'?xtasis' y el nudismo
En Espa?a, el nudismo no ha dejado de crecer desde que muri¨® Franco. En principio, se trat¨® de un movimiento de liberaci¨®n corporal estimulado por a?os de trauma represivo. Hoy, en cambio, el despelote es un gustazo al que muchos no quieren renunciar. No es una moda pasajera. Seg¨²n la Federaci¨®n Espa?ola de Naturismo, todo empez¨® cuando Dios decidi¨® crear a Ad¨¢n y Eva a su imagen y semejanza.
En 1933, cuando se estren¨® ?xtasis, dirigida por el checo Gustav Machaty, las cosas no estaban tan claras, pero la pel¨ªcula consigui¨® pasar a la historia por los desnudos de Hedy Lamarr, su protagonista. El esc¨¢ndalo tuvo gran rentabilidad publicitaria, pero desvirtu¨® su notable valor cinematogr¨¢fico, que en la Espa?a republicana de 1935 provoc¨® el siguiente subid¨®n elogioso de Juan Gil-Albert: "Machaty nos presenta el amor f¨ªsico en una intensa desnudez ub¨¦rrima: el hombre y la mujer se han encontrado, y el ¨¦xtasis comienza". Tanto entusiasmo gener¨®, adem¨¢s, secuelas represivas. El papa P¨ªo XII la conden¨® por los motivos habituales y fue perseguida por Hitler, que tampoco celebraba tanto desparrame anat¨®mico y justificaba as¨ª su cruzada antijud¨ªa. Porque antes de convertirse en Lamarr, Hedy Lamarr se llamaba Kiesler, el apellido jud¨ªo de su padre, un banquero vien¨¦s casado con una pianista. Fascinada por las candilejas, Lamarr se inici¨® en el teatro. Luego pas¨® al cine y acumul¨® papeles de mujer m¨¢s o menos fatal, con una belleza id¨®nea para ocupar la pantalla con una monocorde y glamourosa aureola. A?os m¨¢s tarde, ella misma desmitific¨® esa te¨®rica virtud: "Cualquier mujer puede tener glamour. Basta quedarse quieta y tener una expresi¨®n est¨²pida".
El director Gustav Machaty tuvo que pincharle las nalgas con un alfiler para lograr la expresi¨®n justa
?xtasis trata de una mujer que se casa con un hombre gris y sin cobertura genital. Harta de ver languidecer su vida, ella se entrega a un joven sensible a sus encantos. La manera como conoce a su amante explica el esc¨¢ndalo posterior. La aburrida Lamarr sale a cabalgar. El calor aprieta y decide darse un ba?o en un lago. Cuelga su vestido en el lomo de su caballo, pero el animal, atra¨ªdo por los relinchos de otro miembro de su especie, se larga al galope y la deja tirada. Desnuda y angustiada, Lamarr corre por el campo buscando vestido y montura y se tropieza con el que ser¨¢, oh, su amante. De este primer encuentro nace un deseo ad¨²ltero que se concreta en un orgasmo en el que el rostro de Lamarr, en un prolongado primer plano, intenta transmitir los complejos matices de tan ext¨¢tico momento. Cuenta la leyenda que no le fue f¨¢cil rodarla, y que el director checo Gustav Machaty tuvo que pincharle las nalgas con un alfiler para lograr la expresi¨®n justa. Puede que, en el fondo, el orgasmo tenga algo de pinchazo en las nalgas, pero la escena, anterior a la era del porno, marc¨® la vida de la actriz, ya que despert¨® el inter¨¦s de un magnate filonazi de la industria armament¨ªstica, con el que se cas¨®. El marido hizo todo lo que pudo para destruir las copias en las que su esposa corr¨ªa en pelota picada, pero no pudo evitar que ella le pidiera el divorcio. Lamarr repiti¨® matrimonio hasta seis veces y patent¨®, a medias con George Antheil, un sistema de comunicaci¨®n para guiar torpedos con se?ales de radio. El invento era complicado y, a?os m¨¢s tarde, la Marina lo recuper¨® y acab¨® sirviendo para sistemas de telefon¨ªa m¨®vil. En su biograf¨ªa, Lamarr demuestra un car¨¢cter que confirma las extravagancias que le atribuyen, incluida una cleptoman¨ªa por la que fue detenida sin que ni el Papa, ni Hitler ni la censura dijeran nada. Lo cual viene a confirmar que, en este mundo, est¨¢n peor vistos el nudismo y los orgasmos que el robo.
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