El hijo del carnicero
Olvidada la triste experiencia de Atenas, Rey quiere convertir en oro la plata de Par¨ªs
En los tiempos heroicos del atletismo, los a?os de Mariano Haro, Fernando Fern¨¢ndez Gayt¨¢n sal¨ªa a entrenarse por los montes de Toledo siguiendo a sus perros de caza. "Y", dec¨ªa el bravo corredor de 10.000 y cross, "yo tengo un m¨¦todo infalible. Cuando los perros empiezan a sacar la lengua, ya s¨¦ que voy a un ritmo fuerte". Por aquellos a?os, finales de los 60, primeros 70, Julio Rey, como buen toledano, quer¨ªa ser Bahamontes y sudaba en bicicleta por las cuestas de la ciudad hacia el Zocodover. De todas maneras, cuando vio que no ser¨ªa Bahamontes, que ni siquiera llegar¨ªa al nivel de Rafa Carrasco, el lecherito, el ahijado de El ?guila, aparc¨® la bici y empez¨® a competir en carreras populares. En sus entrenamientos por el campo, en vez de los perros, se llevaba de acompa?antes a su zagal, un chico de siete a?os llamado Julio, como ¨¦l, y que le cogi¨® tanto gusto a la carrera a pie que desde entonces no ha parado.
Casi 30 a?os despu¨¦s, el atletismo ya no es en Espa?a un p¨¢ramo, Haro y un perro de caza. El fondo espa?ol es la referencia en Europa y se multiplican los t¨ªtulos en marat¨®n, 10.000 y 5.000. El despegue comenz¨® precisamente en Helsinki. Mart¨ªn Fiz gan¨® un marat¨®n europeo y con ¨¦l subieron, emocionados, al podio Alberto Juzdado y Diego Garc¨ªa. Su foto, los tres api?ados en el tart¨¢n del estadio finland¨¦s, se convirti¨® en un icono, un p¨®ster, un s¨ªmbolo para todos los que quer¨ªan dedicarse al fondo. Tambi¨¦n para Julio Rey, hijo.
Llegaron los a?os del entrenamiento cient¨ªfico. Puls¨®metros, cardiofrecuenc¨ªmetros, fisi¨®logos, anal¨ªticas, pruebas de esfuerzo... Pero como antes, Julio Rey, padre, de oficio carnicero, sal¨ªa al campo, al pinar del parque de los Gavilanes, o se iba al centro de Toledo, a las calles que son repechos, "repechones", o al parque de las Tres Culturas para entrenar a su hijo. Le sali¨® tan bueno Julito que necesitaba un entrenador para ¨¦l solo.
Y de all¨ª, pese a momentos duros como una suspensi¨®n por dopaje, sali¨® el mejor maratoniano espa?ol del momento. Mientras Fiz y Abel Ant¨®n conquistaban el mundo, Rey se preparaba para seguir su senda. Logr¨® tres victorias en Hamburgo, donde baj¨® de 2h 8m las tres veces, logr¨® un bronce en los Europeos de M¨²nich 2002 y una plata en los Mundiales de Par¨ªs 2003. En Atenas, en los Juegos Ol¨ªmpicos, un problema de temperaturas de sales y agua le envi¨® a mitad de recorrido bajo un olivo a aliviar su diarrea. Y su carrera regular, un marat¨®n econ¨®mico, uno de competici¨®n cada a?o, hace etapa hoy en Helsinki, donde junto a Chema Mart¨ªnez, Jos¨¦ R¨ªos, lesionado, y Kamel Ziani forma el equipo espa?ol.
A Rey, padre, el hijo le ha salido un fiera. "Compite contra su sombra", dice; "f¨ªjese en que hasta su hermano Fernando, que va muy bien en el 10.000, le gustaba rodar con ¨¦l y hasta hacerle de liebre, ha dejado de entrenarse con ¨¦l porque siempre va a cuchillo, a machacar". Cuentan que Rey, hijo, se fue a finales de mayo a pasar tres semanas de concentraci¨®n a Navacerrada, en la altura de la sierra segoviana, y que, cuando volvi¨®, estaba irreconocible. "Estaba hecho una braga", asiente su padre; "all¨ª hab¨ªa coincidido con Fabi¨¢n Roncero, que le llev¨® a cuchillo en todas las salidas. Julio se pic¨® con ¨¦l y volvi¨® fatal. Pero le cog¨ª yo, en Toledo, y ya se recuper¨®".
Para comprobarlo, para salir de dudas, para saber que estaba perfecto para Helsinki, Rey hizo hace cuatro semanas la prueba definitiva, el test a muerte de todos los a?os: una carrera de 33 kil¨®metros en un circuito de Toledo d¨¢ndolo todo. "Y no os voy a decir el tiempo que hice", advierte; "s¨®lo os digo que fue el mejor de mi vida, que estoy como nunca".
"Est¨¢", concluye su padre, "deseando que salga una carrera r¨¢pida, que se pase la media marat¨®n en 1h 3m. Y a partir de ah¨ª, a salir a por todo el que se mueva, a por la medalla".
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