La biograf¨ªa de Enrique Urquijo toca el infierno de los ochenta
El cantante de Los Secretos muri¨® hace cuatro a?os, pero canciones suyas como 'D¨¦jame' o 'Amiga mala suerte' siguen en la memoria de todos. 'Adi¨®s tristeza', una biograf¨ªa del periodista Miguel A. Bargue?o, desvela la oscuridad que atenazaba el alma del m¨²sico y muestra una ¨¦poca en la que nadie parec¨ªa preparado para los excesos
M¨¢s de dos a?os de trabajo y un centenar de entrevistas, que van desde los profesores del colegio hasta las mujeres con las que comparti¨® su vida o su familia, arropan Adi¨®s tristeza (Ramalama Music). Miguel A. Bargue?o, periodista musical, decidi¨® escribir la biograf¨ªa de Enrique Urquijo para descubrir c¨®mo era realmente "el autor de Ojos de gata y qu¨¦ relaci¨®n ten¨ªan su vida y sus canciones". Adi¨®s tristeza, t¨ªtulo tambi¨¦n de uno de los discos m¨¢s vendidos de Los Secretos, se pondr¨¢ a la venta en septiembre. "No he querido escribir la t¨ªpica biograf¨ªa musical donde se detalla cada canci¨®n y cada nuevo disco", argumenta Bargue?o. El resultado es un estremecedor relato, estructurado de forma cronol¨®gica, en el que junto a la vida del compositor se repasa la ¨¦poca que le toc¨® vivir.
Enrique Urquijo (Madrid 1960-1999) ya no necesita que nadie le reivindique. Su aura de poeta maldito se agranda d¨ªa a d¨ªa. Algunos de los locales donde estrenaba cada noche sus canciones, como el Caf¨¦ del Foro, han cerrado sus puertas, pero m¨²sicos como Fito y los Fitipaldis o Quique Gonz¨¢lez siguen cantando Quiero beber hasta perder el control u Hoy la vi. Su biograf¨ªa, resumida en m¨¢s de 300 p¨¢ginas, supone una vuelta m¨¢s en la vida del compositor, que pas¨® la mitad de su existencia sumido en un c¨ªrculo vicioso que le llevaba de la depresi¨®n a las drogas. "Cuando sent¨ªa el hormigueo de la desesperaci¨®n, recurr¨ªa al alcohol, la hero¨ªna, la coca¨ªna o los tranquilizantes (en ocasiones, todo a la vez) para conseguir una especie de muerte ef¨ªmera".
Extremadamente t¨ªmido, Enrique aprendi¨® a usar las canciones como medio de expresi¨®n. "Era absolutamente inadaptable a la vida", cuenta en el libro Sabina. "Le llevaba a esto un sentimiento de ser incapaz de comunicarse. Ten¨ªa la marca en la cara de la tristeza". A pesar de esa timidez, encontr¨® en el cara a cara con el p¨²blico su h¨¢bitat natural. Toc¨® en grandes recintos y en garitos min¨²sculos. Prob¨® todos los formatos posibles: acompa?ado por una banda de rock (Los Secretos), arropado por instrumentos ac¨²sticos (Los Problemas) y hasta se subi¨® al escenario formando d¨²o con la acordeonista Bego?a Larra?aga.
La fiebre por la m¨²sica empez¨® en el colegio. All¨ª conocieron los hermanos Urquijo -Javier, Enrique y ?lvaro- a Canito, al que su padre le hab¨ªa regalado una bater¨ªa de segunda mano, y empezaron a ensayar. "Enrique aprendi¨® mirando en el colegio a los mayores y descubri¨® que con cuatro acordes pod¨ªa tocar miles de canciones; introvertido, cantaba en voz baja". Fue m¨¢s o menos en esos a?os cuando empez¨® a fumar; en COU se li¨® el primer porro.
Tras varios proyectos de grupo y algunas actuaciones en directo, los Urquijo y Canito, el l¨ªder del grupo, empezaron a desarrollar un sonido particular y escrib¨ªan su propio material. Dadas las toses que acompa?aban los ensayos se apodaron Tos. En 1978, en el Ateneo Polit¨¦cnico de Prosperidad, uno de los templos de los primeros a?os de la movida -all¨ª se present¨® Ramonc¨ªn y WC y rod¨® Almod¨®var parte de su pel¨ªcula Pepi, Luci, Bom y otras chicas del mont¨®n-, compart¨ªan local Kaka de Luxe, Mermelada, Los Zombies y el grupo de Canito y los hermanos Urquijo. Paralelamente, desde Onda 2 (Radio Espa?a FM) un plantel de j¨®venes pinchadiscos empezaron a promover la escena de la nueva ola musical y a programar las maquetas reci¨¦n salidas del horno. D¨¦jame, compuesta por Enrique, naci¨® de un riff de guitarra, y su melod¨ªa contagiosa se convirti¨® en uno de los primeros ¨¦xitos de la ¨¦poca, junto a Chica de ayer, de Nacha Pop, y Para ti, de Para¨ªso. Las tres conseguir¨ªan llegar a un p¨²blico m¨¢s amplio que el que aglutin¨® la movida.
En ese ambiente, tanto para Canito como para los hermanos Urquijo, la Nochevieja del 31 de diciembre de 1979 no pod¨ªa presentarse mejor. Juntos se citaron en un chal¨¦ de la avenida de P¨ªo XII con la gente de Mario Tenia y Los Solitarios, Mermelada, algunos componentes de Nacha Pop y Mam¨¢. A las seis de la ma?ana, cuando el ambiente comenzaba a enfriarse, alguien sugiri¨® ir a otra fiesta en Villalba, en la N-VI, a 39 kil¨®metros del centro de Madrid. Cuando los coches en los que viajaban estaban parados en el arc¨¦n, un veh¨ªculo perdi¨® el control e impact¨® contra uno de ellos, y ¨¦ste atropell¨® a Canito, que morir¨ªa un par de d¨ªas m¨¢s tarde en el hospital. Meses despu¨¦s se organiz¨® en la Escuela de Caminos el concierto homenaje al bater¨ªa muerto, en el que tocaron todos los grupos del entorno de Tos, en lo que ya se conoce como el nacimiento de la movida. A partir de ah¨ª tuvieron que reinventar el grupo y se les conoci¨® como Los Secretos. Con los discos llegaron, el ¨¦xito, las giras y su entrada en el engranaje m¨¢s comercial de la m¨²sica.
Un campo de pruebas
Enrique Urquijo falleci¨® a los 39 a?os, abandonado en un portal del barrio de Malasa?a. En las horas previas a su muerte, P¨ªa, su novia, fue a buscarle en un par de ocasiones a la casa del camello donde se hab¨ªa recluido tras abandonar la cl¨ªnica donde estaba ingresado. Era el punto final de una pesadilla que se inici¨® 20 a?os antes. "Enrique y sus hermanos empezaron a probar las drogas en 1981. La hero¨ªna hab¨ªa entrado con fuerza en toda la comunidad de m¨²sicos a mediados de los a?os setenta, y dentro del c¨ªrculo de la nueva ola estaba a la orden del d¨ªa", cuenta Miguel A. Bargue?o. "Hab¨ªa caballo en todas las fiestas. Si eras m¨²sico y no te met¨ªas, es como si fueras gilipollas".
A principios del invierno de 1983, Enrique se propuso desengancharse. En esos d¨ªas el consumo de jaco se hab¨ªa disparado. Los debates sobre la droga se suced¨ªan desde las tribunas pol¨ªticas hasta el cine, y para la medicina la ayuda a los toxic¨®manos era un campo de pruebas. Enrique empez¨® un peregrinaje por consultas de psiquiatras que no sab¨ªan c¨®mo solucionar un problema nuevo.
Los tratamientos no distingu¨ªan entre hero¨ªna y coca¨ªna. En el hospital Cl¨ªnico la doctora Rita Lafuente empez¨® a trabajar con toxic¨®manos y no tard¨® en detectar los primeros casos de VIH.
La vida de Enrique y la de las personas que le amaban se convertir¨ªa en un t¨²nel en el que la fama no ayud¨®.
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