que hacer descansos entre tantas subidas y bajadas!".
ZONA DE PIEDRA. Donde nos sentamos se llama el Barrio Vaticano, junto a la catedral. Ah¨ª est¨¢n sentados, tomando caf¨¦, Jenny y Antonio Cortinas. Cuando nos sentamos con Jenny y Antonio les preguntamos por el AVE, que asomar¨¢ a¨²n m¨¢s a Cuenca a los viajeros del mundo. Antonio vino por casualidad y se enamor¨® de la piedra, y luego se enamor¨® de Jenny, una inglesa que vino hace treinta a?os a Espa?a. Quer¨ªa ser int¨¦rprete y ahora tiene en su casa "mi ONU particular". Algunos acontecimientos recientes les hacen pensar que Cuenca vive un buen momento: vinieron los Pr¨ªncipes y aqu¨ª se produjo una cumbre. Y vendr¨¢ el AVE. "Cuando vine", dice Jenny, "me qued¨¦ extasiada ante esta luz espectacular. ?No hay cielo as¨ª en ning¨²n otro sitio de Espa?a! Y aunque son castellanos, si les rompes la barrera, los conquenses son fabulosos. Y aqu¨ª, aunque no tenemos zonas verdes, sino zona de piedras, la vida es muy tranquila, ?gozamos tanto de estas vistas! Y el AVE no va a interrumpir estas sensaciones. Al contrario: ?las disfrutar¨¢ m¨¢s gente!".
Ahora Cuenca tiene 50.000 habitantes. Con 80.000, dice Jenny, "se supone que seguir¨¢ siendo manejable. S¨®lo puede crecer hacia abajo. ?La naturaleza la ha hecho inmune. ?sa es la suerte. Y que la luz no la pueden tapar".
Este chico estudia Derecho, tiene 22 a?os, ha heredado alguna memoria de Guerra Campos, pero no tiene muy claro si aquel obispo ("distante, altivo", como le llama Antonio P¨¦rez) fue franquista. Lo que le preguntamos tiene que ver con lo que debe ser inolvidable de Cuenca. Nos dice: "Los rincones. No se vaya sin buscar en los rincones la pureza que a¨²n tiene Cuenca". Y desgrana tres nombres de rincones: la Cruz del Cristo del Pasadizo, los miradores de San Miguel, el santuario de la Virgen de las Angustias...
No dijo el puente de San Pablo. Y para nosotros esa v¨ªa sobre el abismo es el rinc¨®n misterioso m¨¢s potente de esta ciudad que sigue colgada del arte, de la piedra y del aire.
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