Puertas al campo
Hacen muy bien las empresas espa?olas que realmente pueden en buscar posibilidades de internacionalizaci¨®n mediante la inversi¨®n directa en el extranjero. Y las que pueden son aquellas que disponen de las ventajas suficientes para hacer valer en otros mercados lo que ya han acreditado en el dom¨¦stico y, desde luego, tienen la capacidad de financiaci¨®n suficiente para crear una empresa, o adquirir una ya existente, en otro pa¨ªs. Son muchas ya en Espa?a las que tienen acreditadas con creces estas condiciones.
En los sectores de telecomunicaciones, energ¨ªa y servicios financieros, las empresas espa?olas disponen de un importante stock de capital invertido en el exterior. A la concentraci¨®n sectorial le acompa?a otra quiz¨¢s menos prudente desde el punto de vista de la necesaria diversificaci¨®n que es la de naturaleza geogr¨¢fica. Aunque ya presentes en otras latitudes, la inmensa mayor parte de ese stock de inversi¨®n directa en el exterior est¨¢ en Am¨¦rica Latina. La presencia de la inversi¨®n directa espa?ola en Europa sigue siendo muy reducida, y lo es mucho m¨¢s en otros continentes; por ejemplo, en uno con un potencial tan inmenso como el asi¨¢tico, y el mercado chino en particular. En Europa Espa?a a¨²n no ha optado por la presencia que corresponde a su potencial econ¨®mico desarrollado en la ¨²ltima d¨¦cada. Por eso es razonable que los mercados europeos empiecen a interesar a algunas de las empresas m¨¢s importantes de esos sectores. O de algunos otros como el de la construcci¨®n y obras p¨²blicas, donde las ventajas son igualmente manifiestas para las empresas espa?olas.
El proceso de privatizaciones de las carreteras de peaje que abrir¨¢ pr¨®ximamente Francia, la venta del muy importante paquete de acciones que tiene el Gobierno de ese pa¨ªs, constituye una excelente oportunidad para que algunas de las grandes compa?¨ªas espa?olas traten de diversificar desde su excesiva concentraci¨®n en un mercado, el espa?ol, que no va a seguir creciendo a los ritmos que lo ha hecho en el pasado. Alguna inmobiliaria ya ha adquirido empresas de su mismo sector en Francia, pero las concesionarias de servicios p¨²blicos son m¨¢s sensibles a la presencia de capital extranjero, aunque proceda de la propia UE. Y esto en Francia parece ser especialmente cierto. Las sospechas de que las autoridades francesas pueden no tratar de igual forma a empresas nacionales y no francesas a la hora de la puja no carecen de cierto fundamento.
La intensa expansi¨®n de los flujos de inversi¨®n extranjera directa es uno de los rasgos que definen la fase actual del proceso de globalizaci¨®n. Esos movimientos de capital por el control de las empresas no s¨®lo tienen como destino pa¨ªses menos desarrollados, sino los propios industrializados. Es m¨¢s, algunos de ¨¦stos -EE UU de forma destacada, pero tambi¨¦n Reino Unido- son, junto a China, los principales receptores de capital por ese concepto desde hace a?os. Son, adem¨¢s de una v¨ªa de captaci¨®n de capital, un mecanismo de transmisi¨®n tecnol¨®gica y de t¨¦cnicas de gesti¨®n cuyos efectos favorables nadie discute.
Lo que sigue siendo sorprendente es que, frente a esas evidencias de unificaci¨®n del mercado global, tambi¨¦n en la adquisici¨®n de activos empresariales, los Gobiernos, y algunos europeos de forma muy destacada, sigan exhibiendo un nacionalismo econ¨®mico carente de la m¨¢s m¨ªnima racionalidad y perfectamente anacr¨®nico. El espect¨¢culo italiano respecto a las oferta por el BNL por parte del BBVA es el m¨¢s reciente y escandaloso, pero desgraciadamente no el ¨²nico. Confiemos en que no sea el franc¨¦s el que complete el peor de los ejemplos internacionales que est¨¢ dando la UE tratando de poner puertas a un campo, el de la extensi¨®n e integraci¨®n econ¨®mica y comercial internacional, que en todo caso puede acabar perjudicando los prop¨®sitos de integraci¨®n europeos y desde luego la salud y capacidad competitiva de sus empresas.
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