Carne y met¨¢fora
En todo proceso de aniquilaci¨®n humana, en todo proceso, digamos, premeditadamente calculado para funcionar sin piedad y con una inimaginable dosis de razonamiento exterminador, en todo proceso semejante el cuerpo, su vejaci¨®n y el ¨¦xtasis que provoca su dolor, es carne y es met¨¢fora. Desde el nazismo hasta las dictaduras de Chile y Argentina, el dolor f¨ªsico y la degradaci¨®n moral del adversario ideol¨®gico hasta su desaparici¨®n final fue una pr¨¢ctica que no puede sino conducir a una pregunta capital. ?Cu¨¢nto dolor somos capaces de infligir en nombre de una ideolog¨ªa o de una civilizaci¨®n, es decir, en nombre de dos hechos de cultura? Me parece que El desierto, la novela con la que el escritor chileno Carlos Franz obtuvo el Premio de Novela La Naci¨®n-Sudamericana, indaga sobre esta cuesti¨®n, no sin antes ofrecernos una historia de evidentes connotaciones pol¨ªticas, una p¨¢gina negra m¨¢s con la que nuestra borgiana historia de la infamia se enriquece.
EL DESIERTO
Carlos Franz
Mondadori. Barcelona, 2005
420 p¨¢ginas. 19,50 euros
El desierto es una especie de cr¨®nica que se escribe en dos niveles. Un nivel en tercera persona donde se nos narra el regreso del exilio de la jueza Laura Larco a Pampa Hundida, un imaginario pueblo del norte extremo de Chile. Y un segundo nivel introspectivo donde Laura le relata a su hija Claudia las causas de una culpa que la hija exige que se le aclaren. Carlos Franz urde una trama cruzada, siendo en una donde se nos relata el origen de la pena y los remordimientos de Laura, adem¨¢s de algunas descripciones del horror del golpe de Estado pinochetista en Pampa Hundida; en la otra se nos habla de la carta que Laura escribe a su hija de veinte a?os. Es precisamente en ¨¦sta donde Franz deposita toda la informaci¨®n crucial de esta tan cruda como brillante novela: la culpa de Laura, la violaci¨®n (del cuerpo de Laura en tanto mujer, pero tambi¨¦n en tanto representante de otro cuerpo, el jur¨ªdico) que sufre en manos del militar que ocup¨® el pueblo y decidi¨® la vida y la muerte de sus habitantes.
Toda situaci¨®n como la que vivi¨® Chile (tambi¨¦n podr¨ªa decirse lo mismo de Argentina) genera una sospecha: ?qu¨¦ se sab¨ªa y qu¨¦ (y por qu¨¦, indudablemente) se hac¨ªa para parecer que no se sab¨ªa nada? ?ste es uno de los niveles de interpretaci¨®n de El desierto. Pero yo insisto en que su nivel m¨¢s problem¨¢tico, m¨¢s rico en conclusiones humanas desdichadas, es el que nos relata Franz en la carta que Laura escribe a su hija. Esa tan innombrable como obligada "intimidad" que se establece entre Laura y su verdugo. ?ste es un tema espinoso, tan abismal como insondable, pero no por ello menos veros¨ªmil (o real, si el lector quiere). Esta excelente novela de Carlos Franz se abre con una frase de Nietzche en El nacimiento de la tragedia: "Desde ahora, en cada alegr¨ªa exuberante se oir¨¢ un trasfondo de terror". Unas d¨¦cadas despu¨¦s, otro alem¨¢n, Walter Benjamin, dec¨ªa que todo acto de cultura lo es tambi¨¦n de barbarie.
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