Schr?der pide a Bush que descarte un ataque armado a Ir¨¢n
El canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, pidi¨® ayer al presidente estadounidense, George Bush, que descarte un ataque armado a Ir¨¢n. "Desarrollemos una fuerte posici¨®n negociadora frente a Ir¨¢n, pero quitad las opciones militares de la mesa. ?Hemos comprobado que no sirven!", exclam¨® Schr?der ante 10.000 espectadores en un mitin en Hannover.
Schr?der reaccion¨® as¨ª a unas declaraciones de Bush a una televisi¨®n israel¨ª. "Todas las opciones est¨¢n sobre la mesa. El uso de la violencia es siempre la ¨²ltima opci¨®n para cualquier presidente", dijo Bush en la entrevista emitida ayer.
La preocupaci¨®n que desataron ayer las palabras de Bush se debe en parte a que fueron casi las mismas que utiliz¨® unos meses antes de atacar Irak: "Todas las opciones est¨¢n sobre la mesa y voy a mantenerlas sobre la mesa", dijo entonces.
El presidente estadounidense seguramente ignora que con su amenaza velada podr¨ªa estar haciendo a Schr?der un gran favor. La postura contraria a un ataque armado contra Ir¨¢n supone para Schr?der una posibilidad de ganar enorme popularidad. Su imagen de estadista que apuesta por la paz neg¨¢ndose a someterse a los dictados de Washington podr¨ªa prevalecer pronto sobre la de fracasado en el intento de acabar con el paro.
Sin querer, Bush ya acudi¨® a salvarle las elecciones a Schr?der en el a?o 2002. Entonces, la democracia cristiana llevaba la delantera en las encuestas hasta el punto de que, dos meses antes de los comicios, nadie en su sano juicio hubiese apostado por el canciller socialdem¨®crata.
Pero Schr?der supo aprovechar en su favor la perspectiva de una guerra en Irak y, conocedor del pacifismo y el antiamericanismo reinantes en la sociedad alemana, se lanz¨® en defensa de la paz. Poco despu¨¦s, la r¨¢pida y decidida reacci¨®n de Schr?der a unas graves inundaciones en el Este de Alemania acabaron de alzarle ganador en las urnas.
Campa?a electoral
"Ya una vez ten¨ªan los muebles encargados y hubo que devolverlos", le gusta decir a Schr?der en esta campa?a electoral, que ayer entr¨® en su fase decisiva. Los analistas pol¨ªticos recuerdan este verano, en sus art¨ªculos, c¨®mo Schr?der fue capaz de darle la vuelta a la tortilla hace tres a?os, para a continuaci¨®n constatar: pero esta vez no hay inundaciones ni guerra de Irak.
No es probable que a Schr?der le vuelva a funcionar la misma estrategia por segunda vez. En esta ocasi¨®n, el abismo entre su partido, el socialdem¨®crata SPD, y la oposici¨®n, es mayor que entonces. Mientras que la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana CDU-CSU alcanza el 42% del apoyo electoral, los socialdem¨®cratas no llegan al 30%. Este a?o Schr?der cuenta con una dificultad a?adida: la aparici¨®n de su antiguo correligionario y hoy odiado contrincante, Oskar Lafontaine, y su alianza con los poscomunistas del PDS.
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